32. Visita a New York

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Darío

Nos dirigimos a las fábricas y como era de esperarse, en esta se encuentran muchas personas trabajando, hay telas por todos lados y equipos de trabajo calcinados, todo es un desastre.

Al girar la vista hacia mi asistente, veo lágrimas deslizarse por sus pómulos.

No puede ser.

—¿De qué lloras?—pregunto

—¿No ve cómo está todo? Pobres trabajadores, siento la frustración que ellos sintieron al tener que salir corriendo del lugar, todo el dinero perdido, las personas que se quedarán sin trabajar hasta que todo se restaure, ¿acaso no tiene corazón?—pregunta girando aquellas grandes y oscuras esferas que ahora se encuentran cristalizadas.

—No es para tanto—contesto simple—el dinero es lo de menos.

—¿No es para tanto?, ¿el dinero es lo de menos?, ¿usted puede ser capaz de pensar y ver más allá de su privilegio?, quizás para usted no fue una gran pérdida y pueda reponer todo. Pero no se ha puesto a pensar en los trabajadores, en lo mucho que les descuadrará este accidente, usted quizás pueda durar años sin trabajar y aún tener dinero para vivir, ellos no, un día sin trabajar les puede costar hasta la alimentación de sus seres queridos, sea más empatico por favor.

—Estoy consciente de todo esto, por lo tanto, cada trabajador recibió cierta cantidad de dinero en lo que todo este desastre se arregla, tampoco serán tantos días, más tardar dos semanas. Todo esto será repuesto y cada uno de mis empleados volverá a su lugar de trabajo, ¿acaso cree que soy un monstruo?—pregunto indignado—los accidentes pasan, lo importante es solucionar las cosas sin perder la calma, deje de ahogarse en un vaso de agua.

No dice nada, se limpia las lágrimas y se dedica a observar a los trabajadores hacer su trabajo.

Hay cierta diferencia entre esta niña y todas las mujeres con las que he estado, nunca se me había dificultado cazar a una presa.

¿Quién eres Naylea?, ¿qué ronda en esa pequeña cabeza?

Recorremos todo el almacén observando los daños, es mucho, pero nada que unos buenos trabajadores no puedan resolver.

Odio estos inconvenientes, me atrasan y distraen de mis obligaciones en la empresa.

Le hago seña a mi asistente y nos marchamos del lugar, siento que huelo a quemado.

Nos subimos al auto en dirección a un centro comercial, mi plan del día es llevarla de compras, todo hombre de alto valor reconoce la importancia de las joyas y buenos vestidos en la vida de una mujer.

———-Narra Naylea———

Nos adentramos a una joyería lujosa, los estantes se encuentran muy pulcros, así mostrando en algunos Mannequin joyas extravagantes y delicadas, el lugar es muy iluminado y organizado. Está vacío, solo estamos nosotros y una pareja que al parecer buscan un anillo.

Pocos segundos de entrar, se acerca una chica con aspecto formal y nos da la bienvenida.

—Buenas tardes, ¿qué necesitan?—pregunta esta.

—No busco algo en específico—contesta sin rodeos—solo quiero que me muestre lo mejor (para una mujer)—específica mi jefe. Aún no comprendo el motivo de mi presencia, no sé nada de joyería por lo que no le serviría de nada mi ayuda.

—Por aquí— nos lleva amablemente hacia la otra parte de la tienda—¿conoce sus gustos?—pregunta la chica.

—No sé, pero podría preguntárselo a ella misma—se refiere a mí... ¿a mí?

—¿Qué?—exclamo sin alguna intención de ocultar mi sorpresa y confusión—¿A qué se refiere señor Dario?—organizo mejor mi pregunta al notar que no contesta.

—Las joyas son para usted—responde obvio.

—¿Qué?, no, ¿por qué?— vuelvo a preguntar confundida.

—Por su excelente trabajo—esto no está bien... Dario nunca ha sido tan amable, mucho menos capaz de reconocer el trabajo de los demás.

—Gracias jefe—finjo amabilidad—pero no es necesario, es mi deber hacer mi trabajo lo mejor posible.

—Déjanos a solas—le ordena a la chica de la tienda.

—Perfecto señor—cualquier cosa me llama.

—¿Por qué todo siempre es tan difícil contigo?—me habla firme—no sea malagradecida, la estoy premiando, tómelo sin tanto drama.

—No lo quiero, gracias—los hombres como Dario, no hacen las cosas solo por hacerlas, todo tiene un motivo, un porqué...es muy calculador—¿nos podemos ir?

—De aquí no nos iremos sin una maldita joya— ordena en voz baja.

—No quiero nada—me limito a decir, no quiero deberle nada a Darío.

—¿Por qué siempre tienes que actuar como una niña inmadura?, acepta el regalo.

—Que no quiero nada—insisto—gracias por todo, por su intención...pero no necesito una joya tan costosa en mi cuello, cuando ni siquiera tengo casa propia, tengo metas, aspiraciones y entre ellas no está el andar luciendo un collar caro cuando aún no tengo estabilidad económica—concluyo sin algún toque de embuste, pero ocultando otra razón muy obvia para no recibir el regalo.

—¿En el cuello... eso significa que quiere un collar?—cínico— si no la quieres, véndela, es un regalo, los regalos no se rechazan—insiste.

—Señor, ¿acaso tiene alguna segunda intención?—pregunto siendo consciente de la respuesta.

—¿Qué podría querer yo de ti?—contesta con igual tono—no hay nada que puedas ofrecerme que no pueda conseguirlo por otro lado.

—Pues, llame a esa chica y notifíqueles que nos vamos—intento concluir una tercera vez—gracias, pero no quiero nada—trato de sonar calmada, Dario es una persona muy inestable, podría explotar si llega a percibir alguna falta de respeto en mi forma de hablar, y ahora que conseguí departamento, lo menos que quiero es tener problemas con mi jefe.

—Está bien—se rinde—perdiste la oportunidad de obtener algo de valor por primera y quizás única vez en tu mediocre vida—contesta a la defensiva.

Ahí está el Dario que conozco.

No le respondo, me limito a caminar detrás de él.

Mi vida no ha sido normal desde que mi propia madre me sacó de casa y conocí a mi jefe y su hermana, es como si ese día me condenó a una mala vida, estoy cansada...no sé qué hacer, tengo mucho peso sobre mis hombros.

—Esta vergüenza le va a costar—me ¿amenaza? Camino al hotel— a mí nadie me dice que no y se lo terminaré demostrando—me mira—tarde o temprano—concluye.

Esto suena a más problemas...

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Capítulo corto, disculpen mi inactividad, la universidad me tiene loca, trataré de publicar algunos capítulos este finde.

Más que tu jefe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora