30. ¿Cuánto por su silencio?

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No he podido pegar un ojo en toda la noche, gracias a todo lo que pasó con Dario. Me siento terrible porque yo estaba dispuesta, ¿desde cuándo uno olvida sus principios de un segundo a otro?

Trato de dormir en busca de paz, y es cuando siento toques en mi puerta.

—¡Voy!—contesto para pararme a abrirla, no sin antes darme una chequeadita en el espejo, luzco terrible. Mi vestido está enrollado hasta mis muslos, mi pelo está hecho un desastre y mi maquillaje ni se diga, está todo corrido, producto de haber pasado la noche llorando, no quiero ni hablar de mis ojeras.

Sin importar el estado tan desprolijo en el que me encuentro, abro la puerta encontrándome con mi ex jefe con mis cosas en las manos. Ni siquiera se preocupa en saludar, pasa a mi lado y se auto invita a mi habitación.

—Seré breve porque esto me da muchísima vergüenza y asco—habla—toma tus cosas—dice antes de arrojar mi cartera y tacones a la cama.

—¿Cuánto me costará tu silencio?—pregunta sin rodeos—tú solo di un número y la noche de ayer no existió.

—No quiero tu dinero—contesto honradamente.

—Necesito garantía de que no saldrá a la luz mi estado de ebriedad de anoche, sé que hice muchas estúpideces impropias de mí—dice observándome de arriba abajo, siquiera es capaz de admitir en voz alta lo que iba a suceder.

—¿Qué quieres?—vuelve a preguntar.

Tomo una pose de "seguridad" y contesto simple:

—Quiero seguir teniendo mi trabajo.

—Eso ni de chiste—se niega rotundamente—eres terrible.

—Solo cometí pequeños errores—me excuso.

—Tal vez lo de anoche no habría pasado si en la mañana te hubieses despertado y hablado temprano con Susy.

—Igual iba a pasar Dario, Susy tiene años trabajando para ti y aún así no sabía nada, menos yo. Necesito el trabajo porque pretendo irme de tu casa lo más rápido posible, necesito algo estable que me asegure que cada mes tendré para pagar la renta. No puedo solo coger tu dinero sin saber si encontraré trabajo en otro lugar, soy joven e inexperta, no creo que pase—me sincero—¿trato hecho?—pregunto.

—Trato hecho, espero que todo lo que pasó ayer, se haya quedado ahí, en el ayer, ¿entendido?

—¿Qué pasó ayer?—pregunto, lo que hace que se escape una sonrisa traviesa de sus labios.

—Así me gusta—dice antes de salir de mi habitación—¡Ah y otra cosa! Estás en cada periódico y noticia " hermosa asistente del empresario Darío Johnson sale a dar la cara luego de que el magnate se desapareciera de la inauguración de su nueva franquicia en Miami"—recita el nombre del titular en forma de burla.

—¡Increíble!—contesto sarcásticamente.

Siento que acabo de vender mi dignidad, pero ya pasó, no hay nada que pueda hacer para evitarlo. Prefiero sacar provecho de lo que no puedo cambiar.

Me arrojo en la cama y trato de descansar, cuando lo escucho otra vez:

—Tienes el día libre, haz lo que quieras, menos permitir que te asalten e hieran—bromea.

—Si eso no pasará, ¿para qué salir?—contesto de igual forma. Luego solo escucho la puerta cerrarse.

Cierro los ojos y dejo que la oscuridad se apodere de ellos, esta vez un poco más tranquila.

••••

Me espanto por unos pequeños golpes en la puerta.

—¿Ahora qué?—susurro—siento que no he dormido si quiera 20 minutos.

Abro la puerta con pesar y veo a mi jefe entrar sin previo aviso.

—Eso es mala educación—le reclamo, recordando la vez que entró y me encontró desnuda. Imbecil.

—Solo vengo a informarte que mañana volamos temprano—lo miro extrañada puesto que se supone que regresaríamos pasado mañana—no aguanto un día más este maldito lugar—habla respondiendo a mi pregunta.

—Okay jefe, ahorita en la noche arreglo todo—digo refiriéndome a la pila de ropa que hice en tan solo un día en una esquina de la habitación.

—Son las siete de la noche—¡mierda!, ¿tanto dormí ?—por esto vine—dice entendiendo mi expresión.

—Okay, gracias.

Cierro la puerta, tomo el bollo de la esquina y lo tiro todo encima de la cama para empezar a organizar todo en mi maleta.

Quería tener más tiempo para recorrer Miami.

—¡Gracias Susy!—hablo sola.

Entiendo que solo quería darle una linda sorpresa a Darío, sin embargo, conociéndolo y siendo que sus padres ya no están, debió consultarlo al menos con Natalia. Me atrevería a apostar que este error le costará todo por lo que ha trabajado todos estos años en la empresa Johnson.

Más que tu jefe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora