DaríoYa dos meses sin ver a Naylea, estoy cansado, he estado haciendo todo aquí en la empresa, no he podido conseguir otra tan dedicada como ella...o al menos, eso he fingido. Me siento tan culpable que ya no me avergüenza admitirlo en voz alta.
Una parte de mí, conserva la esperanza de volver a verla y disculparme por todo, mientras otra, simplemente quiere dejarla ir, junto con los cambios y recuerdos que trajo a mi vida.
Natalia no me habla, Kristofer igual, he estado muy solo y por primera vez, no me siento feliz de eso.
Salgo de la oficina después de un largo día de trabajo y me adentro a mi vehículo.
Abro la guantera para sacar unos documentos, y de estos cae un pedacito escrito con tinta azul, el cual reconozco perfectamente; lo tomo y lo analizo, no sé si dejarme llevar de mis impulsos y conducir hacia el lugar escrito en él o simplemente seguir fingiendo que no lo tengo.
Estoy harto de fingir.
Me dirijo al departamento que la anciana no me quiso alquilar, teniendo en claro a quién voy a ver y qué le voy a decir.
Llevo 10 minutos parqueado frente del lugar, no sé qué hacer, siento que debo vomitar, que tomé una decisión apresurada, que no debería estar aquí. Toda la seguridad que siempre me rodea ha caído, como mis muros de dureza y discreción cuando se trató de ella.
Enciendo el auto con la intención de largarme de este lugar, cuando la alcanzo a ver, está muy relajada y sonriente, siento algo encenderse dentro de mí al verla así, lo que me hace sonreír también, emoción que no dura mucho, al tomar en cuenta el porqué está sonriendo; viene hablando con un chico, específicamente, el idiota que llevó a mi casa.
Mi felicidad efímera pasa a ser incomodidad, y cómo si no fuera poco, veo al susodicho acercarse a Naylea y plantarle un beso, lo que nos sorprende a ambos. No le doy tiempo a reaccionar, porque fue cuestión de segundos para salir del auto y abalanzarme sobre él.
No sé qué estoy haciendo, pero siento que debo hacerlo.
—¿Dario?—grita esta sin poder creer lo que estoy haciendo. Me uno, me desconozco.
El escucharla me desconcentró, lo que le dió ventaja a mi oponente y me golpeó.
—ERES UN ANIMAL—grita este—siempre quise hacer esto, desde el primer día que te conocí—me vuelve a golpear.
—AYUDA—grita Naylea—¡sepárenlos!—me recompuse y lo golpeé, en eso, se unen algunas personas tratándonos de separar, lo que le da ventaja a este, para darme un golpe en la cara, justo en el momento que iba a propinar mi repuesta, logran alejarme del Imbecil.
—¿Estás bien?—le pregunta Naylea, luce más preocupada por él.
Me calmo y como respuesta, me sueltan, luego de esto, todos vuelven a la normalidad, mientras que Naylea se mantiene checando a su amigo.
Me siento en mi auto a esperar que termine de hablar con su chico estrella. Conozco muy bien mi posición, esto me deja mal parado.
Al cabo de unos 20 minutos, este sonríe, quisiera borrar esa sonrisa. le besa la mejilla, le dice algo, que según entendiendo como un "lo siento" y se marcha en su auto. Imbecil.
—¡Ahh!, sigues aquí—dice acercándose a mí.
—Gracias, yo también estoy emocionado de verte.
—Deja tus juegos Dario, ¿qué quieres?—dirige su atención a mi pañuelo blanco con algunas manchas carmecí, el imbecil me partió la boca.
—¿Ese imbecil es tu novio?, ¡¿tan rápido?!—interrogo.
—¿Qué quieres?—reitera.
—Quiero conversar—me sincero—pero me gustaría ya no estar sangrando—digo obvio.
Esta me hace señas por lo que cierro el auto y la sigo, bajo la atención de algunas miradas interesadas. Nos adentramos a su departamento y se dirige al baño, de allá, regresa con un botiquín de primeros auxilios.
—No me has contestado—aclara—¿qué quieres?—pregunta sacando alcohol y gazas.
—Tú tampoco— uso mi tono firme.
—No Dario, no estamos en una relación.
—¿Por qué te besó?—pregunto alzando una ceja, mientras esta moja una gaza de alcohol.
—¿Qué haces aquí?—reitera.
—Primero contesta—siento que estoy siendo intenso y ella está muy firme, algunas cosas no cambian, solo se intercambian.
—Fue una sorpresa, no sé, aún no lo hablamos—aclara—¿qué haces aquí?
—Naylea no sé— miento.
—Pues, ¡lárgate!— exclama— ya hiciste suficiente.
No perderé esta oportunidad, ya estoy aquí, tengo que hacer que el dolor en mi exterior, valga la pena para curar el interior.
—Estoy aquí porque estos dos meses mi vida ha sido la misma solitaria de siempre y se supone que debería estar bien con eso—explico—sin embargo nada lo está, antes no tenía recuerdos de una chica durmiendo a mi lado, antes no tenía historias de una asistente torpe, antes no había podido abrirme con nadie, y antes no había tenido que mentir para interesarle a alguien.
>>Antes no existías tú—continúo— y sé que parezco un idiota por golpear a alguien por besarte, cuando yo tuve la oportunidad de tenerte conmigo y solo te usé.
—Exacto, ¡al fin estamos de acuerdo en algo!—no baja la guardia—¿qué quieres?
—Que vuelvas—soy directo— quiero una segunda oportunidad—Hago cara de dolor, cuando esta pasa la gaza por mi labio.
— No tengo razones para volver— concluye— si esta es tu propuesta, pues no me interesa, no la quiero.
—¡Claro que si! Te necesito.
—Es una empresa multimillonaria, estoy segura que conseguir asistente, será pan comido. Te puedes retirar— es lo único que dice al culminar de curarme y colocarme unas curitas.
—No te necesita mi empresa, te necesito yo Naylea. Luego de la muerte de mis padres nunca había amanecido con nadie, contigo lo hice y ni siquiera tuvimos sexo; y es que creí que lo único que sentía por ti era lujuria, esperaba el momento en el que por fin fueras mía como cualquier mujer, pero la realidad es que cuando te tuve desnuda, me di cuenta de que no era lo que quería de ti, te quería desnudar...pero no precisamente quitarte la ropa, yo no sé amar Naylea, no lo sé... por lo tanto no entiendo lo que siento, no sé qué es esto— me sincero.
—Es capricho.
—Traté de alejarme de ti, de olvidarte, de seguir, pero no...no pude —continúo, ignorando su comentario—y quisiera que me dieras la oportunidad de conquistarte—concluyo esperando respuesta.
Esta se queda en silencio por unos segundos y lo próximo que hace me deja sorprendido por su característica dureza.
—No, no te quiero cerca— dicho esto, señala la puerta— eres una terrible persona y yo no quiero estar contigo, utilizaste el recuerdo de mi padre solo para llevarme a la cama, ¡eres un sucio!.
No digo nada, no tengo nada que hacer aquí. Salgo del departamento derrotado y sin esperanzas, solo quiero beber y olvidarme de esta asquerosa noche.
—Y te agradecería que te alejaras de él— aclara.
No debí venir, no debo sentir, esto solo me hace débil y yo, Dario Johnson, no soy ni seré jamás débil.
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Más que tu jefe
أدب المراهقين¿Qué harías si una noche tu madre decide echarte de casa sin nada más que la pijama con que pensabas dormir minutos antes? Naylea es una chica tímida, cariñosa y astuta, nunca ha tenido novio porque cree fielmente en que el amor no se busca, sino, q...