18. Atacado

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Sábado

Y aquí estoy, vagando de madrugada, como los viejos tiempos. Me paro del escritorio y a falta de algo interesante que hacer, empiezo a rondar por la biblioteca, no soy de libros físicos, los prefiero en el celular porque el olor me incomoda, pero en esta ocasión me arriesgaré; extiendo la mano y tomo un libro al azar.

—Este será—expreso en voz baja.

Vuelvo al escritorio y empiezo mi lectura.

Habla de una chica que se enamora de un magnate, su jefe, con un gran secreto:

¡Es un vampiro líder!

Me encanta leer y poder imaginar el momento, ya voy por el capítulo 20, no quiero soltarlo.

—Dices amarme pero no paras de mentir, ¿qué me estás ocultando?

Alzo la vista y ahí está mi jefe, sus ojos color rojo me miran con una intensidad que nunca antes había visto, siento una extraña sensación recorrer todo mi cuerpo.

¿Qué está pasando?

¡Esto no es normal!

—Tengo muchas cosas que confesarte Island—lo escucho decir— lo primero es que: no soy humano, soy un vampiro.

Una risa irónica sale de mi interior.

—Me voy—digo tomando mis maletas—fui muy ingenua al creer que el gran Sthephen se enamoraría de una simple asistente, como yo.

—¡Si lo hice, no te imaginas cuánto!—grita, lo que me hace retroceder un poco y él lo nota—por favor—habla casi inaudible—déjame demostrártelo.

—Te doy diez segundos, solo diez—respondo mientras tomo asiento—tienes toda mi atención.

—¿Me prometes que no me tendrás miedo?— pregunta ¿preocupado?

—Te lo prometo—ruedo los ojos incrédula.

Casi se me cae la mandíbula al verlo golpear la pared y hacer un inmenso hoyo en esta.

—¿Qué diablos?— musito sorprendida—eso no es normal—digo de la misma forma.

Me paro y corro.

—Esto NO es normal— repito varias veces mientras corro por mi vida.

Lo que sucede posteriormente es lo que me hace detener, Sthephen llega súper rápido y se para frente a mí.

—¿Qué eres?— Pregunto. Aunque ya me había dado la respuesta, quería escucharlo nuevamente.

—Soy un vampiro Island—responde cansado— ¿por qué corres? Yo nunca te haría daño, ¿ya ves porqué no te quería contar nada? No quiero tu temor.

Darío

Salgo de la habitación en donde dejo a una rubia preciosa durmiendo plácidamente junto a una buena suma de dinero para que regrese a casa y finja que esto no sucedió.

Ajusto un poco mi corbata y entro al lujoso ascensor del hotel. Tenía días necesitando una noche como esta, toda mi tensión quedó en la cama en donde yace aquella mujer aún desnuda.

Subo a mi auto y conduzco en dirección a casa, las calles se encuentran solitarias. Enciendo el radio, conecto mi celular y dejo mi playlist correr. Escuchar música es uno de los mejores placeres que existen, eso lo sé con seguridad.

Llego a casa y como esperaba, todo se encuentra en total oscuridad y silencio, todos los trabajadores se han ido, los fines de semana por la noche me gusta estar solo. Abro el portón desde el auto y me adentro a la casa.

Más que tu jefe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora