55-Día de citas

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Estoy muy nerviosa por el día de hoy,
saldré a desayunar con mamá, después de tanto tiempo.

Mariposas de nerviosismo aletean por  mi estómago, a pesar de todo, quiero que las cosas salgan bien y volver a sentir la misma conexión que antes nos caracterizaba.

Llegamos al restaurante justo cuando el sol comenzaba a teñir el cielo de tonos dorados y rosados. Mi madre y yo hemos pasado por momentos difíciles, pero finalmente estamos aquí, juntas, intentando reconstruir lo que habíamos perdido.

El ambiente del lugar era cálido y acogedor, elegimos una mesa en el balcón frente al mar, el cual nos permite disfrutar de la vista. Nos sentamos, y por un momento, el silencio se siente más pesado de lo que debería.

No sé qué hablar, qué hacer o cómo dirigirme a ella, pero entonces, esta toma mi mano y me mira a los ojos, con una mezcla de arrepentimiento y amor que hace que mi corazón se ablande.

—Todo estará bien, mi amor—sonríe.

El camarero se acerca con una sonrisa amable y nos entrega los menús. Hay una gran variedad de opciones deliciosas: panqueques esponjosos, tostadas francesas cubiertas de frutas frescas, y huevos Benedict perfectamente preparados. Opto por los panqueques con fresas y crema batida, mientras que mi madre pide una tortilla de espinacas y queso feta.

Mientras esperamos nuestra comida, comenzamos a hablar. No sobre los problemas que nos habían separado, sino sobre recuerdos felices: las mañanas de domingo cocinando juntas, nuestras aventuras de verano en la playa, y las risas compartidas en días lluviosos. Cada palabra parecía sanar una herida, y poco a poco, la tensión entre nosotras se iba desvaneciendo.

Cuando llega nuestra comida, el aroma es irresistible, por lo que nos dedicamos a comer en silencio, mientras disfrutamos de lo que pedimos y el ambiente.

Me siento completa, por fin.

Al final, decidimos pedir café, el cierre perfecto para una comida maravillosa. Mientras sorbo mi taza caliente, miro a mi madre y sé que, aunque todavía tenemos un largo camino por recorrer, este desayuno ha sido un paso importante hacia la reconciliación.

Salimos del restaurante con el sol ya alto en el cielo, sintiendo que el peso de nuestros problemas se había aligerado. Caminamos juntas por el parque, hablando de planes para el futuro y dejando que el amor que siempre había estado ahí nos guiara de nuevo hacia la cercanía que una vez compartimos.

Llego a casa de Dario y lo encuentro cenando en el comedor.

—A buen tiempo amor—me ofrece.

—Provecho cielo, ya comí algo.

Me siento a su lado y lo veo concentrado en lo que está comiendo, Darío es un hombre muy atractivo, y hasta su forma de comer destila educación y refinamiento.

Sonrío mientras él le presta atención a su platillo, es su comida favorita.

Cuando conocí a Dario, nunca me imaginé que llegaríamos hasta aqui, ni siquiera lo imaginaba como algo más que mi jefe, menos como pareja.

Siempre fuimos tan diferentes, y a pesar de eso, encajamos perfectamente.

Subimos a su habitación y tomo algo de ropa de su armario para cambiarme, tengo toda una habitación llena de cosas aquí, pero siempre amaré usar las suyas.

Me acuesto en la cama y me dedico a escoger la película, segundos después, lo veo regresar con algunos refrigerios, Dario siempre piensa en todo.

Tomo un vaso de sopa instantánea y me pongo a comer mientras mi novio se acurruca a mi lado.

La habitación de Darío, a pesar de ser tan grande, siempre me ha parecido acogedora, con sus paredes claras, retratos nuestros colgados y la cama grande que ocupa el centro de la habitación.

—¿Tienes todo listo, amor? —pregunta el susodicho mientras acomoda los cojines en la cama para que estemos cómodos.

—Sí, amor, ya tengo las películas listas —respondo, sonriendo mientras revuelvo mi sopa.

Nos acomodamos en la cama, uno al lado de otro, creando un ambiente íntimo y perfecto para ver películas.

—¿Qué vamos a ver primero? —pregunta Dario, mientras abre una bolsa de papas fritas.

—Creo que deberíamos empezar con una de terror y luego ver una comedia romántica para relajarnos —respondo, observándolo en busca de aprobación.

—Me parece perfecto —contesta—pero después de tanto miedo y romances, ¿cuándo inicia la +18?

Toco su hombro en modo de reclamo.

—Eres un pervertido—contesto entendiendo claramente a qué se refiere—además, tengo el periodo—trato de desilusionarlo.

—Me dicen Drácula—sonríe.

—¡Ay amor, no seas asqueroso!—río—quien te ve de traje en la empresa, no se imagina que hablas así.

—Eso es lo bueno de ser mi chica, solo tú conoces mi lado oscuro—sonríe.

Darío reproduce la película de terror y es cuestión de segundos para que la habitación se llene con el sonido envolvente de gritos y susurros inquietantes. Durante los momentos más tensos, me acerco más a él, buscando su calor y seguridad. Siempre he amado las películas de terror, pero no las aguanto.

Cuando la película termina, tomamos un breve descanso para estirar las piernas y rellenar nuestras bebidas.

Regresamos a la cama justo a tiempo para el inicio de la comedia romántica. Las risas pronto llenan la habitación mientras disfrutamos de las situaciones cómicas y los momentos tiernos de la película.

Es una sensación maravillosa tener a alguien con quien hacer estos planes.


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