Ya me encontraba profundamente dormida en mi escritorio, cuando escuché un estruendo venir de los lados de la habitación de mi jefe, desorientada me estiro y me dirijo hacia donde se escuchó el ruido.
Al entrar, el escenario frente a mí me deja paralizada, es un hombre vestido completamente de negro quien detiene su andar al verme.
—¿Te estabas acostando con tu asistente?—le pregunta al cuerpo de mi jefe el cual yace ensangrentado en el piso—eres un enfermo, bueno, eras—se burla —Nos vemos en el infierno desgraciado.
Me hace un saludo militar y se marcha.
¿Qué diablos está pasando aquí?
Me acerco rápidamente al cuerpo de mi jefe y tomo su celular, el cual utilizo para llamar a urgencias.
Todo pasa muy rápido, es cuestión de minutos para ver la casa llena de paramédicos y policías, estoy abrumada, me hacen muchas preguntas las cuales no puedo contestar, no sé qué pasó.
—No sé, no sé qué pasó, escuché un ruido, entré a la habitación, y encontré a mi jefe en el piso lleno de sangre y un hombre hablando con él—digo alterada.
—¿Me puede describir al hombre?
—Si, claro, era alto, de tez blanca, ojos negros, nariz redonda y grande, cejas pobladas, una de ellas con una pequeña línea, lleva un corte militar.
—Gracias por su ayuda, cualquier cosa, la mantendremos informadas.
Suben a mi jefe en la ambulancia con sumo cuidado, aún no reacciona, estoy preocupada.
—¿Puedo ir con ustedes?—preguntó a uno de los paramédicos.
—Claro señorita.
Tomo el teléfono de Darío y llamo a Natalia.
—¡Naylea!—me abraza Natalia apenas entra a la sala de espera.
Le correspondo el abrazo y la dejo desahogarse en mis hombros.
—¿Cómo sigue?—Pregunta preocupada.
—Él...—titubeo, la espera me tiene nerviosa—él...se encuentra estable, pero no me han dicho nada más.
Esta rompe en llanto y me abraza aún más fuerte.
—Tranquila, Dario es un hombre fuerte, verás que pronto se recuperará—la consuelo.
Nunca he sido buena en eso de consolar, no es lo mío, no sé cómo ser la fuerte en estas situaciones, siempre soy de las que ven a otros llorando y llora con ellos, empero, Natalia me necesita, necesita que sea fuerte.
Después de algunas dos horas, la veo salir de la habitación de su hermano.
—¿Quieres entrar?—no sé qué hacer o qué le diré, pero estoy un poco preocupada, por lo que accedo a su propuesta.
-¡Wow!—Digo apenas entro, nunca había visto a una persona disparada. Está conectado a cables y con una venda en el pecho.
—No sea exagerada—musita débilmente, ni herido se calla este hombre.
—¿Cómo se siente señor?—pregunto en voz baja.
—Estoy que salto en una pierna—exclama sarcástico—me dispararon—afirma obvio—debería pensar antes de hablar.
Guardo silencio y me quedo a su lado tranquila.
Nunca entenderé a Darío, ni siquiera porque estuvo al borde de la muerte hace algunas horas, baja la guardia.
—¿Necesita algo señor?—pregunto luego de unos minutos de puro silencio e incomodidad.
—Que deje de hablarme, quiero dormir.
Hago lo que me pide y busco mi celular porque empezó a sonar en mi cartera.
—Diga—respondo apenas lo encuentro. A mi lado observo a Darío abrir los ojos.
Chismoso.
—¿Sigues en el hospital? Si quieres te puedo pasar a buscar.
—Tranquilo, no será necesario.
—¿Quién NO viene?—pregunta mi jefe "dormido".
—Un amigo—respondo tapando el micrófono del celular.
—Bueno, cualquier cosa me marcas Natalia, recuerda, es tu jefe, no tu amigo o familiar, no es tu deber estar allá.
—Si, cualquier cosa te marco—repito lo que dice —no te preocupes por mí, ya hacer mucho—contesto con la mirada de mi jefe aún sobre mí.
Cierro la llamada y vuelvo a sentarme en el sofá frente a la camilla, todavía no me creo lo que presencié esta madrugada. Observo a mi jefe, tiene los ojos cerrados, el ceño fruncido y los labios medio abiertos.
—Deje de mirarme—habla con los ojos aún cerrados—tranquila, nadie me hace nada de gratis, se le pagará por su apreciado tiempo—se refiere a las horas que llevo en el hospital.
—No lo hago por dinero, lo hago por Natalia—concluyo.
Lo imito y me acomodo en el sofá, no sé cómo puedo, ya que estoy muerta de hambre, pero es cuestión de segundos para empezar a cerrar los ojos, estoy muy cansada
———————————————————-¡Helouu!
Capítulo corto, el próximo será más largo.
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Más que tu jefe
Teen Fiction¿Qué harías si una noche tu madre decide echarte de casa sin nada más que la pijama con que pensabas dormir minutos antes? Naylea es una chica tímida, cariñosa y astuta, nunca ha tenido novio porque cree fielmente en que el amor no se busca, sino, q...