Más que tu jefe

39. Este no es Dario

Natalia

Salgo de la oficina y escucho a mi hermano hablar, son las 2:00 am, ¿qué hace aquí?

Lleva alrededor de dos semanas que no sale de la oficina, ni permite que nadie se adentre a esta, a menos que sean servicios de comida rápida, comida que él no acostumbra consumir. En estos momentos estoy siendo la presidente, está muy descuidado y eso es lo que me preocupa...

Tengo dos meses esperando por él, que se disculpe por sus acciones y comprenda que cada cosa que hace, tiene una consecuencia. Quisiera no tomarlo todo personal y simplemente poder seguir cerca de mi hermano, ignorando el hecho de que se ha vuelto un imbecil, pero no puedo.

Me lleno de valentía y me adentro a la oficina, hay un terrible olor a alcohol, ¿ha estado bebiendo todo este tiempo?

No es necesario que formule dicha pregunta, puesto que hay una extraña pila de botellas vacías, entre las que puedo diferenciar, Whiskey y vino.

¿Qué diablos pasa aquí?

—¿Qué buscas en mi oficina?

—Esta ya no es una oficina, es un basurero Darío, ¡solo mírate!

—¡Si vas a sermonearme, te puedes largar por dónde entraste!

—No, no puedo, porque mi hermano se está hundiendo y consigo se está llevando el legado que tanto le costó a nuestro padre.

— Es interesante que solo eso te importe, luego de durar meses sin dirigirme la palabra.

—Darío, sabes que en esta vida, más que tú y mis hijos no me importa nada, pero es que aveces haces imposible el quererte.

—Si Natalia, ¡vete! No soporto estas conversaciones.

—¿Qué te pasó Dario? En cada cambio que das sacas una peor versión de ti.

—Tal vez Dario simplemente murió hace tiempo en aquel accidente.

—Deja de utilizar la muerte de nuestros padres como excusa para ser un imbecil—le aclaro enojada— ¡yo también los perdí, yo también me sentí sola!—alzo la voz—¡yo estuve acabada y eso no me cambió, no me hizo tratar mal a los demás, no los culpé de que mi vida se haya vuelto una mierda!

—Ese es el detalle, de los dos tú siempre fuiste mejor, mejor persona, mejor hija, mejor todo. Todo lo que toco lo arruino, porque para eso nací, para la destrucción, ¡y no hay un día en que me cuestione el porqué murieron ellos y no una mierda de persona como yo!, ellos sabrían protegerte, quererte y apoyarte más de lo yo podría hacerlo, siquiera la empresa ha vuelto a ser la misma—expresa apenado. Nunca me imaginé que mi hermano, mi descripción de fortaleza, pudiera llegar a sentirse insuficiente.

—Darío, eres asombroso, trabajas porque todo siempre esté perfecto y salga bien—bajo la guardia, nada se solucionará si ambos estamos alterados—pero debes comprender que por más que te duela algo, cerrarte solo hace que duela el doble, me tenías a mí, te tenía, nos teníamos, íbamos a poder afrontar todo, sin embargo, creaste tu propia burbuja de trabajo y prepotencia; primero fueron días, y pensé: debo darle tiempo, luego fueron meses y años de lejanía, hasta convertirte en esto, no eres ni el reflejo de mi hermanito.

—Por primera vez en estos últimos años, desearía nunca haber cambiado, el antiguo Dario no habría lastimado a las personas que ama...—se toma una pequeña pausa para respirar hondo y soltar todo—no la habría lastimado a ella—No tiene que ser muy específico como para saber a quién se refiere.

—El antiguo Dario no se habría dado por vencido y habría buscado la forma de solucionarlo.

—No es posible, lo intenté, por el contrario lo terminé de arruinar—finaliza—¿te podrías marchar? Quiero estar solo.

Salgo de la oficina y suelto el aire que no sabía que tenía retenido, no sé si por el hedor de la habitación o por la conversación tan intensa.

Seco algunas lágrimas y texteo un mensaje rápido en mi celular.

"Tenemos que hablar" es lo que le escribo a Naylea.

Darío estuvo todos estos años ocultando el cómo se siente y se encerró en la burbuja del trabajo e indiferencia, pero esas cargas poco a poco se volvieron más pesadas, tanto así, que Naylea solo fue la aguja que lo terminó derribando y aplastando.
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Me adentro al café en donde quedé de verme con la ex asistente de mi hermano, y por supuesto, mi nueva amiga; esta se encuentra observando hacia afuera con la mirada perdida. Esto va a ser difícil.

Estoy consciente de que es una terrible idea, ella nunca aceptaría volver a trabajar en el infierno que mi hermano llama oficina, sin embargo quiero intentarlo, por él...

—Buen día Naylea—la saludo.

—Buen día preciosa—dice esta con una hermosa sonrisa.

—Sé que debes trabajar, por eso, te agradezco haber sacado tiempo para hablar conmigo.

—No es nada, a pesar de todo tengo muchas cosas que agradecerte y siempre estaré aquí cada que me necesites.

—¡Eres muy linda Naylea! Trataré de ir al grano así no te quito más tiempo.

—¡Perfecto!

—La empresa se está yendo a la mierda porque Darío no hace nada más que beber y comer comida chatarra.

—Disculpa Naty, pero no entiendo, ¿esto en qué me involucra?

—Lo hace por ti.

—Darío no podría hacer nada por mí.

—Te quiere devuelta, y si, ¡lo sé! Estoy siendo egoísta al venir y pedirte esto, pero te juro que si no fuera necesario, no lo haría.

—No voy a volver Natalia—toda pizca de felicidad y emoción, se esfumó de su rostro en tan solo unos segundos—tu hermano me marcó de forma negativa, solo una masoquista podría dejar un buen trabajo para irse a adentrar al infierno.

—Sabía que te negarías, pero, ¿podrías al menos comunicarte con él? Darío está terrible Naylea, no creo que pueda salir de esta sin tu ayuda, se siente culpable.

—¡Lo es!

—¿Podrías intentarlo al menos por mí?, te prometo que no te volveré a pedir dejar tu trabajo, solo lo quiero devuelta.

—Solo por ti.

—Solo por mí.

No quiero que vuelva a lastimarla, eso no me lo perdonaría.

—Iré al salir de aquí.

—De verdad gracias, te debo una gigante.

No espero que se sacrifique y finja amor, mucho menos que lo sienta, Dario es una persona muy difícil de querer, pero si su presencia en su vida, lo ayuda a mejorar, así sea por mí, espero que nunca se aleje.