Quizás te habían dicho que es un abogado novato, pero no es verdad. Es el diablo en persona: ruso, millonario, codiciado, peligroso y sin escrúpulos. Así se describe Cassian Rostov, un abogado de la mafia. Las leyes del abogado perderán su rigidez c...
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Cassian
De pie frente al altar, esperaba impaciente a mi novia. Había organizado una boda grande pero sencilla, con pocos invitados. No quiero alarmarme, pero mis enemigos ya conocen a mi mujer y saben que me casaré con ella. Ninguno sería lo suficientemente estúpido para atreverse a interrumpir mi boda. Miré el reloj en mi muñeca; habían pasado quince minutos y Mavie no llegaba. A este ritmo, terminaré ahorcando a alguien.
Tony es una buena, opción desde de todo.
—Señor, tranquilo—me pidió Tony a mi lado—. La señorita Mavie viene en camino.
—¿Por qué no entra? No puedo seguir esperando. Tony, me dará algo.
—Quizás se arrepintió de casarse con usted. Si yo fuera ella, lo pensaría dos veces.
Lo asesiné con la mirada; tenía muy poco aprecio a su vida.
—¡Te ahorcaré!—le dije, mientras me dirigía hacia él. Pero en ese momento, la música comenzó a sonar y la vi.
—He llegado la novia.—avisan.
Mavie
La mirada cómplice de mi padre me sostenía. Las manos me sudaban; habían pasado cinco minutos desde que llegamos, aún no he entrado al salón. El hombre que amo me espera de pie en el altar.
—Si te estás echando para atrás, cariño, el auto aún no se ha marchado.
—Papá, por favor.
—Solo es una sugerencia.
—Él es el hombre que amo, y me quiero casar con él.
—Estás hermosa. Mi pequeña niña se me casa. Serás feliz, eso te lo prometo, Mavie.
—Gracias, papá. No sé qué hubiera sido de mí si no me hubieras adoptado a los quince años y me rescataras de las calles.
—Lo volvería a hacer, mi niña. Eres mi hija, Mavie Montes, que no se te olvide.
—Te quiero tanto—lo abracé—mucho, papá.
—Yo más, mi niña.
—Mavie—Laury nos enbarco, lucía un hermoso vestido color amarillo que relucía el color moreno de su piel—Cassian está a punto de venir a buscarte, está inquieto.
—Qué preciosa está mi morena—comentó mi padre.
—Mi cuarentón no se ve nada mal.
—Mi esposo me espera. No lo haré esperar más.
Las puertas del salón se abrieron y la música llegó a mis oídos: "Amarte por mil años más." Cassian estaba en el altar con un traje negro y esa elegancia sobrenatural que lo rodea. Mi hombre de negro.
