"Clases particulares"

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Cassian

No pierdo más tiempo. Me acerco a la bañera sin importarme nada y la tomo del brazo, sacándola de la tina y cerrando el grifo. La cargo entre mis brazos, toda mojada, y la llevo fuera del cuarto de baño. Me importa una mierda el sofá; la acuesto y comienzo a darle los primeros auxilios, presionando su pecho. No responde, y ese miedo vuelve a instalarse en mi pecho.

—Maldición pequeña, por favor reacciona—era la segunda vez, que imploraba en mi vida.

Por último, le doy oxígeno boca a boca. Ella tose y me devuelve el alma que se había ido. La abrazo en cuanto escupe toda el agua.

—Joder, pensé que te había perdido.

—Lo siento... no quería asustarte.

—No vuelvas a hacerme esto. No soportaría perderte.

Su respiración se estabiliza poco a poco, y el pánico empieza a disiparse. Quizás estoy siendo muy obvio con mis emociones, exponiéndome ante ella, pero en estos momentos nada me importa que no sea ella.

Mavie se desploma en mis brazos, y la sostengo sabiendo que esta noche, como todas las que vendrán, me tocará cuidar de ella. La traslado nuevamente hasta mi habitación, con la ropa mojada, consciente de que no puedo desnudar a una mujer sin su autorización.

La acuesto en mi cama, le pongo una sábana por encima y me arrodillo debajo de las sábanas para comenzar a quitarle la ropa mojada. Una vez que la desvisto por completo, la llevo a la secadora y la dejo ahí.

—Sé que probablemente me odiará en la mañana cuando se dé cuenta de que no tiene ropa, era eso o dejar que se enfermara de un resfriado.

Tomo asiento en un lado de la cama y le seco la frente con una toalla. Incluso en este estado, Mavie es diabólicamente ella misma. Nunca antes había visto a una mujer con sus facciones, es única y extraordinaria. Jodidamente mía.

—Los ángeles como tú Mavie—besó su frente—Están condenados al destierro solo por seguir a Lucifer—continuó—Has caído en mi infierno pequeña, y no te dejaré ir nunca.

Mavie

Abro los ojos y me encuentro en una habitación desconocida. La suavidad de las sábanas y la calidez del colchón me confunden al principio. Me siento sorprendida. ¿Dónde estoy? ¿Cómo llegué aquí? Las preguntas invaden mi mente mientras trato de recordar los eventos de la noche anterior. Lo último que recordaba era sumergirme en la bañera, dejándome llevar por el cansancio.

Me incorporo en la cama y, al subir  las sábanas, me doy cuenta de que no llevo nada de ropa. Acto seguido, arrugo las sábanas contra mi pecho.

—¿Quién me quitó la ropa?—formulo una serie de preguntas.—¿Estaré muerta?

Cassian irrumpe en la habitación con una canasta de frutas, parece el rey del hielo entrando en su dominio.

—No creo que en el cielo servirán frutas, a menos que hayas conseguido reservación en el infierno.

—Tu—balbuceó—¿Me quitaste la ropa?

—Sí, estabas mojada y no iba a permitir que durmieras así en mi cama. No vi nada, puedes estar tranquila.

—¿Con qué derecho?—cuestionó.

—Con el derecho de que tú, me quitas la ropa primero, y me dejaste como un idiota ¿Estamos a mano?—asentí con la cabeza no quería pelear más.

—Se debe estar congelando el infierno porque me estás ofreciendo algo por primera vez.—agregó viendo la cesta de frutas en sus manos.

—Solo estaba tratando de evitar que te convirtieras en una aparición.

"El Abogado de la Mafia" { 𝐋𝐢𝐛𝐫𝐨; 𝟏 𝐂𝐨𝐦𝐩𝐥𝐞𝐭𝐨✅}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora