"La heladería"

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Cassian

Ella era maravillosa, no solo bonita, sino encantadora. Su astucia femenina me hacía perder los estribos y me condenaba a no dejar de mirarla mientras mordía el lápiz. Había pasado la semana estudiando y enfocándose en ella misma. Descubrí que, además de dar problemas, es muy buena con el arte. Tiene mucho más talento del que pude haber admitido. No he dejado de observarla y cuidar de ella.

Su tobillo no ha sanado del todo y me preocupo por ella más de lo que debería. Otra cosa que agregar a tu vida, Cassian: haces cosas por ella que no has hecho por ninguna otra mujer. Esta niña me ha jodido en el sentido más completo de la palabra.

No he salido en un mes, con ninguna mujer. No me he follado a nadie, desde que ella ha entrado a mi vida ¿qué si he perdido la cabeza? Si, he perdido hasta el juicio. Me importa ella, solamente ella.

Me acerqué a ella, aún pensando en todo lo que había descubierto sobre su talento.

—Mavie, ¿te gusta el arte?

—Sí, me encanta.

—Te gustaría algún día tener un estudio para ti, Mavie.—sus ojos se iluminaron y asintió, visiblemente feliz.

— ¿Sinceramente? Eso sería increíble. Pero temo que sería imposible señor.

—Nada es imposible para Cassian Rostov pequeña.

Podría tener el mundo a sus pies si así lo quisiera. Podría arrodillarme ante ella si así lo impusiera. Podría comprarle una maldita galería de arte si solo me lo pidiera. ¿Qué no haría yo por ella? ¿Matar? Si, soy capaz de hacer eso y más.

Un rubor cubrió sus mejillas cuando le dije "pequeña", y me gustaba ver su reacción. Estaba a punto de decir algo más cuando el sonido de mi teléfono interrumpió el momento. Me alejé de ella y contesté la llamada.

—¿Qué pasa, Tony?—Inquirí.

—Señor, tenemos al traidor. Lo hemos capturado y está bajo custodia.

—Buen trabajo, Tony. Manténlo vigilado y asegúrate de que no se escape. Estaré allí en cuanto pueda.

—Entendido, señor.

Los celos no son algo que logro manejar. Tengo escrúpulos malvados que no me dejan pensar con claridad. Respiro profundamente, sacando paciencia de donde no la tengo. Me siento frente a ella nuevamente. Me encargaré de ese traidor más tarde; ella estaba primero, y ese insecto patinador no me quitará su tiempo ni su atención.

—¿Piensas ir por un helado con ese insecto confianzudo?—expuse mi molestia ante ella.

—No veo nada de malo en eso, es mi amigo.

—No irás con él a ninguna parte.

—¿Porque?

—Porque irás conmigo.

—Pero su trabajo es.—interrumpo molesto. Ella, no saldrá con el, aún tenga que encerrarla.

—Y dejarte en manos de esa sanguijuela, jamás. No irás con él por ningún helado. Yo te compraré la heladería si quieres. Pero con él, no vas y se acabó.

—Esa petición suya, señor es extraña.—me mira confusa.

—No es extraño—me pongo de pie—Agrega que necesitamos alimentos.

—¿Propone ir al supermercado también?—no la mire, era incapaz de sostenerle la mirada.

—Si, también iremos al supermercado—impuse—Vamos, Mavie, tenemos un ratón en casa.

"El Abogado de la Mafia" { 𝐋𝐢𝐛𝐫𝐨; 𝟏 𝐂𝐨𝐦𝐩𝐥𝐞𝐭𝐨✅}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora