Cassian
Son las nueve y ella aún no ha llegado. Observo por el gran ventanal de cristal en busca de la chiquilla esa. De repente, noto a un hombre trayéndola hacia aquí. Una sonrisa irónica se apodera de mis labios al verla llegar, como si estuviera cumpliendo mis expectativas de llegar tarde.
¿Y ese imbecil quien es?
No lo sé ni me importa; pienso para mí mismo mientras me acerco a la puerta. Espero unos minutos antes de decidir abrir. Con un suspiro, giro el pomo trato de mantener la compostura a pesar de mi irritación.
Ella se queda boquiabierta al mirarme el pecho descubierto, y me recrimina por mi falta de moralidad. Lo miro con una sonrisa socarrona, sabiendo que mi apariencia ha causado impacto en ella. "¿Falta de moralidad? Estoy en mi casa y visto como quiero.
—Podrías haber tenido la decencia de ponerte una camisa al recibirme—replica, desaprobando mi actitud despreocupada.
—No veo por qué debería cambiar mi forma de vivir por tu comodidad—alargue dejando en claro que no tengo intención de ceder ante sus críticas.
—¿Me dejarás pasar?—súplica y niego con la cabeza.
—Mi apartamento, mis reglas. Duermes afuera.
Le cierro la puerta en su cara y la dejo afuera. Pasa media hora y doy vueltas en mi cama, pensando en ella, Roxan me pagará muy bien por cuidarla. Pero debo hacer respetar mi postura, esa niña no tiene criterio alguno. Me paro de la cama y atravieso la puerta de mi habitación con rumbo a la cocina en busca de un vaso de agua.
Cuando escucho un ruido dentro de la sala, me apresuro a investigar. No puede ser, mi domicilio tiene mucha seguridad. Con un chasquido de mis dedos, enciendo la luz de la sala y me encuentro con nada menos que la chiquilla. ¿Cómo diablos entró?
—Tienes diez segundos para decirme cómo entraste—le reprocho, sintiendo que mi paciencia se agota.—¿Como volaste mi seguridad?
—Por la puerta ¿por donde más?—se encoge de hombros como si fuera algo casual—Fue fácil. Tu seguridad no es tan buena como crees.
—No juegues con mi límite ¡maldita sea!—la ira burbujeaba en mi cabeza.
La tomo de la muñeca con fuerza. Ella no se doblega ni emite queja alguna, simplemente me reta con la mirada, provocadora y sin temor.
—¿Crees que esto es un juego?
No responde, solo sostiene mi mirada, negándose a mostrar debilidad. Su actitud solo aumenta mi enojo y me hace dudar de cómo manejar esta situación tan desesperante.
—Solo me aprendí los números de tu contraseña esta mañana al verte ponerla rápido en el teclado.
Mis ojos se abren de par en par, sorprendido y alarmado por su revelación. Suelto su muñeca. Por primera vez en mi vida, una mujer me desarma por completo, dejándome sin argumentos.
Mi mente busca frenéticamente una respuesta adecuada, pero no encuentro palabras que puedan contrarrestar su astucia e inteligencia.
—Es la última vez que te dejo entrar a mi casa.
Mi tono es un claro indicio de que no toleraré más intrusos en mi espacio privado, especialmente alguien tan astuta como ella.
Esa niña será un gran dolor de bolas lo intuyo. Me sorprende, me ha dejado con la boca abierta.
Mavie
El abogado se retira. Sin poder contenerme, le muestro la lengua y levanto el dedo detrás de él.
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"El Abogado de la Mafia" { 𝐋𝐢𝐛𝐫𝐨; 𝟏 𝐂𝐨𝐦𝐩𝐥𝐞𝐭𝐨✅}
RomanceQuizás te habían dicho que es un abogado novato, pero no es verdad. Es el diablo en persona: ruso, millonario, codiciado, peligroso y sin escrúpulos. Así se describe Cassian Rostov, un abogado de la mafia. Las leyes del abogado perderán su rigidez c...