"Una despedida de soltera"

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Cassian

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Cassian

Mantenía sus ojos vendados con una cinta negra, mis manos sostenían las suyas, guiándola lentamente hacia el interior de la casa. A cada tanto, soltaba una risa nerviosa o me preguntaba adónde íbamos, sin recibir respuesta.

—¿Ya casi? —avanza con cautela.—Bebé, no me dejes caer.

—Eso nunca, pequeña, solo un poco más.

—¿Me has secuestrado?

—No es secuestro; serás mi esposa.

Me posicioné detrás de ella y le quité la venda de los ojos.

—¿Esto es lo que pienso que es?

—Sí, vida mía, es nuestra casa donde seremos felices con nuestros hijos.

—Este lugar me gusta mucho, Cassian. Será nuestro hogar donde criaremos a nuestros bebés—pose una mano en su vientre—Tus hijos estarán orgullosos de su padre.

—Seré el mejor padre para ellos y un buen esposo para ti, vida.

—Ese es mi Cassian Rostov.

La besé, y ella tiró de mi cabello con suavidad, haciendo que el beso se volviera más profundo. Me retiré un poco, o la tomaría aquí mismo.

—Hay algo más que quiero mostrarte.

—¿Qué es?—jadeó.

—Es algo que te he ocultado de mi vida.

Ella me miró, pero no dijo nada, solo oprimió mi mano con fuerza.

—Muéstrame, confío en ti.

—Te esperé tanto que casi me pierdo intentando encontrarte.

—Ahora que me tienes, no te vas a deshacer de mí, Rostov.

—Ni muerto lo pienso permitir. Eres mía.

—Siempre lo he sido.

Apreté su mano y atravesamos el oscuro sótano. Ella no articuló palabra, confiaba en mí y siempre mantendría esa fe. La jaula de los leopardos era invisible hasta que toqué un botón y aparecieron. Mavie dejó caer su mandíbula al verlos. En este lugar había mucha seguridad; solo yo tenía acceso y cuidaba muy bien la seguridad de ellos.

—No tengas miedo, vida. No te harán nada—ella me dejo guiarla, y entramos a la jaula.

Los leopardos olfateaban a Mavie. Ella no les tenía miedo. Furia e Ira la rodeaban con tranquilidad, como si la conocieran; no le tenían temor, eran como dos gatos buscando su atención.

Mavie se arrodilló hacia ellos y los acarició. Ambos animales eran vulnerables con ella, como lo soy yo. Olían que estaba en estado, y Furia frotó su cara en el vientre de mi mujer. Ella se rió y los palpo con suavidad. Era la única, aparte de mí, a quien ellos permitían tocar.

"El Abogado de la Mafia" { 𝐋𝐢𝐛𝐫𝐨; 𝟏 𝐂𝐨𝐦𝐩𝐥𝐞𝐭𝐨✅}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora