"Sensaciones apasionadas"

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Mavie

Negué con la cabeza. Estaba cansada y quería llegar a casa; Cassian debía estar preocupado porque no le avisé que saldría con Demet. No confío en esta chico, llamado Serkan.

—Lo siento chicos, será para otra ocasión.

—¿Por qué, preciosa? —confrontó Serkan, aturdido.

—Mi novio me espera en casa, debe estar preocupado.

—¿Tienes novio, Mavie?

—Sí, vine con mi novio a Turquía.

—Mmm...

—¿Cuándo nos vemos? —interrumpió Demet—. Me gustaría verte otra vez, Mavie.

—Llámame cuando quieras.

—Gracias, lo haré.

Dejé la bicicleta de lado y llamé a Tony con una señal. Él captó enseguida y se acercó.

—Señorita Montes, dígame.

—Vamos a casa, por favor, Tony.

Él asintió. Me despedí de ellos y minutos después estaba en la carretera con Tony. No hablamos; él se dispuso a manejar en silencio. Observé cómo sacaba su celular y decía:

—Señor Rostov, estoy llevando a la señorita Mavie a casa.

Él me miró por el retrovisor.

—Señorita, el señor Rostov quiere hablar con usted. —Me extendió el teléfono y lo tomé.

—Señor Rostov.

—Pequeña, ¿dónde estás?

—De camino a casa, señor.

—Iba a ir por ti, pero Tony dijo que vienes en camino.

—¿Algunos celos que manifestar?

—Me conoces, vida. ¿Ese vendedor de agua quién es?

Reí; mi novio es tan celoso, como no romántico.

—Es amigo de Demet, pero le dejé en claro que tengo novio.

—Muy bien hecho, mi amor. Confío en ti, pero en ellos no, vida.

—Usted es muy celoso, señor Rostov.

—Tú eres mía.

—Pierda cuidado, solo soy suya.

—Llega ya, te extraño —lo escuché resoplar como niño.

—Voy en camino, señor desesperado.

—Me debes algo y pienso cobrármelo esta noche.

—Eso lo veremos —cerré la llamada con una sonrisa.

Mis pies dolían de tanto caminar por Estambul. Conocí lugares hermosos y llenos de cultura turca. Tuve que quitarme los zapatos en muchos lugares para poder entrar, y otras cosas como el té turco me parecieron una delicia. Tony me trajo de vuelta al penthouse.

Introduje la llave y abrí la puerta. Dejé las sandalias en el piso y encendí la luz. La figura de un hombre me abordó. Era mi hombre, Cassian, que tomaba una copa de vino y me observaba con esos ojos grises de oscuridad.

—Señorita Montes, buenas noches.

—Señor Rostov ha regresado.

—Sí, y muy molesto por no encontrar a mi mujer como le ordené.

—Discúlpame, señor Rostov, tuve unos inconvenientes —me acerqué a él con sensualidad—. Puede tomar medidas por mi comportamiento.

—Te eché de menos todo el día.—beso mis labios—No sabes las horas de tortura que viví.

"El Abogado de la Mafia" { 𝐋𝐢𝐛𝐫𝐨; 𝟏 𝐂𝐨𝐦𝐩𝐥𝐞𝐭𝐨✅}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora