Mavie
Fue un día agotador en la pista de patinaje, regreso al apartamento del abogado y encuentro todo en silencio. Me quito los patines y dejo mi bolso en un rincón antes de dirigirme al baño. Un largo baño caliente alivia mis músculos tensos y me devuelve un poco de energía. Ceno algo rápido y ligero, pero el silencio que reina en la casa me hace sentir un poco sola.
Al notar la oscuridad que se cierne sobre la noche, decido irme a dormir a la habitación. Sé que el abogado advirtió que no me metiera en sus cosas, pero él no está en casa y dijo que no iba a regresar.
—No se molestara, si tomo una de sus camisas prestada ¿verdad?
Tomo una de las camisas del abogado prestada y me la coloco. El suave tejido envuelve mi cuerpo, impregnado con su aroma masculino. Analizo que puede que no esté del todo bien tomar sus cosas sin permiso, me consuela saber que su ausencia lo hace menos probable de notar.
—El cascarrabias hoy no vendrá. Tengo la casa para mi sola.
Cassian
Recorro la línea de sus piernas hasta su cintura, presintiendo cómo mi pulso se acelera cada vez, más rápido con cada centímetro que avanzo. Experimento una atracción tan intensa, una hambre tan insaciable, que me quema por dentro. Quiero tocarla, sentir su piel bajo mis dedos, pero me contengo. Aun así, la miro con vehemencia ardiente, cediendo a que mis ojos la exploren con lujuria, anhelando el contacto que sé que debo resistir.
Agarro una almohada y me retiro a mi oficina. No sé por qué la dejo dormir en mi habitación, pero al verla tan tranquila, decido no despertarla.
Mavie
Sobresalto con el primer destello del alba, convencida a no ser sorprendida en la habitación del abogado. Sigilosamente, arreglo la cama y ordeno las almohadas, devolviendo cada objeto a su lugar original. Después, me despojo de su camisa y la guardo en el armario, eliminando cualquier indicio de mi estadía en su habitación.
Al avanzar hacia el gran ventanal, me topo con el observando por la ventana con una taza de café en sus manos. Maldición, ha despertado más temprano de lo habitual. Mantengo la compostura y me arreglo el cabello con las manos, esperando que no se dé cuenta de que dormí tan bien en su habitación.
—Mavie—acaricia mi nombre bajo su lengua.
¡Diablos ya me atrapó!
—Señor—trate de sostener el equilibrio—Ha llegado temprano—agregué de inmediato.
—Si, tenía cosas que hacer estoy llegando ahora.—dijo y solté un suspiro de alivio.
—¿No te has metido en problemas?
—No, todo está bien. He estado ocupada con algunas cosas, pero nada grave.
—Espero que sigas así. ¿Necesitas algo hoy?
¿Acaso se ha golpeado en la cabeza? Antes era yo quien le rogaba ir y ahora, de improviso, me ofrece su ayuda como si fuera algo natural. La reticencia me golpea como un mazo.
—¿Disculpe?
—Olvídalo.
Él se retracta y se encamina hacia la cocina. Lo sigo, consciente de que quiero ir al supermercado. La idea de hacer las compras y abastecer la despensa me motiva, y no puedo evitar seguirlo con la esperanza de mencionarle mis planes.
—Quiero ir al supermercado señor.—le planteó.
—¿Supermercado?—frunce del ceño.
—Si señor, he notado que a tu despensa le falta vida alimentaria.
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"El Abogado de la Mafia" { 𝐋𝐢𝐛𝐫𝐨; 𝟏 𝐂𝐨𝐦𝐩𝐥𝐞𝐭𝐨✅}
RomanceQuizás te habían dicho que es un abogado novato, pero no es verdad. Es el diablo en persona: ruso, millonario, codiciado, peligroso y sin escrúpulos. Así se describe Cassian Rostov, un abogado de la mafia. Las leyes del abogado perderán su rigidez c...