"Reloj"

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Mavie

Contemplo el reloj en la pared. Ha pasado media hora y el abogado aún no ha vuelto. Me ha dejado encerrada en su habitación. Estoy sobre su cama, mirando el techo mientras espero su llegada. Dijo que traería comida, al menos algo hará. Aún ronda por mi cabeza el insecto patinador. Cassian siempre se ha referido así a Galan. 'Mavie, ¿sabes por qué eres tan estúpida para no darte cuenta?', me dice mi conciencia.

Olvidé mi teléfono. Habría enviado un mensaje a Galan disculpándome, pero lo dejé en el carro del abogado. Vuelvo a acostarme sobre la cama, mirando el techo. ¿Qué haré ese bruto?

—Tengo hambre—resople.

Cassian

Después de ir a mi oficina, que ocupaba un baño más grande que mi habitación, fui a comprarle comida a Mavie. Elegí muchas variedades porque no sabía qué le gustaría y me aseguré de revisar si era alérgica a algo. No quiero más sorpresas, suficiente tuve con verla casi ahogada en mi bañera.

Opto por una ensalada gourmet con ingredientes frescos y variados, y añado un plato de pasta con salsa casera.

—Esto le gustará a la pequeña malcriada.

Cierro la puerta del restaurante detrás de mí, cuando mi mirada se encuentra con la de Renee. La mujer a la que liberé de un matrimonio suicida. Su presencia inesperada me irrita, pero no puedo evitar notar el brillo de deseo en sus ojos cuando se acerca.

—¿Comida para dos, abogado? —dice con una sonrisa coqueta.

—Solo para mí, Renee. No necesito a nadie más para satisfacer mis necesidades.

—No pareces ser un hombre que coma mucho, Cassian.

Me hastiaba cuando ella me llamaba por mi nombre: solo una mujer podía hacerlo, y no llevaría una reprimenda de mi parte.

—No me llames por mi nombre, no tienes decrecho a hacerlo—testificó—Otra cosa, no necesito comer mucho para mantenerme en forma y en control. Al contrario de algunos, no vivo para complacer mis deseos superficiales.

No me interesa entablar una conversación con ella ni perder más tiempo del necesario. La dejo con la última palabra, sabiendo que no hay nada más que decir entre nosotros.

Volví a casa, introduje la llave en la cerradura y abrí la puerta. Confieso que dejé a Mavie encerrada en su habitación, no vaya a ser que se viera otra vez con esa sabandija punzante. Dejé la comida sobre la mesa y caminé hacia mi habitación. Abrí la puerta y me encontré a Mavie durmiendo bajo mis sábanas.

Me acerco a la cama y me siento en el borde. Paso una mano por su cara, colocando un mechón de cabello detrás de su oreja. Mientras yo viva, nadie borrará esa sonrisa de su rostro. Ella se remueve al sentir mis manos sobre su piel; parece que conoce bastante bien mis manos recorriendo su cuerpo.

—¿Qué hora es? —preguntó, su voz suave y somnolienta.

—Son las siete —respondí, acariciando suavemente su mejilla—. Vamos, pequeña, he traído tu comida favorita.

Ella abrió los ojos de golpe, sorprendida.

—¿Mi comida favorita?

—Sí, tu comida favorita.

Como niña pequeña, se levantó de la cama y corrió hacia la sala sonriendo. Me puse de pie y la seguí. Ella comenzó a destapar las bolsas de comida y se relamió los labios. Me senté solo a observarla. Cuando ella me miró, dijo:

—Señor, aún sigo molesta con usted por haberme encerrado sin razón, pero lo dejaré pasar por esta deliciosa comida. Más tarde me vengaré de usted.

"El Abogado de la Mafia" { 𝐋𝐢𝐛𝐫𝐨; 𝟏 𝐂𝐨𝐦𝐩𝐥𝐞𝐭𝐨✅}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora