Mientras descanso en la cama, intento calmar las emociones que van y vienen como una tormenta. La idea de que Richie tuvo un hijo me llena de una mezcla extraña de felicidad y añoranza. Encontrarlo sería como recuperar una pequeña parte de él, algo que ahora siento la necesidad de proteger.
Mis pensamientos se ven interrumpidos cuando la puerta de la habitación se abre. Al abrir los ojos, veo a Sam entrar. Su expresión es seria, pero yo mantengo mi semblante distante.
—¿Cómo te sientes? —me pregunta, acercándose.
—Bien —respondo con frialdad, sin esfuerzo alguno en ocultar el tono seco de mi voz.
Sam se queda en silencio unos segundos, como si estuviera eligiendo cuidadosamente sus palabras.
—Becky… no le digas nada de esto a Freen —me pide, y noto en su voz una mezcla de preocupación y, quizás, vergüenza.
De inmediato, siento que algo en mi interior se enciende. Me siento, ignorando el leve dolor que me provoca el movimiento, y la miro directamente a los ojos.
—¿Por qué? —le espeto, conteniendo apenas la furia en mi voz—. ¿Por qué siempre tienes que complicar las cosas, Sam?
Ella se queda en silencio, y eso solo hace que mi molestia crezca.
—¿Por qué fuiste a la tumba de Richie? —le lanzo, sin rodeos, esperando respuestas.
Sam suspira y se pasa una mano por el cabello, nerviosa.
—Cuando me enteré de que había muerto… —empieza, pero su voz se quiebra un poco—. No quise creerlo. Necesitaba ir a confirmar. Y, además, yo no sabía que ustedes eran hermanos… no hasta que tú me lo gritaste aquella vez.
Sus palabras me golpean con una extraña mezcla de empatía y rabia. Parte de mí quiere entender su dolor, pero otra parte simplemente no puede perdonarla por todo lo que ha pasado. La miro, y veo en sus ojos un dejo de tristeza, quizás arrepentimiento, pero no quiero que eso debilite mi postura.
—Richie era mi hermano —le digo en voz baja, tratando de no quebrarme—. Y no importa lo que haya pasado entre ustedes, él merecía más respeto que esto.
Ella asiente, como si comprendiera la profundidad de lo que estoy diciendo. Un silencio incómodo se instala entre nosotras, cargado de palabras no dichas y heridas aún abiertas.
—Becky… —dice, su voz apenas un susurro—. Solo… solo quiero que sepas que lamento mucho cómo terminaron las cosas. Nunca quise lastimar a Richie.
No respondo, pero tampoco la despido de la habitación. Simplemente cierro los ojos y me recuesto nuevamente, dejándola entender que no estoy lista para perdonar, pero que quizás algún día estaré dispuesta a escuchar.
—Mi hijo... Su nombre es Damián.
Su voz es apenas un susurro, casi un ruego, pero no me permito flaquear. No le doy la oportunidad de explicarse ni de excusarse. La rabia me atraviesa como un puñal, y con toda la frialdad que puedo reunir, le digo:
—No es tu hijo. Una madre no hace lo que tú hiciste.
El dolor en sus ojos es evidente, pero se queda en silencio, asintiendo lentamente. Al final, sin decir nada más, Sam sale de la habitación. Escucho el leve clic de la puerta al cerrarse, y un vacío se instala en el cuarto. Intento mantenerme firme, pero mis manos tiemblan.
Cierro los ojos, y de inmediato, mi mente me lleva de vuelta a aquel día en el que conocí a ese niño de tres años. Damián. Su carita redonda, sus grandes ojos curiosos… La suave piel de su manito cuando se perdió en el bosque. Recuerdo cómo me hizo sonreír, cómo me inundó una extraña y cálida sensación que no había sentido antes. En aquel momento no comprendí del todo, pero ahora, todo cobra sentido.
Una sonrisa suave y temblorosa se dibuja en mis labios. ¿Podría él ser el hijo de Richie? Algo dentro de mí empieza a encenderse con una mezcla de esperanza y miedo. La posibilidad de que ese niño sea parte de mi hermano me llena de determinación. Necesito recuperarme rápido, por él… por Damián. Solo ruego que nadie lo haya adoptado aún.
La sola idea de poder tenerlo a mi lado, de cuidarlo como Richie hubiera querido, es suficiente para hacer que mi cuerpo recupere fuerzas.
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Entre La Venganza Y El Amor
FanfictionRebecca Armstrong tenía una vida perfecta hasta que su hermano, Richie, se suicidó, dejando una devastadora carta que revelaba el motivo de su muerte. Consumida por el dolor y el enojo, Rebecca jura vengarse de la persona responsable. Sarocha Chanki...