Primogénita

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Capítulo 38

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Capítulo 38

PEYTON. 2016

La mano de Patty me arrastro hasta abajo con Ronald detrás de nosotras y Madison detrás de él. Mi padre no comprendía nada cuando Patty me empujo frente a él como si fuera una ladrona que encontraron en su casa. Caí de rodillas al suelo con la cara toda mojada por no poder dejar de llorar, con la cara roja por la humillación que estaba viviendo y todo porque Madison no supo perder a un chico.

—Suficiente, mamá —la voz de Ronald me hizo bajar la cabeza y no poner mucho esfuerzo cuando me ayudo a ponerme de pie.

—¿Qué carajos sucede aquí? —quiso saber el hombre de la casa.

—Te lo dije, John. Que te dije muchas veces que no sabíamos a quién teníamos viviendo bajo nuestro techo —su voz sonaba como que la garganta estaba a punto de explotarle—. La encontré enredándose con Ronald.

Solloce abrazándome a mí misma, incapaz de ver a John. A lo mejor iba a fingir estar sorprendido para salvar su propio trasero pero en cambio se rio y negó con la cabeza buscando un puro en su escritorio.

—Por supuesto que John Morrison lo sabía todo —la voz de Madison resonó en mis oídos.

Todos se encontraban a mí alrededor y dichas las palabras de la morena todos vieron a John. Lo convirtió en el centro de atención, por supuesto que Patty no estaba para nada contenta. Espere ahí mirando a la nada por la respuesta de mi padre y la única persona que me quedaba.

—No me sorprende para nada que estés aquí, Madison —John prende su puro, humea por un par de segundos—. Esperaba que todo esto terminara de esta forma.

Entonces levante la mirada. Me le quede viendo a esos ojos que eran tan iguales a los míos, que tanto odiaba porque hacían a mi madre odiarme. Y John me regalo lo que jamás creí que iba a darme en todo el tiempo que llevaba con él. Me sonrió tímidamente y mi cuerpo se rindió ante él, me tire en mis rodillas otra vez llorando en mis manos. Detestaba que no podía odiarlo por completo, siempre quise saber que era tener una figura paterna.

—¿De qué hablas, John? Corres ahora mismo a esta perra de la calle que solo vino a entrometerse en nuestras vidas —Patty se puso de pie frente a mí, delante de John.

—No la llames así —advirtió John.

—No tienes ningún derecho, mamá. Esta es mi puta vida y te advierto de una vez que no la llames así de nuevo o nunca vas a saber más de mi —Ron estaba muy cerca de su madre, hasta a ella le intimidaba su altura.

La risa de Madison se escuchó en el rincón y ellos la vieron. Ron entrecerró sus ojos y desaprobó con su cabeza la actitud de la chica.

—Por Dios, ustedes dos son las personas más ciegas que conozco —dijo en tono cansado, escuche su voz más cerca—. Me sorprende de ti, Patricia, siendo del tipo fisgona se pensaría que eres de las que va por las cosas de John sin más pero no me sorprende de ti Ron, te dejaste cautivar por una virgen huérfana.

WHISPERS: Mi HermanastroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora