Capítulo 27 Parte II
PEYTON. 2016
—Vamos, Pey, son solo unos cuantos metros —escuche la voz de Ronald a lo lejos.
El sol estaba escondiéndose, ojala se hubiera escondido mucho más. Así que ahí estaba parada unos metros lejos del chico que me había metido en ese lio.
¿Qué tal difícil podía ser? Solo tenía que correr en algo muy parecido a ropa interior. Puse mis ojos en blanco mentalmente porque ahí fue cuando caí en la cuenta de porque no me gustaban los bikinis.
Okay, Peyton.
—1... 2... 3.
No corrí, me congele en mi lugar. Ronald dejo caer sus brazos a sus costados.
—¿Serviría si mi acerco un paso más? —pregunto y asentí en respuesta—. Bien. 1... 2... 3.
Terminemos con esto, eso fue lo que pensé antes de dejar caer la toalla al suelo correr con mis ojos centrados en Ronald quien me recibió con sus brazos abiertos, enrede mis piernas alrededor de su cintura y sonreí en sus labios.
—Te tengo —dijo y mi cuerpo tembló.
—¿Feliz?
—Victorioso —contesto caminando conmigo colgada de él.
Seguro mi amarre en el cuello era tan fuerte que llegaba a ser vergonzoso pero me importo un condenado comino porque estaba en los brazos de lo que seguramente llamaría mi primer amor. Regresamos a la cabaña y Ronald me envolvió en la toalla, me dejo entrar al baño a ponerme la ropa que traía anteriormente.
—¿Quieres comer? —me pregunto cuando di un paso fuera de la casa de madera—. El fettuccini Alfredo sigue caliente.
Comencé a reírme. —Ósea que no cocinaste tú. Me gusta, significa que no tratas de impresionarme.
—No cocino pero puedo servir un plato de cereal delicioso —dijo mientras se acercaba, mis brazos se alzaron instintivamente para que él pudiera pasar sus brazos alrededor de mi cintura—. También traje eso.
Me reí nuevamente. Suspire al verlo porque sabía que estaba completamente perdida. Jamás había sentido algo parecido por nadie y sin mentir me daba algo de miedo salir muy lastimada. Sin importar que salir lastimada de todo ya era costumbre.
—Me voy a arriesgar y voy a probar el fettuccini —respondí señalándolo con el dedo.
—Quiero besarte pero esta es nuestra primera cita.
Me reí por dentro recordando que dijo que esto no era una cita pero lo fue, esa fue mi primera cita con Ronald Davis.
—Me besaste cuando llegue —respingue.
Negó con la cabeza con los ojos oscureciéndose. Una parte de mi ardió causándome una sensación nueva y excitante.
—Entonces. Comida —me tomo de la mano y me condujo de regreso al lugar.
De una canasta saco la caja donde venía la comida y de la misma canasta saco un solo plato sirviendo en el mismo lo suficiente para los dos. Me dio un tenedor y me reí porque me sentí ridícula de estar ahí con él.
—Muy ingenioso, ¿eh?
—Debía encontrar una manera —encogió los hombros.
Después saco una botella de vino tinto y 2 copas. Su sonrisa se mostró preciosa frente a mí haciéndome derretirme. Pero su sonrisa era de victoria porque ninguno era lo suficientemente grande para beber legalmente. En definitiva muchas chicas deseaban salir con el chico guapo de la escuela y la que no lo hacía era ciega, era más que obvio que Ronald vivía el sueño.
ESTÁS LEYENDO
WHISPERS: Mi Hermanastro
RomansaPronto te vas a enamorar del mágico pueblo de Whispers y sus maravillosas historias de amor. ¿Qué hace la hija de una mujer en rehabilitación cuando no tiene a dónde ir? Busca al padre que no ha visto en años y que tiene dinero de sobra para manten...