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     —Jeon-Kim JungKook.

     El aludido abrió sus ojos con pereza, con la luz blanca lastimándole las retinas. Todo su cuerpo estaba adolorido e, instintivamente, se llevó una mano a la nuca. La realidad no demoró en golpearlo, despiadada, y emitió un quejido.

     —Jeon-Kim JungKook, póngase de pie.

     Un oficial alto y fornido lo llamaba desde las afueras de su celda. El menor se talló los ojos con sus manos y se levantó de la banca de concreto sobre la que había pasado la noche. Una de las peores noches de su vida.

     Al darse vuelta, se encontró con Park JiMin.

     —Tiene cinco minutos, señor. No exceda ese tiempo.

     El más bajo asintió y el oficial los dejó a solas.

     —¿Park JiMin-ssi? —pronunció JungKook con la voz tosca.

     —JungKook-ssi, sé que debo ser la última persona que quieres ver ahora mismo, pero te prometo que estoy aquí para ayudar.

     El peli-negro frunció su ceño. No le guardaba especial rencor a ese hombre, pero tenía razón: Era la última persona sobre la faz de la tierra que quería ver. Él tenía gran parte de la culpa de que haya sucedido esa tragedia y no esperaba tenerlo ahí a primera hora de la mañana ofreciéndole su ayuda.

     —¿Por qué?

     —Porque me prometí hacer todo lo necesario para hundir a SeokJin. Sé que he hecho mucho daño, pero creo que puedo expiarme de algún modo y éste es el único que conozco. Al menos puedo hacer esto por... TaeHyung.

     JungKook miró con recelo al de cabellos plateados, pero no le quedaba más opción que escuchar su propuesta. No tenía dinero para contratar un abogado ni energías para pelear, así que asintió.

     —Continúe.

     —Bien. Un amigo mío preparará tu defensa y te conseguirá la pena más baja posible. No pasará de dos años, eso es seguro. Si cooperas, pueden darte libertad condicional con el tiempo. Ahora, hablé con algunos conocidos para saber algo de SeokJin y me dijeron que está en evaluación psiquiátrica. Ha confesado todo, pero mezcla sus relatos con incoherencias sobre magia y brujería. —JiMin bajó la cabeza—. Pasé toda la noche en vela pensando en qué diablos ocurrió en ese momento, pero no logro comprender, y tampoco quiero. Lo que sea que haya pasado, estoy mejor sin saberlo. Además, podemos usarlo en su contra.

     —¿Bastará solo eso para que pase toda su vida en la cárcel?

     —Lamentablemente, no. Quizás no pase de los seis años o se le declare inimputable. No sabemos cómo va a proceder, pero, ya sea en la cárcel o un centro psiquiátrico, me aseguraré de que pague muy caro lo que hizo. 

     —No será fácil. Es uno de los accionistas mayoritarios de su empresa, probablemente pondrán en su defensa a uno de los mejores abogados del país con tal de que archiven el caso lo más pronto posible.

     JiMin asintió.

     —Cuento con eso. No es por competir, pero mi empresa también es de renombre y tengo mis contactos. Sé que Kim NamJoon ha estado contactando a una firma de abogados bastante prestigiosa. Puedo doblar la tarifa para que rechacen la oferta de "Alloy Arc". Solo necesito que lo condenen, del resto me encargo yo.

     JungKook notó el tono impaciente de Park JiMin y se preguntó si todos los ricos estaban así de desquiciados. Pero no podría juzgarlo, no cuando él mismo había estado a punto de clavar un cuchillo en el pecho de SeokJin. Un impulso que le había costado su libertad.

Páginas Perdidas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora