Y ahí estaba JungKook de nuevo, como el día anterior a ese, y el anterior al anterior.
Si por él fuera, se quedaría allí por siempre, y si decidía regresar, no habría pasado ni un segundo. Eso, sin duda, era la mejor parte de todo, aunque TaeHyung podía hacerle reconsiderar ese punto. Vaya que sí.
El castaño y él se veían muy a menudo en el Instituto, y JungKook estaba simplemente encantado. El aura de TaeHyung tan calma hacía muy grato pasar el tiempo con él. El peli-negro comenzaba a preguntarse dónde estuvo toda su vida, y aún más, donde estaría en el dos mil veinte, su época original.
Ahí era donde su paz sucumbía ante el temor de que sus travesías estuviesen afectando algo que él no descubría aún. ¿Qué repercusiones estaría ocasionando en la vida de TaeHyung? ¿Comenzaría a recordarlo? ¿Lo buscaría? Bueno, no era como si estuviese en capacidad de preguntárselo al castaño para salir de las dudas, así que estaba resignado a responderse esa incógnita por su cuenta.
—JungKookie —susurró el menor, descubrimiento reciente del peli-negro al comparar la edad que tenía el castaño con la que supuestamente tenía él.
A veces JungKook sentía el impulso de pedirle que lo llamara «hyung», pero lo descartaba cuando ponía los pies en tierra y recordaba que TaeHyung era un adolescente y él un adulto casado. Aunque trataba con todas sus fuerzas no pensar en ello y vivir el momento, la espina de la culpa rara vez lo dejaba tranquilo.
—Dime, Tae.
—Te ves algo distraído hoy.
TaeHyung forzó una sonrisa que no le llegó a los ojos, a sus preciosos ojos color chocolate. JungKook pocas veces comprendía las actitudes del castaño, y esta vez no era una excepción.
—Quizá lo estoy.
—¿Puedo saber por qué? —preguntó con cautela.
Estaban sentados en un parque. Era invierno, así que no tenían que preocuparse por que el sol les cayera directamente a los ojos o los acalorara. Una brisa fresca removía unas mechas caramelo, se balanceaban al compás del viento, sin poder quedarse quietas. JungKook se había acostumbrado a admirar dichos mechones sublimes. A diferencia de ellas, el rostro donde recaían se mantenía impasible, con la vista fija en el perfil de JungKook y esperando una respuesta para conocer algo más de ese extraño peli-negro.
—Es mejor que no sepas, Tae —dijo JungKook con calma, fingiendo buscar algo en su maleta.
TaeHyung no dijo nada y siguió cada movimiento del mayor con la mirada. El peli-negro sentía sus ojos clavados en él, y no pudo evitar sentirse algo cohibido por la intensidad de los mismos, a pesar de que no los veía.
—¿Qué buscas?
—Un libro. Creo que lo dejé en la biblioteca cuando salimos. Maldito cerebro el mío —se quejó JungKook.
El castaño soltó una leve carcajada y con su dedo índice dio un golpecito en la cabeza de JungKook.
—¿Quieres buscar culpables? Bien, fue culpa de SeokJin. Te distrajo e hizo que olvidaras el libro. —El castaño tenía el cuerpo girado hacia el mayor, así que, en vez de darle la espalda, llevó toda su mochila hasta que quedara entre ellos y sacó el ansiado libro—. Toma. Es una suerte que fui contigo, porque si lo dejabas allá, de seguro ya no lo tenían libre.
El peli-negro tenía preguntas, más que nada sobre la informalidad del menor al referirse a SeokJin. El rubio era claramente mayor que él y ni siquiera se había molestado en llamarlo «sunbae». Sin embargo, JungKook recibió el ejemplar sin comentarle lo que pensaba, dando las gracias después de guardarlo en su respectiva mochila.
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Páginas Perdidas ©
FanfictionVK┃emisión. ❝Jeon JungKook, un joven coleccionista de reliquias, no es alguien que podría decir que la vida le había sonreído. Su madre murió a temprana edad y está casado con un hombre que convierte su día a día en un infierno. Estaba estancado, ha...