Siete años atrás
—¡Grace, estamos llegando tarde! —exclamó mi madre desde el pie de las escaleras
Bajé corriendo, con la mochila rebotando en mi espalda, y le sonreí a mi madre. Mostré una amplia sonrisa, con algunos de mis dientes faltando debido al crecimiento. Aunque me quedaban algunos huecos, no me molestaba en absoluto; al contrario, me alegraba pensar que el hada de los dientes seguiría dejándome monedas bajo la almohada. Esperaba con entusiasmo que los nuevos dientes crecieran pronto, pero aun así disfrutaba de la pequeña ventaja de mi sonrisa incompleta.
—¡Ya estoy!
Mi madre me miró con los brazos cruzados, a ella no le encantaba que llegásemos tarde a todos lados, pero no era mi culpa:
—Es culpa del Señor Tiempo, mamá —me excusé y ella me miró con la cabeza inclinada, una pequeña sonrisa formándose en sus labios.
—Sí, Gracie, el Señor Tiempo.
Estaba casi segura de que ella no creía nada de lo que decía, pero no me importaba, porque era completamente cierto. ¿Por qué el verano se pasaba mucho más rápido que el invierno? ¿Por qué las horas de clase pasaban mucho más lento que cuando salía a jugar con mis amigas? Era un misterio que los científicos tendrían que investigar, o quizás yo misma podría hacerlo.
Mamá me sentó en el asiento de atrás del auto con mucho cuidado, y manejó hacia mi colegio mientras yo balanceaba mis pies. Estaba contenta ya que ese era el primer día de primavera lo que significaba que habría aroma a flores en todas partes y, además, que el verano también se acercaba.
Cuando llegamos, mamá me tomó de la mano y me llevó hacia la entrada del colegio, en donde vi a mis amigas y me acerqué corriendo a ellas. Realmente no me gustaba ir al colegio, sentarme en unos bancos de madera y escuchar algo que no me interesaba no me resultaba muy llamativo.
Asimismo, lo peor de todo es que mi vecino estaba en el mismo edificio. Le daba gracias al Cielo que no estábamos juntos en clase. Al ser el único colegio de primaria en el barrio, veía a todos los que vivían cerca de casa ahí, así que era obvio que Lucas estaba ahí también.
Él me hacía la vida imposible, durante los recreos me molestaba de alguna u otra manera y no podía hacer nada al respecto porque los profesores estaban de su lado y siempre se salía con la suya. Por ejemplo, la semana pasada habíamos tenido una guerra de agua a causa de que estaba haciendo más calor y él me tiraba los globos de agua siempre a mí.
Él era tan inmaduro.
—¡Vamos, Grace! La clase ya va a empezar —me avisó una de mis amigas y fuimos corriendo por la escalera hasta nuestro salón.
En la clase de matemáticas nos estaban enseñando a dividir y la verdad no podía entender lo que estaba diciendo la profesora. Por más que intentara entender la manera en la que la fórmula básica funcionaba, mi cerebro parecía no ser capaz de procesarlo.
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CLEAVED | Terminada
Teen FictionGrace detesta a su vecino. Lo malo es que sus padres y los de él se llevan fenomenal, por lo que tienen que pasar prácticamente casi todos los días juntos. Ahora, ¿qué pasará cuando el destino los junte aún más? Ella tendrá que aprender a convivir...