21. Subir de nivel

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No estaba feliz

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No estaba feliz.

Grace iba a salir con otro y yo la había ayudado. ¿En qué momento había pensado que ser cupido sería buena idea? No lo era. Me hubiera gustado que, de alguna retorcida manera, yo hubiese sido el que la ponía así de nerviosa y feliz al mismo tiempo. No podía ser así, claro, ella no me veía así. Pero me hubiese gustado.

¿Lo peor de todo? Con esto del plan cupido y tal, pasé más tiempo con Grace, y pensé que eso haría que me interesase menos. Pero fue todo lo contrario. Me gustaba estar con ella, era fácil hablar y me encantaba escucharla, de cualquier cosa que dijera. Me gustaba el sonido de su risa, y más aún pensando que yo era el que causaba eso.

Esto no iba a terminar bien.

Yo era demasiado cobarde como plantarme frente a ella y decirle lo que sentía. Casi lo hago ese día. Estuve a punto. Por suerte me habían interrumpido, hubiese sido como si una bomba atómica se estrellara ahí mismo. Justo en esa mesa. Justo entre nosotros. Después en la puerta de su casa, el roce de mis labios contra su mejilla. Pagaría para poder repetirlo, pero... estaba confundido.

Ponerme a diseñar mis videojuegos en mitad de la madrugaba me hacía pensar más de lo que debería. Normalmente, mi mente se llenaba de códigos y diseños, pero no sabía cómo, ese último tiempo, Grace se había metido tanto bajo mi piel que sería muy difícil sacarla de ahí.

Quizás debía alejarme un poco. Sería lo más lógico.

Aunque no ayudaba que íbamos a estar una semana juntos en medio de una montaña. Sin nadie más que nuestros padres. No, no ayudaba para nada. No sabía qué pasaría en ese viaje, y tampoco sabía qué quería que pasara. Necesitaba alguna pista de algo.

¿Desde cuándo esta mierda se había vuelto tan difícil? ¿Cuándo los sentimientos se habían vuelto tan confusos?

Lo tenía claro desde antes, sabía que me atraía, pero esos últimos días parecía haber subido de nivel. ¿Cuándo y por qué? También me preguntaba si ella sintió que algo había cambiado entre nosotros. De una buena manera, me refiero.

Ya no era capaz de quedarme solo sin que mis pocas neuronas explotaran a causa de muchas cosas. No solo era Grace, también mis padres y yo.

Quería hablar con alguien. Quizás Tyler. Era el único con el que podía hablar sin que me juzgara mucho, pero para mi desgracia, él era como un anciano, se dormía a las nueve de la noche. No podía hacer eso, mis horas de creatividad (y de reflexión) eran en la madrugada, y eso no podía cambiarlo. Ya se había convertido en mi rutina: dormir cuatro horas en la mañana, ir al instituto y dormir las otras cuatro horas en la tarde, como si fuera una siesta larga.

Solo por curiosidad, no porque hubiera otra razón, miré a la ventana vecina que daba con la mía, ese era el cuarto de Grace. Sabía que ella a esta hora dormía, para mi sorpresa, ese día fue la excepción. Había una pequeña luz dorada traspasando la tela de la cortina.

CLEAVED | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora