12. Plano contrapicado

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Se escuchaban gemidos por toda la biblioteca.

Era mi primer día de trabajo, todo estaba saliendo de maravilla. Ayudaba a los que necesitaban ayuda, había recordado cómo estaban ordenados los libros. ¡Hasta apareció Scott!

Había atravesado la puerta que tenía enfrente, con su cabello perfectamente ordenado, su ropa pulcra y su cara tallada por los mismos dioses. Se acercó a mí con una sonrisa y yo ya sentía que me derretía. Les seré honesta, tuve que preguntarle unas tres veces qué necesitaba porque me quedaba embobada mirándolo. Él no me dijo nada respecto a la cara de drogada que tenía. Oh, estaba drogada solo con su presencia. Estábamos pasando un buen rato, o al menos yo, aunque él no se veía aburrido, se reía dulcemente cuando me confundía de palabra o cuando no tenía sentido lo que decía.

—¿Cómo no había hablado contigo antes, Grace?—sonreía y era esa clase de sonrisa que iluminaba todo el rostro. Mi corazón palpitaba como un pájaro atrapado en una jaula desesperado por salir.

Y yo estaba a punto de responderle cuando esos sonidos inundaron la silenciosa biblioteca. Esos malditos sonidos.

Quiero decir, era mi primer día ahí, no sabía dónde estaban los controles de los altavoces. Hurgue por todos los rincones hasta encontrarlos, para ese punto ya estaba entrando en pánico, moví todo lo movible de esa mesa. Algunos subieron el volumen, otros hicieron que fuera más lento, otros casi me rompen los tímpanos. Hasta que por fin encontré uno que me sirviera. Cuando me volteé, me encontré con la señorita Tucker.

Por todos los Cielos, la galaxia y el universo.

Hasta ahí había llegado mi trabajo. Pero la señora Tucker me sorprendió. solo me miró y se empezó a partir de la risa.

—¡Perdón, señorita Tucker! No fue mi culpa, lo prometo—me tiré sobre mis rodillas, casi pareciera que le estuviera rogando, solo me faltaba aferrarme a su puerta y llorar a gritos—. No sé qué pasó, yo estaba ayudando a Scott y se encendieron los altavoces y... corrí por toda la biblioteca buscando estas cosas y ni siquiera sabía cuál era y casi me rompo los tímpanos...—

—Sé que no fue tu culpa, Gracie—cortó mi balbuceo—. No te voy a despedir. sé que no serías capaz de ser tal cosa.

Solo Charlie me llamaba Gracie.

Por otro lado, la señora Tucker no parecía la clase de persona que dejaba pasar por alto un incidente como aquel, de todas maneras, mi papá se la pasaba diciéndome que no podía juzgar a alguien por su apariencia.

Agradecí a la señora Tucker por tener compasión conmigo y volví a mi lugar, donde me llevé la sorpresa que ya no estaba Scott. Solté un bufido, había arruinado mi oportunidad de seguir hablando con Sexy Scotty y la persona que provocó que la biblioteca entera pareciera estar dentro de una película porno lo iba a pagar muy caro. Muy. Caro.

Miré toda la habitación. Habían algunas personas mirándome de reojo mientras soltaban risitas, otras tenían la cara completamente roja, avergonzados, supuse que eran los de primer año (vaya buena impresión había provocado en ellos), y otras personas se estaban yendo. Pero hubo un ser humano que me llamó la atención. Uno que estaba en el rincón y que me miraba con una expresión jocosa.

Tendría que haber sido él, estaba muy segura. Me acerqué hecha una furia, en cualquier momento me salía fuego por las fosas nasales. Puse las manos en mis caderas y lo miré desde arriba, imponente. O como diría Charlie: lo miraba en un plano contrapicado.

Lucas no quitaba su expresión burlona.

—Casi me cuestas el trabajo,—mentira, me costó la oportunidad de hablar con Scott—, ¿eso querías? ¿que me despidieran?

CLEAVED | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora