4. Fuente humana

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Estacioné mi bicicleta en donde se estacionaban las bicicletas —obvio— y no me costó encontrar el cabello peliteñido de Molly, me dirigí hacia allá y junto ella también estaba June y Val, pero esta última no parecía estar prestando mucha atención a lo que le decía la castaña.

Ah, y también estaba Oliver, el mellizo de Molly seguramente era él a quien estaba viendo Val.

Los ojos color avellana de Oliver se giraron hacia mi dirección.

—¡Grace!— se acercó a paso rápido y me dio un abrazo de oso, seguido de pellizcar mis mejillas cual abuela ve a su nieto— Estás tan grande, ¿Hace cuánto que no nos veíamos?

Giró su cabeza hacia nuestro grupito esperando una respuesta.

—Once meses, dos semanas y cuatro días—respondió Val, todos la volvimos a mirar y ella hundió su mirada en su celular mientras sus mejillas se teñían de rojo.

—Eso—Oliver no dejó de sonreír, y sus dientes brillaban como un papel blanco ¿qué pasta de diente mágica ocupaba?

—Tenemos la misma edad,—tomé sus manos y las aparté de mi cara.

—Si, pero tú eres la pequeña del grupo ¿Verdad, chicas?—respondió él.

No me gustaba eso. Que me vieran solo como la bebé, que me siguieran viendo como si tuviera diez años. A ver, si, a veces era distraída e inocente, pero eso no quitaba de que me quedaban pocos meses para cumplir dieciocho. A veces quería que me vieran como una tigresa en vez de un conejito.

—Bueno,—volvió a hablar él cuando no obtuvo respuesta mía—, volveré con los demás, nos vemos luego, hermana y amigas de mi hermana.

Las cuatro vimos cómo él se fue a un grupo de chicos y chicas. Podríamos considerar a Oliver como popular, era bastante conocido en el instituto porque siempre participaba en todo y tenía una personalidad compatible con todos —a diferencia de Molly que a veces podía ser muy borde cuando algo le molestaba—, aparte él tenía un canal de YouTube sobre cocina en el que tenía más de veinte mil seguidores.

—¿Qué lees?—escuché la voz de Molly dirigiéndose a June.

—Un libro. —respondió ella mientras apagaba su celular y lo guardaba en su bolsillo trasero.

—¿Qué libro? —Siguió insistiendo Molly.

—Es sobre un grupo de amigos que tiene poderes,—Molly pareció querer preguntar más, pero June se adelantó—, ¿Alguien quiere café?

El cambio de tema fue notable, pero nadie dijo nada.

—Yo quiero—dije

Nos dirigimos a la máquina dispensadora que estaba afuera de la cafetería, ahí vendían café en envases de tetrapack y eran bastante económicos. Val y Molly se fueron para el lado de casilleros.

—Y... —comencé para tener algún tema de conversación— ¿Cómo está David?

—Genial, este año entró a la universidad, dijo que tenía algo de miedo por lo de las notas, pero yo creo que le va a ir increíble— me respondió mientras sacaba su billetera. Tenía una sonrisa contagiosa en su rostro, David era lo poco que nos contaba sobre su vida íntima, aunque nosotras también éramos parte de ese lado —o al menos eso creíamos—, por todo lo que ella nos contaba, David era maravilloso y muy guapo, cada vez que hablaba de él me entraban ganas de conocerlo para hacerle el típico cuestionario que le hace un padre al novio de su hija. Más de una vez imaginé esa situación en mi mente, pero suponía que algún día pasaría.

Cuando tuvimos nuestra cafeína, ella me dijo que iría al baño. Los baños están fuera del instituto, en un pasillo que da al exterior, así que ahí es donde me quedé yo, sentada en una banca mientras veía los árboles y la pequeña fuente carente de agua mientras degustaba el delicioso sabor del café.

CLEAVED | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora