29. Cabaña equivocada

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Lucas estaba inconsciente en su sofá

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Lucas estaba inconsciente en su sofá.

En realidad, no estaba inconsciente, solo durmiendo, pero eso no me tranquilizaba mucho.

Había sido mi culpa y lo sabía. Pensé que se acobardaría y luego podría molestarlo al respecto. Al igual que cuando había convencido a sus padres de que debían llevarse el equipo de esquí antes, porque se podría acabar.

Sí, esa fui yo.

Pero claro, era Lucas ¡y lo hizo! ¡El muy tonto! Se lanzó de ese monte y ahora estaba a tope con las pastillas para el dolor muscular.

Podía jurar que lo veía babear.

Solo estábamos los dos en la cabaña, mis padres habían ido con sus padres a ver lo del seguro médico, o eso suponía, no estaba muy segura de cómo iba todo eso. La cuestión es que los adultos estaban viendo el tema con los encargados de salud que habían en ese recinto, y como no había nadie más, me tocó a mí cuidarlo.

Eso es mentira, yo me ofrecí a pasar ese rato con él.

Me sentía muy mal por haberle causado tan horrible rato, tenía que recompensárselo de algún modo.

Esos pocos segundos fueron tortuosos. Desde que se puso en el borde para esquiar, esta que lo vi rodar como una bola de nieve. Incluso cuando me dio la espalda, me estaba a punto de dar un ataque cardíaco y al momento de verlo inmóvil en la nieve, mi cerebro comenzó a ir a mil por hora, ¿tenía que gritarle a mis padres? Dudaba que me escucharan desde ahí arriba, ¿debía correr colina abajo? ¿Debía hablar con el encargado que estaba ahí?

Por suerte, todos se voltearon a ver al chico que perdió el equilibrio, por lo que, mientras me quedaba paralizada en mi lugar, el resto se movilizó:

Los esquiadores más experimentados bajaron para socorrerlo, al igual que algunos instructores que estaban por ahí. Nuestros padres se voltearon y pude ver el instante exacto en el que el rostro de Laura se deformó en una mueca de terror.

Cielos, era una inútil.

Me sentía incapaz, viéndolo todo desde arriba, sin poder hacer nada, mientras el resto estaba desesperado viendo si el chico seguía respirando.

Terminé bajando por donde habíamos subido y llegué corriendo al lado de papá, con el corazón en la boca y dejé caer al suelo los esquís y los palos. Estaban subiendo a Lucas a una de esas camillas portátiles, no parecía tener nada, es decir, no parecía que se hubiese roto algún hueso, lo que me tranquilizó un poco, solo tenía la cara roja por la nieve, los lentes para nieve que traía habían salido volando a cualquier lado.

Papá se volteó para preguntarme qué era lo que había pasado y le expliqué que todo había sido mi culpa, que quería hacerle un reto, pero no había sido mi intención que todo eso pasara, que me sentía culpable y blablablá.

CLEAVED | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora