Lucas y yo llevábamos unos días teniendo estas sesiones, principalmente me hacía repasar la propuesta y practicarla imaginando que él era Scott. Era raro. Además él se ponía actuar como Sexy Scotty y eso me ponía aún más nerviosa. Aunque las risas no habían faltado. Cada intento que hacía, más cosas ridículas y sin sentido decía, a ver, me daba vergüenza y se me subía un color rojo por las mejillas, pero Lucas, en vez de reírse de mí, se reía conmigo. Me hacía sentir bien.
La cosa es que, gracias o desgraciadamente a aquellas sesiones, la idea de invitar y cómo invitar a Scott siempre rondaba en mi mente y siempre andaba distraída. A la larga llevó a que estuviera en otro mundo cuando estaba en clases.
—Grace Parisi —llamó la profesora de historia.
Al igual que el resto de las clases, me sentaba atrás para que nadie notara mi presencia, esa clase la compraría solo con Molly, quien estaba a mi lado.
—Presente —respondí en un suspiro, sin prestar mucha atención a lo que la profesora me decía.
A mi alrededor se escucharon algunas risas, miré a mis compañeros, no me estaban mirando, ponían su atención en ocupar discretamente su celular o, simplemente, garabatear cosas en sus cuadernos. La profesora también rio, pero sin malicia. Claramente se había enterado de que no las cosas que explicaba me entraban por un oído y me salían por el otro —o ni siquiera entraban—, pero mi intuición me decía que le caía bien, aun así decía mi apellido mal, acentuaba la palabra en la primera i en vez de hacerlo en la a.
—Sé que estás presente, Grace —dijo con suavidad, pero después se puso más seria—. Dime, ¿cuándo fue la revolución francesa?
Yo no era buena con las fechas, siempre se me olvidaban los cumpleaños, pero para eso estaba mi querido celular, para recordarme cuándo tenía que felicitar a las personas. El ladrillo que tenía no poseía esa función y vivía con el constante miedo de que se me olvidaba felicitar a alguien importante. La fecha de la revolución francesa nunca se me había ido, era fácil de recordar, era solo un uno y el siete, ocho y nueve seguidos.
—En 1789 —contesté, después de sopesar un poco la respuesta.
La profesora asintió, sin estar muy convencida, se acercó a mí y me susurró que prestara más atención, yo le respondí que lo haría.
Lo cual fue completa y totalmente mentira, no podría ni escribir un párrafo de lo que dijo después de que me preguntara. Mi mente en vez de formular apuntes, formulaba preguntas, «¿debería decir "quiero tener una cita" o "quieres tener una cita"?» Hablarlo con Lucas por lo menos me había ayudado a apaciguar algunas de estas, pero no todas. Tenía mucho miedo, todo el valor que había sacado para confesarle a Lucas que quería una cita con mi crush, había desaparecido. Ahora solo había temor y arrepentimiento.
Podría haberme quedado con el «¿qué pasaría si...?», pero nooo, ¡Pero nooo!
En fin, ese día también tenía que juntarme con mi vecino, seguía siendo en la sala de informática, entonces ya le había avisado a papá y a mamá que llegaría más tarde porque tenía que encargarme de unos asuntos primero, creo que ellos habían dado por hecho que me había metido en otro club o algo así.
Hablando de clubes, Scott ya no estaba yendo al de ecología, y me entristecía porque lo veía menos, aún lo veía en los pasillos, claro, pero cuando estábamos en el club se sentía más íntimo.
Cuando Molly y yo salimos de clase, nos topamos con June y Val. La última tenía su cara pegada a un cuaderno, no me sorprendía, pero este no era uno de esos de cómo ser exitosa, no podía ver el título.
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CLEAVED | Terminada
Teen FictionGrace detesta a su vecino. Lo malo es que sus padres y los de él se llevan fenomenal, por lo que tienen que pasar prácticamente casi todos los días juntos. Ahora, ¿qué pasará cuando el destino los junte aún más? Ella tendrá que aprender a convivir...