8. Petit à petit

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—Ups.

Sentía como el café helado se esparcía por las telas de mi ropa. ¿Era en serio, Universo? O tal vez habían sido los duendecillos.

O quizás había sido yo y mi estupidez.

Pero tenía dos opciones: Culparme a mí misma y a mi falta de atención o culpar a quien había chocado conmigo: Lucas.

Si, creo que estaba claro a quién iba a culpar.

—¿Eso es todo lo que dirás? ¿Ups?—Con mis manos trataba de escurrir el café. Después tenía que hablar con el conserje para que me diera algo para limpiar ese desastre. Literalmente, parecía una escena del crimen. Qué desperdicio de dinero.

—¿I did it again?—cantó con falsete a Britney Spears y su canción "Oops I did it again"

—¿Lo hiciste a propósito?—le pregunté, frustrada—. Porque si es así...—

—Te juro que no te vi,—respondió solemnemente, y estuve a punto de creerle. A punto—, es que eres tan pequeña que...—

—¡Okay!—Lo corté—. Si, si, ya entendí. Me debes dos cafés ahora.

Nuh-hu, las dos veces fueron tu culpa.

Ese chico me iba a matar, literalmente, ya tenía pensado que algún día me daría un paro cardíaco por la furia, o incluso por chocar de nuevo conmigo y que me ahogara con el café. Estaba segura que él lo disfrutaría. Pero no le iba a dar el gusto.

—Tú eres el que se cruza en mi camino,—le reproché.

—Nunca es con intención— se alzó de hombros y se ocultó las manos dentro de los jeans. Yo solté un resoplido de fastidio ¿acaso siempre iba a ser así entre nosotros?

—¿Por qué me odias tanto?— eso pareció desconcertarlo, ya que ni siquiera se molestó en ocultar su expresión y dio un paso para acercarse a mí, yo no me aparté— Desde siempre, la primera vez que nos vimos me tiraste un cubo de agua y ¿por qué? ¿Qué te había hecho? Con suerte habíamos intercambiado unas palabras.

—Yo no te odio,—y soltó una risa sin gracia—. De hecho, creo que jamás podría odiarte.

Parecía como sus sus ojos brillaran y creí que había sido mi imaginación, pero juraba haber visto su mano subir a mi rostro, como si quisiera apartar ese mechón rebelde de mi rostro. Pero no creía que él hubiera querido hacer eso. Nah, y menos Lucas.

Estreché los ojos en su dirección y me aparté de él dos pasos, era raro. Lucas pareció volver a la realidad.

—No te odio,—volvió a repetir y sonrió de esa manera tan especial que tenía—, pero tú sí.

—Claro que no, yo...— Intenté decir, pero su ánimo cambió como un interruptor de luz.

—¿Sabes? Podríamos hacer una tregua, ¿qué te parece?

—¿Una tregua?—estaba confundida, jamás había salido esa idea entre nosotros. Sobre todo, porque yo creía que me odiaba, pero según lo que me había dicho, quizás no.

—Si, yo dejo de molestarte. Tú dejas de hacer tus bromas (Que por cierto, las mías son mejores) Y vivimos en paz. Porque ahora nos vemos más horas de las que nos veíamos antes—Siempre había creído que él era como una rosa arrogante—Consigo el dinero, compras tu celular y ¡Tas! todo solucionado. Seguimos con nuestras vidas.

No era tan fácil como él lo hacía sonar. Para nada. De alguna manera, me había acostumbrado a todo esto.

—Y ¿Por qué ahora quieres hacer una tregua?— le pregunté, estaba sospechando. Por lo menos una mitad de mí, no confiaba nada en lo que decía. Y la otra mitad me decía "no tienes nada que perder"

CLEAVED | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora