22. Delito de homicidio

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Mi canción favorita desde siempre había sido Call me maybe de Carly Rae Jepsen. Nunca fallaba en hacerme bailar, a veces mi madre me veía raro y otras veces movía su pie al ritmo de la música. Sabía que, muy en el fondo (muuuuuuuy en el fondo), la disfrutaba.

Ese día en particular estaba feliz: era mi cita con Scott.

Había hablado con Val, que tenía contactos en todas partes —bueno, sus padres— y conseguí que me dieran una entrada para una fiesta que estaban haciendo en uno de los restaurantes más reconocidos de la ciudad. Ahí fue donde invité a Scott, y podía decir que me sentía orgullosa del lugar que había conseguido. Scott me dijo que él pasaría a buscarme, y si mis cálculos no fallaban, llegaría dos horas más y yo ya no podía con la emoción.

Convencí a mis padres de que no era necesario que Scott se quedara a comer porque comeríamos en otra parte. Ellos aceptaron con la condición de que, si lo mío con Scott iba más allá, tenía que presentarlos como es debido. Les dije que sí solo para poder salir de esa conversación algo incómoda.

El estribillo de la canción comenzó a sonar:

Hey, I just met you and this is crazy

But here's my number, so call me, maybe

And all the other boys try to chase me

But here's my number, so call me, maybe.

Como no pude contenerme, tomé mi cepillo de pelo y lo ocupé como un micrófono. En medio de mi fascinante concierto, mamá tocó la puerta antes de abrirla sin recibir una respuesta afirmativa de mi parte.

—¿Qué haces?

—Me... me estoy arreglando.

—Ya veo —contestó—. Entonces, cuéntame, ¿por qué te gusta este chico?

Oh, prefería no tener esa conversación con ella. Mamá era alguien complicada de hablar. No me mal entiendan, la amaba, me había tenido en su útero por nueve meses (meses en lo que realmente le había hecho pasar un mal rato) y siempre se preocupaba por mi bienestar, a veces más de lo que me gustaría. Pero si era difícil hablar con ella. Recordaba cuando tenía unos catorce años y me llevaba a comprar el regalo de alguna amiga, yo escogía uno, pero terminaba escogiendo uno ella. No solo con regalos, sino que también con ropa, comida y accesorios. sentía como si todo lo que me gustase, ella lo detestara.

Parece que mamá supo exactamente lo que pasaba por mi mente, porque rápidamente habló:

—No te voy a criticar nada. Solo quiero saber por qué.

—Bueno... —mi voz titubeó—, tenemos varias cosas en común, ya sabes, el club de ecología y tal. Aparte que es muy dulce y... eh... le gustan los deportes.

Mamá esperó a que continuara, pero no fue así. No sabía qué más decirle.

—Bien —asintió cuidadosamente—, continua con tu concierto.

Y se fue.

A veces me costaba mucho entender a mi madre.

Por otro lado, había volteado mi closet entero, no encontraba nada que encajara con la descripción de voy-a-ir-a-una-cita-con-mi-crush, tal vez debería pedirle a Molly que me llevara al centro comercial para comprar algo de ropa. Como sea, debía escoger lo que más se acercara, y para eso estaba un lindo vestido que había comprado hace meses, pero no había utilizado. Creo que era lo mejor que había entre todo ese cúmulo de ropa. Y al momento de hacer el maquillaje, me arrepentí de no haber aceptado la ayuda de mis amigas. Mi pulso era tan horrible que no podría ganarme la vida como cirujana. Definitivamente.

CLEAVED | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora