Transmigrado con una cámara del tiempo en DxD

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—¡Hermano Atid! ¡Abracemos las costumbres de los saiyajin y sigamos conversando con nuestros puños!

—¡Jajajaja! ¡También lees mi mente, hermano Igor! ¡No hablemos más! ¡Nuestros puños transmitirán nuestros sentimientos!

—¡Sí!

¡Swoosh, swoosh... Choque!

Allí mismo, en la cafetería, se tomaron decisiones estúpidas.

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|DxD|

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Era un día tranquilo en el reino celestial. Indra y Sun Wukong todavía estaban en la sala de mando con vistas a todo el reino celestial. Los cielos purpúreos reales llenos de resplandor dorado cubrían los horizontes, numerosos edificios pequeños adornados con oro yacían erguidos debajo. El reino de Indra era grande y estaba bien gobernado. Aunque la población Deva perteneciente a Indra no era particularmente grande, cada miembro era muy adinerado, lo suficiente como para ser comparado con los millonarios de la Tierra. Indra valoraba la perfección y su gobierno lo demostraba.

Tanto el mono como el dios estaban uno al lado del otro, sus miradas vagaban por Svargaloka.

Ambos hombres estaban en silencio, la atmósfera entre ellos ligeramente tensa. El aura de Igor todavía impregnaba la habitación, los sellos especiales que cubrían la pared no permitían que se disipara fácilmente al exterior. Estaban en silencio, sus miradas vagaban por la escena de abajo.

Esto continuó por un tiempo hasta que Indra inclinó la cabeza para mirar a Sun Wukong, con una pregunta burbujeando en su cabeza.

"Wukong. ¿Por qué te preocupas tanto por el niño?"

Realmente era una pregunta que tenía al dios en un gran lío de confusión. Había conocido al viejo sabio durante siglos, pero nunca mostró tanta preocupación por nadie aparte de sus camaradas o su familia. Era un enigma tal que Indra no pudo evitar hacer la pregunta para satisfacer su curiosidad.

Sun Wukong miró hacia adelante con un suspiro, una miríada de pensamientos en su cabeza.

"Porque, Indra... ese niño me recuerda a mí mismo en mi juventud"

Indra levantó una ceja ante esto. Había una ligera confusión ya que estaba seguro de que había bastantes personas como la rubia en el ejército...

"Probablemente pienses que hay muchos como él, ¿verdad?"

Al ver la sonrisa maliciosa de Sun Wukong, Indra resopló. Siempre lo molestaba cuando el viejo sabio predecía con precisión sus pensamientos en el peor de los momentos.

Daba la impresión de que él era el más joven entre ellos.