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—¡SeungCheol hyung, SeungCheol hyung!— llamó ChangKyun con gran fuerza a aquel chico que caminaba solo unos pasos adelante de él totalmente distraído de su alrededor.

Tal vez fue casualidad haberlo encontrado a solo unos cortos y escasos metros del instituto. Pero lo cierto es que esta casualidad le venía de perlas, porque ansiaba hablar con SeungCheol sin ningún filtro. Últimamente, el mayor lo había evitado mucho sin explicación justificable que le diera una razón para no sentirse herido. ChangKyun se cuestionaba a menudo si había hecho algo mal —de lo cual desconocía en caso de que fuera verídico— porque la manera en que SeungCheol se alejaba de él cada vez que quería hablarle o era tan cortante como un cuchillo cuando lograban entablar una mini conversación, le parecía muy extraño. Ahora ya ni siquiera podían hablar más de dos minutos sin que el mayor tuviese "algo que hacer". SeungCheol no era así, algo estaba causándole agobio y preocupación.

ChangKyun no tenía ni la menor idea qué era aquello que estaba consumiendo las fuerzas y estabilidad emocional de SeungCheol ; no le pasaba por la cabeza saber que él era la causa de aquella evasión tan extrema, porque SeungCheol ya no quería más, no quería esperar por una flor que jamás podría florecer en su jardín aunque le diera los mejores cuidados.

Le dolía. Le dolía como la jodida mierda estar encadenado a una realidad torcida a la suya. En su mundo ChangKyun siempre permanecía a su lado, tomaba su mano en los días difíciles para darle ánimos y en los días buenos solo los hacía mejores; la realidad tan oscura era, que ahora mismo ChangKyun era un chico que lo que menos buscaba era una relación formal y planeaba vivir una vida loca. Por desgracia, SeungCheol no quería ser parte de eso. Si nadie iba a sentir empatía por él, entonces le tocaría tener aquel sentimiento hacia sí mismo por su bien.

Más allá de eso, después de pensarlo detenidamente, se planteó la idea de darle la razón a JooHeon. ChangKyun nunca podría verlo de la forma que quería, solo se trataba de una cara bonita que el menor apreciaba con dulzura, pero no era lo que él esperaba ser; deseaba que aquellos ojos brillaran como estrellas cuando estuviera puestos sobre él y que entonces supiera que su corazón le pertenecía. Tenía tan mala suerte que ese jamás podría ser su caso.

Jamás podría tocar el cielo aunque tuviera alas, y con JooHeon en el camino, ni siquiera tendría la oportunidad soñarlo.

—Hola... —saludó con notable incomodidad. Sus hombros se tensaron y por un momento perdió el equilibrio cuando trataba de girar para dejar de dar la espalda como un mal acto de descortesía.

—Hyung, ¿cuándo dejarás de ignorarme? ¿Por qué estás haciéndome esto?

—Kyun, no es momento, por favor. Tengo clases y no puedo llegar tarde.

—¿No es momento? ¿Y cuándo lo será? ¿No quieres hablarme más?

Aquellos brillantes ojos perdieron su estrella después de tres preguntas que sonaban con molestia, angustia e intriga, cosa que causaba un malestar desagradable en el cuerpo de SeungCheol . Por un momento sintió que estaba siendo un miserable, ChangKyun no merecía ser tratado de esa manera sin explicación. Pero esta vez quería ser egoísta si eso le ayudaría a sacarlo de su cabeza.

—Tengo cosas que hacer —utilizó una vez más la misma excusa que sacaba del bolsillo todo el tiempo. Claro que quería hablar con él, lo deseaba; pero simplemente se veía incapaz, un cobarde.

ChangKyun rodó los ojos con cansancio al momento en que sus oídos recibieron la información.

Harto. Harto de la misma maldita excusa, ¿ni siquiera podía esforzarse para mentirle?

—Siempre tienes algo que hacer —espetó apartando la vista. Una amarga sonrisa pintó su rostro de colores oscuros que fueron convertidos en frustrados gritos internos que golpeaban por ser liberados, pero ChangKyun haría un esfuerzo por retenerse—. Al menos esfuérzate para mentirme.

ligando al capitán › jookyunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora