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—¡JooHeon estoy en casa! —exclamó el señor Lee desde el piso de abajo, aunque al percatarse que su hijo no daba señales de aparecer, le resultó algo extraño y decidió llamar su nombre por segunda vez, esta vez con un tono interrogante— ¿JooHeon?

Con los ojos abiertos a más no poder, JooHeon se removió en la cama exaltado al escuchar la voz de su progenitor, sin saber cómo reaccionar o qué hacer.

—Ay carajos —masculló moviendo a ChangKyun a un lado para poder moverse él— ¡En un momento voy!, estoy.... ah... terminando un proyecto importante con un compañero —mintió mientras se colocaba con un equilibrio deplorable el bóxer.

—¡Está bien hijo, te espero en la mesa!

Los nervios crecientes cegaron la mente del preocupado capitán por completo, pues no tenía la menor idea de lo que fuera a pasar si su padre descubría la situación en la cuál estuvo con ChangKyun horas antes. No podría explicarle a su padre que acababa de tener sexo, y no con una mujer, sino un hombre que solo un tiempo atrás lo acosaba constantemente. Respiró profundo buscando el sosiego y se dirigió hacia ChangKyun para despertarlo. Movió constantemente el inconsciente cuerpo con delicadeza y así se mantuvo por unos segundos, pero al ver que ChangKyun no despertaba, decidió ir por el plan B. Agitando la mano velozmente, esta misma descendió con la misma velocidad que antes y se estrelló contra las desnudas nalgas del menor, las cuales enrojecieron poco después.

—¡Ay! ¿Qué te pasa, demente? —reclamó despertándose poco a poco mientras sus cejas se encargaban de fruncirse, masajeando la zona golpeada.

—Lárgate de mi casa —ordenó acabando de vestirse, pero el no ver movimiento de parte de ChangKyun formó una expresión molesta en su rostro—. Muévete inútil.

—¿Qué si no quiero?— desafió burlón.

—Voy a usar tu cara de alfombra. Venga, a vestirse y largo de mi casa.

ChangKyun se levantó de la cama entre molestas quejas que no eran más que murmullos y gruñidos. El castaño no lo estaba notando, pero JooHeon lo veía entre risas de reojo, pues la escena que sus ojos estaban teniendo el gusto de ver le parecía algo adorable. Sí, ChangKyun, ese chico que tanto detestaba tiempo atrás, ahora le parecía un ser viviente demasiado tierno.

Una vez había terminado de vestirse, ChangKyun acomodó su despeinado cabello castaño y se dirigió al baño para lavarse la cara y no parecer tan adormilado. Alzó su rostro mojado siendo lo primero que vio en el espejo de tamaño medio, situado en la pared de color azul. Sonrió inconscientemente cuando le vino a la mente un recordatorio del lugar donde había dormido: la casa del guapo capitán de fútbol; un patán supuestamente heterosexual que había terminado disfrutando cada segundo con él bajo las sábanas. No lo diría, pero estaba regocijándose, otro más que se había tragado sus palabras con un gran vaso de agua.

—Oh, querido mío, volviste a ganar otra vez. ¿Qué haremos con tantos trofeos en la mochila? Esta llena de victorias y contradicciones de esos inútiles —dijo a su reflejo con una sonrisa autosuficiente—. Pero mírate, siendo tan atractivo y seductor, quien no podría arriesgarse a dejar su alma en el limbo si tú existes.

—¡Oye, sal ya de ahí!

—Regresemos para volver loco a ese idiota —dijo de nuevo para su reflejo sonriente—, porque no lo sabe, pero la cama no es suficiente para pagarme cada humillación que me tragué de su parte.

—¡ChangKyun, carajos!

El susodicho abrió la puerta del baño con la misma sonrisa que su reflejo destellaba con tanta malicia solo unos segundos atrás.

ligando al capitán › jookyunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora