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—¡Lo hicimos, carajo! —exclamó Kunpimook eufórico.

Todas aquellas miradas felices y llenas de éxtasis, volaron como si fueran cometas, aterrizando todas sobre ChangKyun. El dibujó una curvilínea apenas visible en su rostro, tragando duro.

—¡Eres increíble, Kyun! —gorjeó Bogum con una inmensa sonrisa.

ChangKyun hizo un reverencia de agradecimiento, sosteniendo la botella de agua con firmeza.

—Claro que lo es. Es mi mejor amigo —habló MinHyuk con gran orgullo.

ChangKyun lo miró destellante. Era la única persona que podía ver de esa manera. MinHyuk era fiel, amable, benevolente, empático; estaba rebasando al mundo entero con su estupenda personalidad, que, aunque ChangKyun sabía que la mala suerte tomaba su mano todo el tiempo, MinHyuk había sido aquella moneda de oro que encontró por casualidad en el camino. La mayor parte de tiempo detestaba y aborrecía su existencia, pero su mejor amigo lo ayudaba a enfrentarlo.

Los chicos regresaron a sus casas llenos de emoción y positividad. Ahora trabajarían aún más duro para llegar todavía más lejos. Cuando sus padres supieran lo que habian logrado, se volverían locos de orgullo; al menos los de ellos, porque los de ChangKyun seguramente no les importaría en lo más mínimo, sobre todo su madre, que es muy probable que haga un comentario repulsivo como "¿Por qué no te fracturaste un poco?" o ":Parece importarme?"

El menor llegó a su hogar después de un cansado camino. No podía negar que debido a tantas acrobacias, su cuerpo estaba cansado y adolorido, pero ver la emoción de los chicos sanaba todo ese dolor. Bueno, la de MinHyuk, los demás le importaban una mierda. Aunque, Bogum le agradaba.

Lo que más lo llenaba de suficiencia, era la expresión de felicidad que su mejor amigo emanaba. Se veía más resplandeciente que de costumbre, y eso llenaba el corazón de ChangKyun de paz.

Se tiró sobre su gastado colchón y respiró profundo. La sensación de acostarse en su cama luego de un atareado día era, simplemente maravillosa. Aunque bueno, su colchón estaba tan desgastado que solo era capaz de sentir los resortes de su cama atravesar su delgado cuerpo. ¿Pero qué podía hacer? No trabajaba, ni encontraba trabajo —porque sí, lo intento una que otra vez—, así que debía conformase con lo poco que sus padres le daban.



























JooHeon POV

Estoy en una oscura y solitaria calle, muy cercana a un maloliente callejón de por ahi, muchos restaurantes de comida rápida y alrededor de tres o cuatro lugares de prostitutas. Veo a mi al rededor, pero no hay personas, solamente yo. Las luces de los restaurantes están apagadas lo que me hace pensar que es tarde, y sentir un abrumador miedo. El lugar no lucía especialmente pacífico.

Llevo mis manos a la cabeza, un fuerte dolor de cabeza me atormenta; el dolor tan intenso me impide caminar tranquilo y correctamente. Observo la hora en el reloj que llevo puesto en la muñeca, preguntando desde que momento lo llevo puesto, y, sobretodo, desde cuándo tengo un reloj, ya que no acostumbro a usarlos. Las agujas se mueven marcando la 1:30 a.m de la madrugada.

Siento un malestar en mi estómago, más parecido a las ganas de vomitar. Un eructo sale de mi organismo espantándome hasta a mi mismo por el fuerte olor a alcohol y cigarro, esfumo el aroma asqueroso con mi mano, dispersándolo. A lo lejos puedo divisar a una persona que no logro ver con claridad, mi visión esta sumamente borrosa, tanto que apenas puedo ver algo bien a dos metros de mi.

Me acerco a la misteriosa persona; HoSeok yace sentando en el suelo, dormido y con una botella de cerveza en la mano. Lo miro sin hacer nada, algo me impide hablarle, no sé el qué exactamente, pero es como si me hubiesen acribillado.

ligando al capitán › jookyunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora