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—¡Eh!, pero mira que bombón con el que me he topado —saludó ChangKyun.

JooHeon resopló y siguió en sus cosas. Había vuelto a ser el ChangKyun de siempre, que sorpresa.

—¿Volviste a ser tú? —soltó sin lucir sorprendido.

—Nunca dejé de serlo.

—Me agradabas más cuando eras amable y no un acosador —confesó sin encogiéndose de hombros. El saber que ChangKyun había vuelto a ser el mismo de siempre, le quitaba las ganas de quedarse un minuto más en el instituto. Pero ni huyendo a otro país podías deshacerte de él.

ChangKyun resopló pegando su espalda a las taquillas, sin apartar la mirada sobre JooHeon guardando sus libros.

—Y yo que creía que algo crecía entre nosotros —puchereó.

JooHeon le dedicó una mirada seria, alzando una ceja casi sin poder creer lo que acababa de escuchar. ¿Algo crecer entre ellos? ¿Acaso estaba loco creyendo que tenían algo?

La pesadilla del día anterior apareció otra vez entre sus recuerdos andantes, logrando sentir una abrumadora preocupación. ¿Por qué no podía olvidarlo? Seguía molestando una y otra vez, apareciendo sin previo aviso, hasta otras que sintiera una extraña culpa, y eso era lo más extraño, pues no sabía de dónde provenía. ¿Culpa por qué? ¿Había hecho algo mal que ya no recordaba?

Se convenció que la verdadera pesadilla era preocuparse porque "el estúpido roba atención, SeungCheol" —como JooHeon lo denominó— y el niño narizón, estuvieran casados. Pero esa culpa tan extraña, que no mostraba signos de encajar, seguía picando como abeja.

—¿Entiendes la definición de heterosexual, verdad niño?

ChangKyun asintió sonriente.

—Lo que piensas que eres, pero no es así.

—ChangKyun, detente aquí —dijo posando sus fríos orbes sobre el menor—. Deten esta estupidez. Me gustan las chicas, ¿lo sabes, verdad?

—Sí, lo sé JooHeon —expresó monótono—. Espero pronto llegue el día en que me rinda contigo, porque sigo sin comprender la razón por la que me siento atado contigo.

Su mano acarició suavemente su pierna derecha sobre la tela del pantalón, mientras sus ojos parecían caídos, y, de cierta manera, decepcionados.

—Espero el día en que lo hagas —respondió ácidamente—. Jamás voy a verte más que como un niño inmaduro con falta de atención y las hormonas alteradas.

ChangKyun posó su mirada sobre JooHeon, analizando perfecta y minuciosamente cada palabra que el rubio decía con aquellos divinos labios, pero, también, con aquel frío ser que tanto lo distinguía. En algún punto, ChangKyun llegó a la conclusión que JooHeon era de esa manera con todo el mundo. Su cara siempre mostraba la misma pintura triste, aburrida y sin colores vivos. Un cielo que debía ser azul, pero nunca dejaba de ser gris.

—Jamás dejaré de verte como un anormal que vino a perturbar mi vida con su constante acoso.

ChangKyun llevó al olvido un suspiro roto que salió sin aviso, haciéndole sentir un vacío en sus adentros.

—Detente, Lee.

—¿Cuántas veces te he dicho eso? Mírate de una puta vez. Eres vergonzoso.

Su corazón se contrajo tanto, que incluso sintió una fuerte presión en su pecho, provocándole dolor. ¿Entonces eso es lo que JooHeon pensaba de él todo el tiempo? Solo un inmaduro busca atención y encima "anormal" ¿Por qué jamás puso la suficiente atención a sus palabras? Que imbécil. Viviendo todo el tiempo al rededor de alguien como JooHeon. Gastando su tiempo una y otra vez.

La mirada de JooHeon era tan fría y oscura, sus palabras tan secas ácidas, y su sinceridad, tan verídica como lo mucho que a ChangKyun le gustaba ese imbécil. Y allí estaba Im, entendiendo poco a poco lo que debió entender desde un largo tiempo ya. Ni siquiera era necesario que hablara, sus ojos formaban un libro completo que leías y te enterabas inmediatamente de todo a la perfección.

—Entiéndelo, aléjate de mí, Im. No quiero nada contigo, no me importas, no quiero que ganes las nacionales por mí. Solo olvídame y déjame vivir tranquilo —bramó con la voz gastada—. No soy gay, no soy anormal, no soy de los tuyos. ¿Alguna vez has visto que el fuego se convierte en agua y el hielo en concreto? Detente, Im ChangKyun.

Con aquellas últimas palabras, JooHeon se retiró dejando a ChangKyun a medio pasillo solo y roto. ¿Cómo le podía pasar algo así cuando esa misma tarde debía competir en el segundo día de eliminatorias en las nacionales? Todo era cuestión de su desdichada suerte, eso, y su estúpido corazón, evidentemente.

JooHeon se alejó lo más rápido que pudo, pues la expresión de ChangKyun le había dejado un fuerte nudo en la garganta que no le permitiría seguir hablando más, seguirlo teniendo enfrente. ¿Finalmente lo había alejado?

Tan imbécil.

Otra vez había vuelto, aquella voz tan molesta que lo torturaba, mas, siempre terminaba teniendo razón. Esa era la peor parte. Que una puta voz desconocida y proveniente de su cabeza, tenía razón.

—Lo soy —se dijo a sí mismo—. Soy un gran imbécil.













ligando al capitán › jookyunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora