Never say "Calm down" in a hospital

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El reloj marcaba las seis de la mañana y el hospital ya estaba en pleno movimiento

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El reloj marcaba las seis de la mañana y el hospital ya estaba en pleno movimiento. Kayla y sus colegas habían terminado la ronda matutina y estaban listos para lo que esperaban fuera un día normal, o al menos, lo más cercano a normal que podía ser en Seattle Grace Memorial. Pero si algo habían aprendido todos, era que nunca debían pronunciar la palabra "tranquilo" en un hospital. Porque en el momento en que lo hacías, todo podía cambiar en un instante.

Harper: (bostezando y estirándose) "¿Crees que hoy finalmente tendremos un respiro? Me vendría bien una cirugía sencilla, como una apendicitis o algo aburrido."

Kayla: (arqueando una ceja) "No deberías decir eso en voz alta. Estás tentando al destino."

Emily: (asintiendo) "Kayla tiene razón. La última vez que alguien dijo 'día tranquilo', acabamos con una avalancha de casos de trauma de un accidente múltiple en la autopista."

Harper: (riendo) "Oh, vamos, no es como si... —"

Antes de que Harper pudiera terminar su frase, el altavoz del hospital se activó con urgencia.

•Altavoz: "Código Rojo en Urgencias. Código Rojo en Urgencias."

Kayla, Harper, Emily y Lucas se miraron brevemente antes de salir corriendo hacia la sala de emergencias. Lo que encontraron allí fue un caos absoluto: pacientes en camillas, paramédicos entrando con más personas heridas y una fila de familiares preocupados. Había llegado un autobús lleno de turistas que se había volcado en la carretera, y los heridos seguían llegando sin parar.

Dr. Collins:
(dirigiendo el tráfico humano) "Necesito a todos en sus posiciones. Lucas, tú te encargas de los traumatismos craneoencefálicos. Emily, toma los casos ortopédicos. Kayla, tú y Harper revisen los daños internos. Esto va a ser un infierno."

Los residentes se lanzaron al trabajo, revisando pacientes uno tras otro. Kayla se encontró con un adolescente que se quejaba de un dolor agudo en el abdomen. Sus signos vitales estaban inestables.

Kayla: "Necesitamos llevarlo a una tomografía ahora. Podría tener una hemorragia interna."

Harper: (echando un vistazo) "Eso es lo que pasa cuando dices la palabra 'tranquilo'. Estás maldita, Kayla."

Kayla: (sonriendo mientras corre) "No fui yo la que lo dijo."

Mientras tanto, Emily lidiaba con un hombre que se había roto ambas piernas en el accidente. El hombre, consciente pero con mucho dolor, intentaba bromear para aliviar la tensión.

Paciente: "Bueno, al menos ahora tengo una excusa para no hacer ejercicio."

Emily: (con una sonrisa mientras coloca la pierna en posición) "Y también para no hacer nada de lo que te gusta. Esto va a doler."

Paciente: "Genial, justo lo que necesitaba."

Lucas, por su parte, estaba saturado con pacientes que requerían intervención inmediata. Un hombre con un trauma craneal severo necesitaba una intervención quirúrgica urgente.

Lucas: (frustrado mientras ajusta su máscara) "¡Necesito un quirófano libre ya! No puedo seguir esperando."

Enfermera: "Todos los quirófanos están llenos. Tendrás que improvisar aquí."

Lucas: (rodando los ojos) "Maravilloso, cirugía de trauma cerebral en la sala de urgencias. ¿Qué sigue? ¿Apéndices en la cafetería?"

El ritmo frenético no daba tregua, y todos los médicos estaban al límite. Kayla y Harper lograron estabilizar al adolescente, pero apenas tuvieron un respiro antes de que otro caso llegara. Esta vez, una mujer embarazada con múltiples fracturas y riesgo de perder el bebé.

Harper: "¿Cuándo te graduaste de calmada a superheroína?"

Kayla: "Lo siento, la capa se quedó en la lavandería."

Mientras tanto, Collins iba de un lado a otro, supervisando cada movimiento. Aunque no lo demostraba, incluso él estaba alcanzando su límite.

Dr. Collins: "Recuerden, la calma se mantiene, incluso en el caos. Si no puedes manejarlo, sal del camino."

Harper: (susurrando a Kayla) "¿Alguien más cree que Collins grita para no llorar?"

Kayla: (sonriendo) "Creo que eso lo hace humano."

A medida que las horas pasaban, los casos seguían llegando. Desde cortes menores hasta cirugías mayores, no había un momento de descanso. Emily lidiaba con una joven que no paraba de preguntar si iba a perder su pierna.

Emily: "Vamos a hacer todo lo posible para salvarla, pero necesitas cooperar y mantenerte tranquila."

Paciente: "¿Tranquila? ¿Has perdido la cabeza?"

Emily: (con un tono firme) "No, pero si tú pierdes la calma, todos perdemos. Necesito que respires conmigo."

Lucas, después de finalmente conseguir un quirófano, lograba estabilizar al paciente con el trauma craneal. Al salir del quirófano, se encontró con Harper.

Harper: "Hey, cerebro de oro. Bien hecho ahí adentro."

Lucas: (agotado) "Gracias, aunque preferiría haberlo hecho en un quirófano de verdad y no en un escenario improvisado."

Harper: "Bienvenido al circo de Seattle Grace."

La jornada continuó con un flujo constante de pacientes y médicos al borde del agotamiento. A las nueve de la noche, finalmente comenzó a calmarse la situación, y el equipo de médicos, exhausto, se reunió en la sala de descanso.

Kayla: (dejándose caer en un sillón) "No puedo creer que no hayamos perdido a nadie hoy."

Emily: "Eso es porque somos buenos en lo que hacemos, incluso cuando estamos sobrepasados."

Lucas: (sarcástico) "O tal vez solo somos masoquistas que disfrutan del caos."

Harper: (levantando una botella de agua) "Por los masoquistas, entonces. Y por nunca, nunca, decir la palabra 'tranquilo' de nuevo."

El equipo rió entre suspiros de cansancio. En ese momento, todos sabían que su trabajo era mucho más que cirugías y emergencias. Era una mezcla de destreza, resiliencia y una buena dosis de humor negro para sobrevivir los días más duros. Porque en un hospital como Seattle Grace Memorial, un día "tranquilo" era solo una ilusión.

Between life and deathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora