nightmares

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Catorce días habían pasado desde aquella noche fatídica

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Catorce días habían pasado desde aquella noche fatídica. En la Unidad de Cuidados Intensivos, Kayla yacía en una cama, su cuerpo luchando por recuperarse de la brutal agresión. Las luces de los monitores iluminaban tenuemente la habitación, emitiendo el constante y monótono sonido de su latido.

Emily había estado revisando a Kayla a diario, observando cada pequeño signo de mejoría. Sin embargo, esa mañana, algo cambió. Kayla, quien había estado en coma inducido debido a una severa contusión en el cráneo, comenzó a mover ligeramente los dedos y las pestañas. Los monitores mostraban actividad, un signo de esperanza.

Cuando Kayla finalmente abrió los ojos, todo era confusión. Los sonidos del hospital, los pitidos de las máquinas, el frío de la habitación… nada tenía sentido. Estaba aturdida, su cabeza latía con un dolor sordo, y una sensación de ahogo la invadía al sentir el tubo endotraqueal en su garganta.

Kayla: (con la mirada perdida, en pánico) "¿Dónde estoy? ¿Qué está pasando?"

Las manos temblorosas de Kayla buscaron arrancar los tubos y vías conectados a su cuerpo. Sentía el pánico apoderarse de ella, como si su piel estuviera siendo invadida. Su mente, aún nebulosa, trataba de comprender su situación, pero solo podía sentir una urgente necesidad de huir.

Kayla: (jadeando, desesperada) "¡Déjenme salir! ¡Déjenme salir de aquí!"

Emily, en su ronda habitual, se detuvo en seco al pasar frente a la habitación de Kayla. Al ver la escena, su corazón dio un vuelco. Kayla, su amiga, estaba intentando arrancarse las vías intravenosas y los tubos, luchando frenéticamente con las correas que la mantenían en su lugar.

Emily: (corriendo hacia Kayla) "¡Kayla! ¡Detente, por favor! ¡Soy yo, Emily!"

Kayla giró la cabeza hacia Emily, pero no la reconoció. El pánico en sus ojos era palpable, y en lugar de calmarse, sus movimientos se volvieron más erráticos y desesperados. Todo lo que Kayla podía sentir era la necesidad de escapar, de alejarse de ese lugar que ahora le parecía una prisión.

Kayla: (gritando, con lágrimas en los ojos) "¡No! ¡No! ¡No me toques! ¡Tengo que salir!"

Emily, intentando mantener la calma, trató de sujetarla con firmeza, pero con suavidad. La fuerza de Kayla, impulsada por la adrenalina y el miedo, la sorprendió. Emily sacó su walkie para dar aviso urgente a los demás médicos, pero su preocupación principal era calmar a Kayla y evitar que se hiciera más daño.

Emily: (con voz suave y firme) "Kayla, por favor, mírame. Estás a salvo, nadie te va a hacer daño. Estoy aquí, no estás sola."

Los gritos de Kayla resonaron en los pasillos, alertando a los demás médicos. Harper, Lucas y Dr. Collins corrieron hacia la UCI, sus corazones pesados con la mezcla de preocupación y terror por lo que podrían encontrar. Al entrar, vieron a Kayla retorciéndose en la cama, sus ojos llenos de pánico mientras Emily intentaba sostenerla.

Harper: (con la voz firme) "¡Kayla, soy yo! Harper! ¡No vamos a hacerte daño, por favor, detente!"

Pero para Kayla, la visión de sus colegas solo revivió el trauma. Las imágenes de la agresión comenzaron a inundar su mente: los golpes, los insultos, el dolor indescriptible y el miedo absoluto de no poder escapar. Recordó la desesperación al arrastrarse hasta el baño, el sonido de los gritos de David, y el intento de abuso que había temido en su momento más vulnerable.

Kayla: (aferrándose a Emily, con la voz rota) "No… no… ¡Por favor, no me dejen sola! ¡No quiero estar sola!"

Emily la sostuvo con fuerza, sintiendo los temblores de Kayla mientras revivía cada instante de aquella noche. Las lágrimas corrían por el rostro de Emily al ver el estado de su amiga, la mujer fuerte y radiante ahora reducida a un manojo de miedo y dolor.

Emily: (acariciando el cabello de Kayla, con voz temblorosa) "No estás sola, Kayla. Te prometo que no estás sola. Estoy aquí contigo."

Kayla se aferró a Emily con una fuerza casi desesperada, su cuerpo temblando incontrolablemente. Los demás médicos rodearon la cama, sus rostros mostrando una mezcla de impotencia y rabia por lo que le había sucedido a su colega. Collins, con la mandíbula apretada, sintió cómo la ira crecía dentro de él; ver a Kayla así era más de lo que podía soportar.

Lucas: (susurrando a Harper) "¿Cómo vamos a sacarla de esto? Esto... esto es mucho más de lo que jamás pensamos."

Harper: (secándose las lágrimas) "Lo haremos juntos. No vamos a dejar que Kayla pase por esto sola. Es una promesa."

Con cuidado, comenzaron a reconectar las vías y los tubos que Kayla se había arrancado, mientras Emily no dejaba de consolarla. Cada toque era suave, cada movimiento medido para no alarmarla más. Finalmente, con la ayuda de un sedante suave, lograron calmar su respiración y reducir el ataque de pánico. Kayla permanecía aferrada a Emily, incapaz de soltarla.

Kayla: (con voz temblorosa) "Por favor... no me dejes."

Emily: (sosteniéndola con fuerza) "No te voy a dejar, Kayla. No te dejaré sola ni un segundo, te lo prometo."

Los demás se quedaron en la habitación, formando una barrera de apoyo alrededor de Kayla. Sus colegas, sus amigos, no iban a permitir que ella enfrentara esta oscuridad sola. En ese momento, no eran solo médicos; eran una familia. Y estaban dispuestos a luchar por Kayla, tal como ella lo había hecho por tantos otros.

Between life and deathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora