El día del juicio había llegado, y el hospital entero estaba en un estado de nerviosismo silencioso. Kayla había intentado mantener la calma, sumergiéndose en su trabajo, pero sus pensamientos la traicionaban constantemente. Sabía que enfrentarse a ese hombre en la corte sería una prueba tan desafiante como cualquier cirugía complicada que hubiera realizado.
La mañana comenzó como cualquier otra en el hospital. Kayla intentó concentrarse en sus pacientes, pero su mente estaba en la corte. Sus colegas, conscientes de la tensión que sentía, intentaron distraerla con conversaciones ligeras, pero la tensión era palpable.
Emily, como siempre, estuvo a su lado.
Emily: "Recuerda, no tienes que hacer esto sola. Todos vamos a estar ahí contigo, ¿sí?"
Kayla: (respirando profundamente) "Lo sé. Solo… quiero que esto termine. Quiero que todo esto quede atrás."
La corte estaba abarrotada de personas: abogados, periodistas, y algunos curiosos que querían ver a la valiente doctora enfrentarse al hombre que había puesto en riesgo su vida y la de sus pacientes. Kayla entró al tribunal con la cabeza en alto, pero por dentro, una tormenta de emociones la asediaba. Los recuerdos de esa noche todavía la atormentaban, pero sabía que debía ser fuerte, no solo por ella, sino por todos aquellos que habían confiado en su valentía.
El juicio avanzó, y Kayla tuvo que revivir cada detalle de aquella terrible noche. El hombre, con una mirada desafiante y llena de odio, no apartaba los ojos de ella, como si quisiera intimidarla incluso desde la distancia. Mientras Kayla relataba los eventos, su voz se mantuvo firme, aunque sus manos temblaban ligeramente. A cada palabra que pronunciaba, sentía el peso de la angustia que había estado cargando durante semanas.
Al finalizar su testimonio, Kayla salió de la sala de audiencias para tomar un respiro. Afuera, Harper la esperaba con una sonrisa de apoyo.
Harper: "Lo hiciste bien, Kayla. Ya casi termina."
Kayla: (asintiendo, con un suspiro) "Solo quiero que todo esto acabe y podamos seguir adelante."
Pero mientras esperaban la sentencia, el abogado del hombre pidió la palabra, afirmando que su cliente tenía algo más que decir. El hombre se levantó, y con una mirada fría y calculadora, señaló a Kayla.
-"Esto no ha terminado, ¿sabes? Pueden encerrar mi cuerpo, pero siempre habrá alguien dispuesto a terminar lo que yo empecé. Disfruta de tu tiempo, doctora, porque no te queda mucho."
El tribunal se llenó de murmullos y el juez pidió silencio. Pero las palabras ya habían sido dichas, y el mensaje era claro. Kayla, aunque inmutable en apariencia, sintió una punzada de miedo recorrer su columna vertebral. Emily y Harper se acercaron a ella, intentando ofrecer consuelo.
Emily: "No dejes que te intimide. No tiene ningún poder sobre ti ahora."
Kayla: "Es solo un hombre… pero esas palabras…"
Harper: "No estás sola en esto, Kayla. Vamos a asegurarnos de que estés segura, pase lo que pase."
Después de la sentencia, el hombre fue escoltado fuera del tribunal, pero sus palabras seguían resonando en la mente de Kayla. Esa noche, mientras intentaba conciliar el sueño en su penthouse, no podía evitar mirar por la ventana, preguntándose si realmente estaba a salvo.
El hospital redobló las medidas de seguridad y Kayla fue escoltada por guardias tanto en su casa como en el trabajo. Sin embargo, la amenaza seguía siendo una sombra constante en su vida. A pesar de las precauciones, Kayla sentía que su libertad estaba siendo arrebatada lentamente por el miedo.
En los días siguientes, Kayla trató de retomar su rutina normal. Volvió al quirófano, atendió a sus pacientes y trató de concentrarse en lo que siempre había amado hacer. Sin embargo, el temor persistía, un susurro constante en el fondo de su mente.
Una tarde, mientras se preparaba para una cirugía, Emily la encontró mirando fijamente la hoja de bisturí en su mano, perdida en sus pensamientos.
Emily: "¿Estás bien?"
Kayla: (sacudiendo la cabeza y sonriendo) "Sí, solo… pensando."
Emily: "Kayla, no tienes que fingir con nosotros. Si necesitas ayuda, estamos aquí."
Kayla: "Lo sé, Emily. Es solo que… a veces me siento atrapada. Como si estuviera esperando que algo malo suceda en cualquier momento."
Emily la abrazó, y Kayla finalmente permitió que una lágrima solitaria rodara por su mejilla. Era la primera vez en mucho tiempo que permitía que alguien viera lo frágil que se sentía realmente. Sabía que el camino hacia la recuperación no era fácil, pero con cada día que pasaba, estaba decidida a recuperar el control de su vida, sin importar cuántas amenazas tuviera que enfrentar.
Kayla entendió que la fortaleza no siempre significaba no tener miedo, sino seguir adelante a pesar de él. Y con el apoyo de sus amigos y colegas, estaba dispuesta a enfrentar cualquier desafío que el destino le pusiera en su camino.
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Between life and death
Short StoryUna médica cirujana de 23 años se embarca en el hospital mas famaso y conocido de toda américa siendo la más joven.