El hospital, con su incesante flujo de pacientes y situaciones inesperadas, había sido testigo de todo tipo de tragedias y momentos conmovedores. Los casos del día no serían la excepción, y Kayla, Emily y el Dr. Collins se enfrentaban a nuevas situaciones que, aunque diferentes, eran igual de desafiantes tanto en lo médico como en lo emocional.
•Caso 1: La madre adolescente y la sobremedicación accidental
Una joven madre, apenas de 17 años, entró corriendo por las puertas de urgencias, con su hijo de dos años en brazos. El niño estaba letárgico, y la madre, con lágrimas en los ojos, apenas podía hablar de la desesperación.
Kayla fue la primera en recibirlos, y tras examinar rápidamente al pequeño, ordenó que lo llevaran de inmediato a pediatría.
Kayla: (tratando de calmar a la madre) "¿Qué ha tomado? ¿Cuántas dosis?"
La madre, entre sollozos, explicó que su hijo había estado con fiebre, y ella, en su desesperación por verlo mejorar, le había dado demasiadas dosis de paracetamol sin darse cuenta del peligro.
Madre: (llorando) "Solo quería que se sintiera mejor… no sabía que le estaba haciendo daño."
Kayla le puso una mano en el hombro, comprendiendo el estrés y la angustia que la joven madre sentía.
Kayla: (suavemente) "Lo sé, estás haciendo todo lo que puedes por él. Vamos a ayudarlo, pero es importante que recuerdes que con los medicamentos siempre debes seguir la dosis indicada."
Tras administrar carbón activado para absorber el exceso de medicamento, y después de horas de observación, el niño comenzó a estabilizarse. Mientras tanto, Emily trabajó con la madre adolescente, proporcionándole recursos educativos sobre el cuidado de su hijo y conectándola con servicios de apoyo para madres jóvenes.
Emily: (con voz calmada) "No estás sola en esto. Hay maneras de recibir ayuda y de aprender lo que necesitas para cuidar de él sin tanto miedo."
El caso fue un recordatorio de las complejidades que enfrentan las madres jóvenes, especialmente cuando la falta de experiencia se mezcla con la angustia de querer hacer lo mejor por sus hijos.
•Caso 2: Adolescente con alergia severa a los cacahuetes
El siguiente caso fue el de un joven de 16 años que ingresó en urgencias con una reacción alérgica severa. Su rostro estaba hinchado, luchaba por respirar y su piel mostraba signos claros de anafilaxia. Lo ingresaron de inmediato, y Emily se encargó de administrarle epinefrina, estabilizándolo antes de que la situación se volviera crítica.
Mientras el equipo lo estabilizaba, la historia detrás de su reacción salió a la luz.
Emily: (tratando de obtener detalles) "¿Comiste algo que sabías que tenía cacahuetes? ¿Qué pasó?"
El adolescente, entre jadeos y claramente afectado por la situación, confesó que su novia lo había obligado a comer un dulce con cacahuetes, amenazando con suicidarse si él no lo hacía. La presión emocional había sido tan intensa que él había accedido, a pesar de su alergia.
Emily: (con incredulidad y seriedad) "¿Ella te amenazó? Sabes que esto pudo haberte costado la vida, ¿verdad?"
El joven, lleno de culpa y confusión, simplemente asintió, incapaz de procesar del todo lo que había ocurrido. Kayla, al escuchar la historia, no pudo evitar sentir rabia por la manipulación que había sufrido, pero también compasión por la carga emocional que el adolescente cargaba.
Kayla: (con firmeza) "Vamos a conseguirte la ayuda que necesitas. Pero debes entender que nadie debería forzarte a hacer algo que ponga en riesgo tu vida, sin importar lo que te digan."
El caso fue transferido a psiquiatría para asegurarse de que tanto el adolescente como su novia recibieran la atención mental necesaria. Fue un recordatorio de lo peligrosa que puede ser la presión emocional en las relaciones jóvenes, especialmente cuando la salud está en juego.
•Caso 3: La paciente con el tampón atorado
El tercer caso trajo un toque de comicidad a lo que, para las involucradas, era una situación llena de pánico. Una joven, de alrededor de 22 años, llegó acompañada de sus amigas, todas llorando y casi histéricas, asegurando que su amiga "iba a morir" porque tenía un tampón atorado.
Dr. Collins fue el primero en ver el caso y no pudo evitar sonreír un poco ante el nivel de dramatismo que traían las chicas.
Dr. Collins: (con una sonrisa divertida) "No se va a morir. Esto es algo común. Pero primero necesitamos que todas se calmen, especialmente tú."
La joven, avergonzada pero aterrorizada, se sentía incapaz de moverse. Kayla y Emily tomaron el control, asegurándole que era una situación que podían manejar fácilmente.
Kayla: (con suavidad) "Esto es más común de lo que crees. No es peligroso, pero vamos a resolverlo enseguida. Confía en nosotras."
Mientras Kayla preparaba a la paciente para la extracción, las amigas seguían en la sala de espera, llorando y abrazándose, como si estuvieran en medio de una tragedia. El procedimiento fue rápido y sin complicaciones, y en menos de quince minutos, el tampón fue retirado sin ningún problema.
Kayla: (sonriendo después de terminar) "Listo. No vas a morir hoy, tranquila."
La paciente, todavía un poco avergonzada, se rió nerviosamente y agradeció al equipo, mientras Emily les explicó a todas las chicas cómo prevenir que algo similar ocurriera en el futuro.
Emily: (con una pequeña sonrisa) "La próxima vez, no esperen tanto para venir al hospital, y recuerden siempre cambiar los tampones a tiempo."
El caso dejó a todos en el hospital con una pequeña sonrisa, un recordatorio de que, aunque algunos problemas pueden parecer el fin del mundo, a veces solo necesitan un poco de calma y un enfoque práctico para ser solucionados.
Cada caso del día trajo su propia mezcla de emociones, desde la angustia hasta el alivio, pero en cada uno, Kayla, Emily y el Dr. Collins demostraron no solo su capacidad médica, sino su habilidad para tratar a cada paciente con la compasión y el cuidado que necesitaban en momentos tan vurnerables.
ESTÁS LEYENDO
Between life and death
Short StoryUna médica cirujana de 23 años se embarca en el hospital mas famaso y conocido de toda américa siendo la más joven.