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La calma en el hospital era engañosa. Era casi medianoche cuando las ambulancias comenzaron a llegar una tras otra, rompiendo el silencio con sus sirenas ensordecedoras. Un autobús escolar se había volcado en la autopista debido a las fuertes lluvias, dejando un saldo de varios niños heridos y al menos dos muertos.
Kayla King estaba en el área de descanso, repasando informes, cuando escuchó el código de emergencia. Sin pensarlo, salió corriendo hacia la sala de emergencias, donde el caos ya había comenzado a desplegarse.
Un Niño Entre la Vida y la Muerte
El primer paciente que recibió Kayla era un niño de 8 años con una fractura de cráneo y una hemorragia interna evidente. Su piel estaba pálida, y su pulso débil.
Kayla: "¡Prepárense para intubación! Necesito un TAC de emergencia y una vía central ahora mismo."
El equipo trabajaba a toda velocidad, pero la situación era crítica. Kayla mantenía una calma aparente, pero por dentro, su mente estaba en un torbellino de pensamientos.
Kayla: (pensando) "No puedo perderlo. No hoy."
El monitor cardíaco comenzó a emitir un pitido incesante, anunciando un paro cardíaco.
Kayla: "¡Equipo de reanimación aquí ahora! Comenzamos compresiones."
El sudor resbalaba por su frente mientras contaba las compresiones en voz alta, sin apartar la vista del niño.
Mientras tanto, Doctor West estaba en la sala contigua atendiendo a una adolescente de 14 años con múltiples fracturas y un pulmón colapsado. La chica lloraba incontrolablemente.
Nathan: "Tranquila, estás a salvo ahora. Vamos a cuidar de ti."
Pero sus palabras parecían no llegar a la joven, quien repetía entre sollozos:
Paciente: "¿Dónde está mi hermano? Estaba conmigo... no lo encuentro."
Nathan tragó saliva. Sabía que era posible que el hermano de la chica estuviera entre las víctimas fatales, pero no podía confirmarlo aún.
Nathan: "Vamos a buscarlo, te lo prometo. Ahora, necesito que te concentres en respirar. Voy a ayudarte con eso, ¿de acuerdo?"
La conexión visual entre ambos fue suficiente para que la chica asintiera, permitiéndole trabajar.
Emily al limite
Emily corría entre pacientes, coordinando al personal y asegurándose de que nadie quedara desatendido. Pero cuando vio llegar una camilla con un pequeño de no más de 6 años, cubierto de sangre, su corazón se detuvo por un segundo.
Emily: "¿Qué tenemos?"
Paramédico: "Trauma abdominal severo, hemorragia interna. Lo estabilizamos en el camino, pero está crítico."
Emily sintió un nudo en el estómago, pero su voz no mostró duda alguna.
Emily: "Llévenlo al quirófano 2. Necesito al anestesiólogo y un equipo completo allí en cinco minutos."
Mientras se preparaba para la cirugía, Emily recordó los casos anteriores de niños que no habían sobrevivido.
Emily: (pensando) "No esta vez. No voy a perderlo."
El hospital estaba al borde del colapso. Los padres de los niños llegaban en masa, llenando los pasillos con gritos, llantos y súplicas.
Una mujer tomó a Kayla del brazo mientras esta salía de una sala.
Madre: "¡Por favor! Mi hija está adentro. Dígame que está bien."
Kayla quiso responder con algo tranquilizador, pero sabía que la niña estaba en estado crítico.
Kayla: "Estamos haciendo todo lo posible. Le prometo que no vamos a rendirnos."
Las palabras parecían vacías, incluso para ella misma.
Después de horas de tensión, el niño que Kayla había reanimado comenzó a mostrar signos de mejoría. Su pulso se estabilizó, y su respiración fue asistida con éxito.
Enfermera: "Buen trabajo, doctora King. Realmente lo sacaste de una situación imposible."
Kayla sonrió débilmente, pero por dentro, su cuerpo temblaba. Sentía el peso de cada vida en sus manos, y aunque esta vez había ganado, sabía que no siempre sería así.
Nathan y Kayla: Un Encuentro
Al final de la noche, Kayla y Nathan se cruzaron en el pasillo. Ambos estaban cubiertos de sangre y visiblemente agotados.
Nathan: "¿Estás bien?"
Kayla: "Creo que sí. ¿Y tú?"
Nathan asintió, pero su mirada revelaba algo más. Sin pensarlo, se acercó y la abrazó.
Nathan: "Fue una noche horrible, pero estoy agradecido de que estemos en esto juntos."
Kayla, sorprendida por el gesto, tardó unos segundos en corresponder.
Kayla: (pensando) "No puedo permitirme esto. No ahora."
Pero por un breve momento, se permitió descansar en sus brazos, sabiendo que necesitaría toda la fuerza posible para enfrentar lo que venía.
Aquella noche, mientras el hospital comenzaba a calmarse, Kayla se sentó en la sala de descanso con una taza de café frío. Sus pensamientos se dividían entre los pacientes que había salvado y los que no pudo salvar.
Kayla: (pensando) "Hacemos todo lo que podemos, pero a veces no es suficiente. Sin embargo, eso no significa que podamos rendirnos."
Cuando Nathan entró y dejó caer su chaqueta en una silla, le lanzó una sonrisa cansada.
Nathan: "¿Mañana otra ronda?"
Kayla: "Siempre."
Ambos sabían que este era solo un capítulo más en la interminable batalla que enfrentaban día tras día.