Among rubble

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El sonido de las alarmas resonaba en los pasillos del hospital como una advertencia constante del caos que estaba por venir

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El sonido de las alarmas resonaba en los pasillos del hospital como una advertencia constante del caos que estaba por venir. Kayla apenas había terminado de cambiarse después de una larga cirugía cuando el aviso llegó: un edificio de oficinas en el centro de la ciudad había colapsado. Se informaban docenas de heridos, posiblemente más muertos.

Kayla: (ajustándose el estetoscopio mientras corría hacia la sala de emergencias) "Esto no es una simulación, King. Es real. Prepárate para lo peor."


Cuando la primera ambulancia llegó, el hospital ya había activado el protocolo de emergencia. Médicos, enfermeras y residentes corrían por todos lados, preparando quirófanos, organizando equipos y trayendo camillas adicionales.

Kayla vio cómo los paramédicos bajaban a un hombre cubierto de polvo y sangre seca, una barra de metal atravesándole el abdomen. El hombre apenas respiraba.

Paramédico: (gritando) "¡Varón, 45 años! ¡Perforación abdominal, posible hemorragia interna!"

Kayla se adelantó, con las manos temblorosas, pero la mente enfocada.

Kayla: "¡Llévenlo a la sala dos! Harper, necesito que prepares para cirugía inmediata. ¡Asegúrense de que no pierda más sangre!"

Mientras el hombre era llevado al quirófano, Kayla notó que una mujer llegaba en la siguiente ambulancia. Sostenía a un niño en brazos, ambos cubiertos de heridas.

Madre: (sollozando) "¡Por favor, sálvenlo! Apenas tiene seis años..."

Kayla se agachó para inspeccionar al pequeño. Su pierna derecha estaba en una posición antinatural, y su respiración era superficial.

Kayla: (calmando a la madre mientras evaluaba al niño) "Haremos todo lo posible, señora. Necesitamos llevarlo adentro ahora mismo."

Madre: (gritando) "¡No me dejen afuera! ¡No me dejen afuera!"

Kayla intercambió una mirada rápida con Emily, quien había llegado para asistir.

Emily: "Yo la calmaré. Tú encárgate del niño."

Kayla asintió, agarrando la camilla y dirigiéndose a la sala de traumas.


El hospital estaba al borde del colapso. Cada sala estaba ocupada. Los gritos de los pacientes mezclados con las órdenes de los médicos creaban una atmósfera insoportable.

Kayla, junto con Harper y Nathan, trabajaban en el niño.

Harper: "¡Fractura compuesta en el fémur derecho! Hay hemorragia, Kayla."

Kayla: "¡Nathan, consígueme un torniquete! Harper, mantén la presión aquí mientras estabilizo su columna."

Nathan, sudoroso pero sereno, entregó el torniquete y luego se inclinó sobre el monitor para verificar los signos vitales del niño.

Nathan: "Está bajando la presión arterial. Si no actuamos rápido, lo perderemos."

Kayla: (apretando los dientes) "No lo vamos a perder."

Con movimientos precisos, Kayla trabajó en estabilizar al pequeño mientras Harper preparaba el material para la cirugía de emergencia.



Mientras trabajaba, la mente de Kayla no dejaba de divagar entre el caos que la rodeaba. Cada vez que un paciente llegaba con heridas graves o, peor aún, sin signos vitales, algo en su interior se rompía.

"¿Cómo demonios seguimos adelante cuando todo lo que hacemos parece insuficiente?"

Kayla vio a Emily salir de una sala de traumas con lágrimas en los ojos. Acababa de perder a una mujer embarazada atrapada en los escombros.

Emily: (murmurando al pasar) "No pudimos salvarla. Ni a ella ni al bebé."

Kayla sintió un nudo en el estómago, pero no tenía tiempo para consolarla. No todavía. Había más vidas que salvar.


Un grito desgarrador resonó desde la entrada principal.

Paramédico: "¡Colapso pulmonar! ¡Necesitamos ayuda!"

Kayla corrió hacia la entrada y encontró a un adolescente, apenas de 16 años, con una punción en el pecho.

Kayla: "Necesitamos un tubo de toracostomía ahora mismo. ¡Tráiganlo a la sala de traumas tres!"

El chico tenía la piel pálida, y su respiración era casi inexistente. Kayla sintió el sudor correr por su frente mientras insertaba el tubo, liberando el aire atrapado en su cavidad torácica.

Nathan: (entrando para ayudar) "La presión arterial sigue bajando. ¿Qué hacemos si el pulmón no se expande?"

Kayla: (con determinación) "No vamos a llegar a eso. Harper, prepárate para intubar si es necesario. Nathan, vigila los signos vitales."

El silencio en la sala era insoportable mientras esperaban a que el pulmón del chico comenzara a funcionar.

Cuando finalmente lo hizo, Kayla soltó un suspiro de alivio.

Kayla: (murmurando) "Uno menos. Solo quedan cien más..."

Horas después, cuando el flujo de pacientes comenzó a disminuir, Kayla se dejó caer en una silla en la sala de descanso. Sus manos temblaban, y sentía como si un camión le hubiera pasado por encima.

Emily y Harper entraron poco después, ambos luciendo igual de agotados.

Emily: (sirviendo café) "Esto fue... infernal."

Harper: (sentándose junto a Kayla) "Lo hicimos lo mejor que pudimos. No podemos salvar a todos, pero hoy salvamos a muchos."

Kayla asintió, aunque las palabras de Harper no alivian su carga.

Kayla: (murmurando) "¿Y qué hay de los que no salvamos?"

Harper: (tocando su hombro) "Eso es algo con lo que tendremos que vivir, King. Como siempre lo hacemos."

Esa noche, cuando finalmente llegó a casa, apenas tuvo fuerzas para quitarse la ropa antes de desplomarse en la cama.

Mientras cerraba los ojos, las imágenes de los heridos, los gritos y las vidas que no pudo salvar la persiguieron. Pero entre todo ese caos, también recordó las manos de Nathan sosteniéndola, la sonrisa de un niño al ser estabilizado, y las palabras de Harper diciéndole que hizo todo lo que pudo.

"Tal vez no fue suficiente, pero fue lo mejor que pudimos hacer," pensó, antes de finalmente caer en un sueño inquieto.

Between life and deathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora