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Después de la desgarradora experiencia en la habitación de la pareja, Kayla aún estaba tratando de recuperar el equilibrio emocional cuando vio al Dr. Collins en el pasillo. El médico, generalmente tan sereno y con una presencia casi imperturbable, estaba apoyado contra la pared, con el rostro pálido y respirando de forma entrecortada. Su mano se aferraba a su pecho, y cada respiración parecía un esfuerzo.
Alarmada, Kayla se acercó rápidamente, olvidando por un momento el nudo de tristeza y frustración que llevaba en el pecho. Era raro ver al Dr. Collins, el pilar del equipo, en ese estado de vulnerabilidad.
Kayla: "Dr. Collins, ¿se encuentra bien?"
Collins levantó la vista hacia ella, intentando sonreír, pero la expresión de dolor en su rostro le restaba credibilidad a sus palabras.
Dr. Collins: (intentando sonar casual) "Solo… un poco de… presión. Debe ser el estrés acumulado."
Kayla no le creyó ni por un segundo. Sabía que el Dr. Collins, aunque un hombre fuerte, había tenido antecedentes de problemas cardíacos, algo que siempre había tratado de minimizar ante el equipo, como si su salud fuera una cuestión menor comparada con su responsabilidad en el hospital.
Kayla: "Por favor, doctor, vayamos a la sala de emergencias. Este no es momento para ignorar síntomas. Déjeme ayudarlo."
Intentó mantener la calma, pero su mente ya estaba en modo de alarma. Sabía que los problemas cardíacos podían complicarse rápidamente si no se atendían de inmediato, y ver al Dr. Collins en ese estado solo aumentaba su preocupación.
Dr. Collins: (con una leve risa que intenta disimular su dolor) "Kayla, sabes que odio ser el paciente… Prefiero estar al otro lado de esta situación."
A pesar de su intento de bromear, Collins permitió que Kayla lo ayudara a caminar lentamente hacia una silla cercana. Se sentó con dificultad, soltando un suspiro tembloroso mientras Kayla comenzaba a examinarlo, sintiendo cómo el pulso en su muñeca latía de forma irregular.
Kayla: "Lo sé, doctor, pero hoy se hace a mi manera. Permítame revisarlo y asegurarnos de que todo esté en orden. Si no es nada, prometo que le dejaré en paz."
Mientras tomaba su pulso y revisaba sus signos vitales, Kayla no pudo evitar pensar en el peso que el Dr. Collins llevaba a diario. Como líder del equipo, era el encargado de tomar decisiones difíciles, de enfrentarse a situaciones límite y, en gran medida, de mantener el hospital funcionando incluso en los momentos más caóticos. Aquello tenía un costo, y ella se dio cuenta de que él había estado llevándolo en silencio por demasiado tiempo.
Kayla: (con voz firme pero suave) "Sé que es difícil aceptar ayuda cuando estamos acostumbrados a darla, pero recuerde que no tiene que cargar con todo, doctor. Todos confiamos en usted, y precisamente por eso necesitamos que esté bien."
El Dr. Collins miró a Kayla con una expresión de resignación. Sus ojos, normalmente llenos de determinación, ahora reflejaban el cansancio y la fragilidad que había intentado ocultar durante tanto tiempo.
Dr. Collins: (suspirando) "A veces, Kayla, siento que todo este hospital depende de una cuerda floja. Cada decisión, cada operación… siento que, si alguna vez fallo, todo el sistema se desmoronará."
Kayla sintió un nudo en la garganta al escuchar sus palabras. Sabía que él era el ancla del hospital, que cada miembro del equipo lo admiraba y confiaba en él, pero también sabía que, detrás de ese respeto, había una carga enorme que él había estado soportando solo.
Kayla: "No tiene que hacerlo solo, doctor. Todos estamos aquí porque confiamos en usted, pero también porque estamos dispuestos a ayudarlo. No siempre puede ser el héroe, y eso está bien."
Collins asintió lentamente, como si las palabras de Kayla le dieran un breve respiro. Finalmente, permitió que ella lo acompañara hasta la sala de emergencias, donde otros colegas también notaron su condición y se movilizaron para realizarle una serie de pruebas.
Mientras el equipo realizaba el electrocardiograma y monitoreaba su ritmo cardíaco, Kayla se quedó a su lado, vigilando cada detalle del proceso. Sabía que el Dr. Collins odiaba estar en esa posición, pero también sabía que el bienestar del hospital dependía en gran medida de su salud y de que él aprendiera a cuidar de sí mismo.
A medida que los resultados comenzaban a llegar, Kayla notó que el ritmo cardíaco del Dr. Collins mostraba algunas irregularidades que podían ser una señal de problemas más serios si no se atendían adecuadamente.
Enfermera: "Doctor Collins, hemos detectado algunas arritmias. Necesitará hacerse un seguimiento más riguroso y, tal vez, algunos cambios en su rutina."
Collins asintió, aunque su expresión era una mezcla de frustración y resignación. Sabía que odiaría reducir su ritmo de trabajo, pero no podía ignorar los hechos.
Kayla: (intentando aliviar la tensión con una sonrisa) "Vea esto como una orden médica, doctor. Necesita cuidarse para poder seguir cuidándonos a todos."
Collins le dirigió una mirada de agradecimiento, y por primera vez en mucho tiempo, Kayla notó en él una expresión de vulnerabilidad. Era un recordatorio de que incluso las personas más fuertes necesitaban apoyo, y de que la verdadera fortaleza a veces residía en aceptar la ayuda de los demás.
Dr. Collins: (suspirando) "Supongo que es hora de empezar a escuchar a mis propios médicos. Gracias, Kayla."
Kayla sonrió, sabiendo que, aunque el Dr. Collins estaba aceptando ayuda a regañadientes, aquel era un paso importante. Sabía que no era fácil para él, pero también sabía que estaba rodeado de personas dispuestas a respaldarlo.
En ese momento, sintió una especie de alivio. El hospital no era solo una institución de salud; era una familia, y cada uno de ellos estaba dispuesto a hacer lo necesario para cuidar de los demás. Kayla miró al Dr. Collins y, en silencio, hizo una promesa: haría lo posible por ser una fuente de apoyo para él, de la misma manera en que él lo había sido para todos ellos.