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El hospital estaba particularmente tranquilo aquella tarde. Los pasillos, usualmente llenos de ruido y caos, parecían haber tomado un respiro. Kayla King revisaba los registros de los pacientes cuando notó un nombre nuevo en la lista de consultas programadas: Anna Gallagher, 34 años, diagnóstico pendiente.
Kayla: (pensando) "¿Diagnóstico pendiente? Interesante. Tal vez sea algo simple."
Anna llegó puntual, vestida impecablemente con un conjunto beige y una bufanda de seda. Su cabello castaño claro estaba perfectamente peinado, y llevaba una sonrisa que parecía más una máscara que una expresión genuina.
Kayla: "Hola, Anna. Soy la doctora Kayla King. ¿Qué te trae por aquí?"
Anna se sentó con cuidado en la camilla, cruzando las piernas con una elegancia que parecía estudiada.
Anna: "Me hicieron un chequeo completo hace dos semanas. Todo salió perfecto, pero... no me siento bien."
Kayla: "¿Qué tipo de síntomas tienes?"
Anna titubeó por un momento.
Anna: "No tengo síntomas físicos. Es difícil de explicar, pero... siento que algo anda mal conmigo."
Kayla realizó un examen físico minucioso, pero como Anna había mencionado, no encontró nada fuera de lo común. Presión arterial, frecuencia cardíaca, reflejos, todo estaba en perfecto orden. Incluso sus análisis previos confirmaban una salud impecable.
Kayla: "Desde el punto de vista médico, estás completamente sana, Anna. Pero algo me dice que hay más detrás de esto. ¿Te sientes cómoda hablándome sobre lo que realmente te preocupa?"
La sonrisa de Anna tembló por un instante antes de desaparecer por completo. Sus ojos brillaban con lágrimas contenidas.
Anna: "¿Sabes lo que es estar rodeada de gente y sentirte completamente sola? ¿Sentir que no importa cuánto te esfuerces, nunca es suficiente?"
Kayla se inclinó hacia adelante, dejando de lado su libreta.
Kayla: "¿Por qué no empiezas desde el principio? Estoy aquí para escucharte."
Anna comenzó a hablar, al principio de manera pausada, luego con un torrente de palabras que parecía haber estado reprimiendo durante años. Era la hija menor de una familia prominente, siempre presionada para ser la mejor en todo: las mejores calificaciones, el mejor trabajo, la pareja perfecta.
Anna: "Lo logré todo, ¿sabes? Pero cada logro me hacía sentir más vacía. Y luego vino el matrimonio. Todos decían que éramos la pareja ideal. Pero él me dejó hace dos años. Dijo que no podía lidiar con mi... intensidad."
Kayla frunció el ceño, captando una palabra que resonó en su mente.
Kayla: "¿Intensidad? ¿Qué quiso decir con eso?"
Anna soltó una risa amarga.
Anna: "Quiso decir que yo no sabía cómo ser feliz. Y tenía razón. Todo lo que hago, lo hago para evitar pensar en lo que realmente siento: que no soy suficiente, ni siquiera para mí misma."
Mientras Anna hablaba, Kayla comenzó a notar pequeñas señales: el movimiento nervioso de sus manos, la forma en que evitaba el contacto visual por demasiado tiempo, las pausas en su voz.
Kayla: (pensando) "No hay nada físicamente malo con ella, pero la depresión puede destruir más que el cuerpo. Puede arrancar el alma."
Kayla: "Anna, voy a ser completamente honesta contigo. Creo que estás enfrentando una depresión severa. Esto no es algo que puedas superar sola, pero no significa que estés rota o que no haya esperanza."
Los ojos de Anna se llenaron de lágrimas, y esta vez no trató de detenerlas.
Anna: "¿Cómo puede alguien ayudarme si yo no sé ni por dónde empezar?"
Kayla: "El primer paso ya lo diste al venir aquí. Y ahora vamos a encontrar el camino juntas. Pero necesito que confíes en mí, ¿de acuerdo?"
Mientras Anna se preparaba para irse, Kayla la detuvo con una pregunta casual:
Kayla: "¿Hay alguien en tu vida ahora mismo que te apoye? Familia, amigos..."
Anna dudó antes de responder.
Anna: "No... Bueno, en realidad hay alguien. Una amiga del trabajo. Me invitó a quedarme con ella después de mi divorcio, pero... ya no hablamos mucho."
Kayla notó algo extraño en la forma en que Anna evitaba profundizar en ese tema.
Kayla: "¿Por qué dejaron de hablar?"
Anna apretó las manos con fuerza.
Anna: "Porque me acusó de algo que no hice. Dijo que intenté sabotearla en el trabajo para que no me ascendieran a mí. Pero eso no es cierto. Jamás haría algo así."
Kayla sintió que había algo más detrás de esas palabras, pero decidió no presionar por ahora.
Esa noche, mientras revisaba los informes de sus pacientes, Kayla recibió una llamada de emergencia. Anna había sido ingresada de nuevo, esta vez por una sobredosis de pastillas.
Cuando Kayla llegó a la sala, encontró a Anna inconsciente, conectada a un respirador. Nathan estaba junto a la cama, su rostro lleno de preocupación.
Nathan: "La encontraron en su departamento. Dejaron una nota... pero no parece un intento de suicidio típico."
Kayla tomó la nota, que decía: "Estoy cansada de luchar. Si alguien encuentra esto, por favor cuiden de mi perro."
Kayla: (pensando) "No es un adiós definitivo. Esto fue un grito de ayuda."