You'il have to go over me.

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El hospital estaba sumido en el caos

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El hospital estaba sumido en el caos. Las sirenas de la policía resonaban en el exterior mientras los pasillos se llenaban de murmullos temerosos y gritos ahogados. Kayla sentía la fría presión del cañón de la pistola contra su sien, cada paso que daba bajo la amenaza constante del hombre armado que la mantenía como rehén.

Jamens: (con voz temblorosa y llena de rabia) "¡Esto es culpa de ustedes! ¡Mi esposa… mi hija… nunca tuvieron una oportunidad! ¡Y ahora quieren que me quede de brazos cruzados!"

Kayla: (manteniendo la voz lo más calmada posible) "Lo siento mucho por tu pérdida, de verdad. Pero esto no es la solución… No tienes que hacer esto."

Jamens apretó con más fuerza, arrastrando a Kayla por los pasillos mientras buscaba una salida. Sus ojos estaban llenos de desesperación, y sus movimientos eran erráticos, mostrando que estaba al borde de perder el control.

A cada giro, Kayla trataba de mantener la calma y encontrar un punto de conversación que pudiera llegar al hombre, pero sus intentos de razonar con él se encontraban con un muro de dolor y odio. Cada paso los llevaba más lejos de la seguridad, y Kayla sabía que el tiempo se estaba agotando.

Kayla: "Por favor, escucha. Entiendo tu dolor, pero los bebés en el área de neonatal no tienen nada que ver con esto. Podemos resolverlo de otra manera, no hace falta que nadie más salga herido."

Jamens apenas la escuchó mientras empujaba a Kayla hacia la unidad de neonatal. Al llegar, Kayla sintió un frío diferente, el peso de la responsabilidad por las vidas inocentes que estaban justo al otro lado de la puerta. Sabía que no podía permitir que el hombre cruzara esas puertas con la pistola en mano.

Jamens: (gritando, su voz quebrada por la emoción) "¡Ustedes los médicos piensan que lo saben todo! ¡Pero no pudieron salvar a mi familia! ¡Y ahora… ahora voy a hacer que paguen!"

Con un súbito estallido de adrenalina, Kayla se giró bruscamente, agarrando el cañón de la pistola y empujando a Jamens hacia atrás. Comenzó un forcejeo brutal; cada golpe y cada empujón estaban cargados de la furia de un hombre desesperado y la determinación de una doctora que sabía que no podía fallar.

El forcejeo los llevó por la sala, derribando equipo médico y alarmando a las enfermeras que se escondían en la esquina, observando con horror. Kayla logró empujar la pistola hacia un lado, su respiración entrecortada por el esfuerzo. Logró tirar el arma lejos, haciéndola deslizarse por el suelo de linóleo hasta detenerse contra una pared.

Kayla: (jadeando, pero con voz firme) "No dejaré que hagas daño a esos bebés. Si quieres pasar, tendrás que pasar sobre mí. Jamens !"

El hombre, enfurecido, intentó golpear a Kayla, pero ella se plantó firmemente frente a la puerta de neonatal. Cada golpe que recibía la hacía tambalearse, pero no retrocedía ni un paso. Sus ojos estaban clavados en los del hombre, llenos de determinación y sin rastro de miedo.

Finalmente,Jamens logró encontrar la pistola tirada en el suelo y la recogió, apuntando a Kayla con una mueca de victoria. Pero cuando apretó el gatillo, el sonido seco del clic del arma vacía resonó en la sala.

Jamens: (mirando el arma, atónito) "¿Qué…?"

Kayla: (mostrando el cargador que había sacado del arma durante el forcejeo) "¿Buscabas esto?"

Antes de que Jamens pudiera reaccionar, Kayla le dio una patada en la muñeca, haciendo que soltara el arma de inmediato. Cayó de rodillas, sosteniéndose el brazo herido mientras Kayla se mantenía frente a él, firme y con los ojos fríos, bloqueando la puerta con su cuerpo.

Kayla: "Tu dolor es real, pero eso no justifica arriesgar la vida de otros. No lo haré fácil para ti. Si vas a dañar a alguien más, será sobre mi cadáver."

El hombre, vencido y con lágrimas en los ojos, cayó al suelo en un sollozo desgarrador. Los guardias de seguridad y la policía irrumpieron en la sala, arrestándolo y asegurando la zona. Kayla se dejó caer contra la pared, exhausta y temblando mientras trataba de recuperar el aliento. Emily y Harper corrieron hacia ella, ayudándola a levantarse.

Emily: (con lágrimas en los ojos) "Kayla… ¿estás bien? No puedo creer lo que acabas de hacer."

Kayla: (tomando aire con dificultad) "No podía dejarlo… no podía dejar que pasara por esa puerta."

Los paramédicos llegaron rápidamente para atender a Kayla y al hombre. A pesar de sus heridas, Kayla insistió en permanecer en la sala, asegurándose de que todos los bebés estaban a salvo antes de dejarse examinar. Sus colegas, atónitos y llenos de admiración, la rodearon, ofreciéndole su apoyo y asistiéndola con cada paso.

Más tarde, mientras estaba sentada en una camilla con un vendaje en la frente y el labio roto, Kayla reflexionó sobre lo cerca que había estado de perderlo todo nuevamente. Pero, a pesar del miedo y el dolor, sabía que había hecho lo correcto. Proteger a los más vulnerables siempre había sido su misión, y ni siquiera el miedo a la muerte la había detenido.

Kayla: (mirando a sus colegas) "Lo logramos. Lo logramos juntos."

El hospital volvió lentamente a la normalidad, pero el impacto de esa noche quedó grabado en cada uno de los médicos y enfermeras que habían sido testigos del valor de Kayla. Ella no solo había protegido a los bebés, sino que también había demostrado que, a pesar de todo lo que había pasado, seguía siendo la misma doctora valiente y dedicada que todos admiraban.

El hospital más famoso de América había sobrevivido a una noche de terror, y su doctora más joven había emergido no solo como una líder, sino como un símbolo de esperanza y resiliencia para todos.

Between life and deathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora