El hospital estaba lleno de actividad. Kayla, a pesar de todo lo que había pasado, se había sumergido en su trabajo como antes, decidida a demostrar que nada ni nadie podía detenerla. El día parecía prometedor, y en la pizarra de urgencias ya se encontraban varios casos complicados esperando su atención.
Uno de los casos más complejos del día era el de una paciente de 23 años, Sarah, quien había sido diagnosticada con un teratoma, un tumor extraño que puede contener tejidos como hueso, dientes o cabello. La situación era delicada; el teratoma estaba ubicado en una zona complicada y había crecido rápidamente, presionando varios órganos. Sarah estaba asustada, y con razón. A su corta edad, enfrentaba una cirugía riesgosa, y su vida dependía de la precisión de Kayla y su equipo.
Sarah: "¿Voy a estar bien, doctora King? Mi madre me ha dicho que estos tumores son… raros. ¿Pueden realmente crecer cosas… humanas?"
Kayla: (tomando su mano con suavidad) "Es cierto que los teratomas son tumores peculiares, pero lo más importante es que estamos aquí para cuidarte. Vamos a hacer todo lo posible para removerlo y asegurarnos de que te recuperes bien."
Mientras hablaba, Kayla sintió una oleada de compasión por Sarah. Ella misma había sido paciente recientemente, y sabía lo que era estar asustada y vulnerable. Pero, como siempre, su deber era ser fuerte, especialmente en momentos como este.
En otro área del hospital, Emily estaba lidiando con un caso que requería todo su corazón: un niño de 7 años con epidermólisis bullosa, una enfermedad genética extremadamente dolorosa que causa que la piel se ampolle y desgarre con el más mínimo roce. El pequeño, Danny, llevaba años sufriendo y su cuerpo estaba cubierto de vendajes. Cada movimiento era un tormento, pero a pesar de todo, tenía una sonrisa que no se apagaba.
Danny: "Hola, doctora Emily. ¿Hoy vas a cambiar mis vendas otra vez?"
Emily: (sonriendo mientras se inclina hacia él) "Sí, campeón, pero prometo que seré rápida y cuidadosa. ¿Sabes? Eres uno de los pacientes más valientes que he conocido."
Mientras Emily procedía a cambiar las vendas, el dolor en los ojos del niño era innegable, pero él no decía una palabra. Cada parche de piel en su cuerpo era una zona delicada, y cualquier tratamiento requería una precisión casi quirúrgica para no hacerle más daño.
Danny: "Cuando sea grande, quiero ser como tú. Quiero ser doctor y ayudar a niños como yo."
Emily: (conmovida) "Serías un doctor increíble, Danny. Y te prometo que cuando eso pase, estaré aquí para verte con tu bata blanca."
De vuelta en el quirófano, Kayla y su equipo estaban listos para operar a Sarah. El teratoma, según los escaneos, era grande, pero no imposible de remover. La operación duraría varias horas, y cada paso debía ser cuidadosamente planeado. Kayla estaba concentrada, sus manos firmes, sus ojos fijos en el objetivo. Era como si los fantasmas de su propia experiencia reciente la hubieran fortalecido aún más.
Harper: (preparando los instrumentos) "¿Lista, Kayla?"
Kayla: (con determinación) "Listísima. Vamos a hacer esto."
La sala de operaciones estaba en completo silencio, excepto por los sonidos rítmicos de los monitores y las indicaciones que Kayla daba a su equipo. El tumor estaba envuelto alrededor de tejidos vitales, y cada corte debía ser exacto. Kayla trabajaba con una precisión quirúrgica impecable, pero algo en su interior seguía latiendo con una mezcla de adrenalina y miedo.
Mientras removía cuidadosamente el teratoma, notó algo extraño.
Kayla: "Chicos, miren esto."
El equipo se acercó, y lo que vieron los dejó asombrados. Dentro del teratoma había lo que parecía ser una formación ósea... un pequeño diente. Aunque no era raro encontrar estructuras similares en este tipo de tumores, la imagen era perturbadora para algunos.
Harper: "Nunca deja de sorprenderme lo que puede hacer el cuerpo humano."
Kayla: "Es increíble, pero también... profundamente inquietante. Vamos a seguir adelante."
La operación se prolongó por horas, pero al final, Kayla logró remover el teratoma con éxito. Cuando salió de la sala, exhausta pero satisfecha, Emily la esperaba en el pasillo.
Emily: "¿Cómo fue?"
Kayla: (suspirando) "Todo salió bien. Fue un poco más complicado de lo que pensaba, pero lo logramos. Ahora solo queda esperar que Sarah se recupere."
Después de un día agotador y emocionalmente cargado, Kayla y Emily se sentaron en la cafetería para tomar un respiro. Aunque el hospital estaba lleno de caos y retos, esos momentos tranquilos de camaradería entre colegas eran su única fuente de alivio.
Emily: "¿Recuerdas cuando dijimos que queríamos días tranquilos? Creo que debemos dejar de decir eso."
Kayla: (sonriendo) "Definitivamente. Es como si el hospital escuchara y decidiera hacer todo lo contrario."
Ambas rieron, pero detrás de esa risa había un entendimiento compartido: cada día en el hospital era una batalla, y no todos los casos tenían un final feliz. Sin embargo, mientras siguieran luchando, mientras tuvieran la fuerza de levantarse y atender a sus pacientes, sabían que estaban en el lugar correcto.
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Between life and death
Short StoryUna médica cirujana de 23 años se embarca en el hospital mas famaso y conocido de toda américa siendo la más joven.