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despertó con el sonido de su teléfono vibrando insistentemente en la mesa de noche. Alargó el brazo, rechazó la llamada de Harper con un movimiento rápido y se dejó caer nuevamente contra las sábanas, soltando un suspiro pesado. Era su día libre y no iba a permitir que nadie, ni siquiera su compañero más insistente, arruinara su oportunidad de desconectarse.
Su mirada vagó por la habitación, deteniéndose en el vestido negro que colgaba en la silla. Ese vestido había sido un capricho que Emily le había convencido de comprar: “Nunca sabes cuándo lo vas a necesitar,” le había dicho. Y esa noche, lo necesitaba.
Nathan West le había enviado un mensaje horas antes. Simple y directo: "¿Cena en mi casa esta noche?". Esa invitación había puesto en marcha algo en su pecho que no estaba dispuesta a admitir, al menos no todavía.
°Preparativos y Anticipación
Cuando llegó el momento, Kayla se encontró frente al espejo, ajustando los tirantes del vestido mientras se observaba con una mezcla de nervios y expectativa. El vestido negro se ajustaba perfectamente a sus curvas, y los tacones le daban un aire de confianza que apenas comenzaba a sentir.
Cuando llegó al apartamento de Nathan, su corazón latía rápido, pero ella lo ignoró. Tocó el timbre, y la puerta se abrió casi de inmediato.
Nathan estaba allí, apoyado en el marco de la puerta, con una camisa blanca ligeramente desabotonada y pantalones oscuros. Su sonrisa era tan devastadora como siempre.
Nathan: (mirándola de arriba abajo) "¿Intentas matarme, King?"
Kayla: (arqueando una ceja, entrando al apartamento) "¿Y tú? ¿Intentas distraerme con esa camisa a medio abrochar? No es justo."
°Cena y Conversaciones
La cena transcurrió entre risas, miradas cargadas de intención y bromas que ocultaban algo más profundo. Nathan tenía una forma de desarmarla, y eso la frustraba tanto como la intrigaba.
Kayla: (mirándolo mientras recogía los platos) "Deberías venir con una advertencia, ¿sabes?"
Nathan se detuvo, con una sonrisa ladeada, y dejó los platos en el fregadero antes de acercarse a ella.
Nathan: (apoyándose en la mesa) "¿Qué clase de advertencia?"
Kayla: (cruzándose de brazos, pero sonriendo) "Algo como: ‘Peligro: altamente adictivo, podría causar distracción extrema.’”
Nathan: (riendo, inclinándose hacia ella) "¿Eso significa que me estoy saliendo con la mía?"
Kayla: (manteniéndole la mirada) "Significa que nunca tuviste que intentarlo."
°El Momento Explosivo
No pasó mucho tiempo antes de que las miradas se convirtieran en acción. Nathan dio el primer paso, acercándose a ella, tomando su rostro entre sus manos y besándola con una intensidad que hizo que Kayla olvidara cómo respirar.
Nathan: (murmurando contra sus labios) "Llevo semanas esperando esto."
Kayla: (tirando de su camisa para acercarlo más) "Entonces, deja de esperar."
El vestido de Kayla cayó al suelo con un suave susurro, y Nathan se tomó su tiempo, recorriendo cada centímetro de su piel con besos y caricias.
Nathan: (jadeando mientras la miraba) "Eres increíble, Kayla. Me vuelves loco."
Kayla: (mordiéndole el labio inferior) "Entonces demuéstramelo."
Y Nathan lo hizo. Sin palabras, con movimientos seguros y llenos de deseo, dejó claro que no había nada que quisiera más que a ella en ese momento.
Sus cuerpos se entrelazaron con una urgencia que no necesitaba explicaciones. Cada caricia, cada susurro, cada mirada hablaba de un deseo contenido durante demasiado tiempo.
°Después del Fuego
Horas más tarde, ambos yacían en la cama, las sábanas desordenadas y el aire cargado de satisfacción y calma. Nathan trazaba círculos perezosos en la espalda de Kayla, mientras ella descansaba con la cabeza apoyada en su pecho.
Nathan: (en voz baja) "Si esto es un sueño, no quiero despertar."
Kayla: (sonriendo contra su piel) "No es un sueño, West. Pero si lo fuera, tampoco querría despertar."
Él la abrazó más fuerte, dejando un beso en su cabello. Ninguno de los dos lo dijo en voz alta, pero sabían que algo había cambiado esa noche, algo que no podían ignorar ni retroceder.
Mientras los primeros rayos de luz se filtraban por las cortinas, Kayla cerró los ojos, permitiéndose disfrutar de ese momento sin pensar en lo que vendría después. Por una vez, solo por una vez, el mundo podía esperar.