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La sala de emergencias estaba especialmente caótica aquella tarde. Emily, cirujana general, revisaba su lista de pacientes cuando un nuevo caso llamó su atención: tres mujeres jóvenes, traídas por la policía, heridas y desnutridas, sin identificación.
Emily dejó todo y corrió hacia el área de triage. Lo que vio al entrar le dejó un nudo en el estómago.
Tres mujeres de distintas edades y características físicas estaban repartidas en camillas. Sus cuerpos magullados y rostros angustiados hablaban más que cualquier informe médico.
La más joven, una adolescente de no más de 16 años, temblaba mientras miraba fijamente el techo. Tenía cortes en las muñecas y hematomas en los brazos.
La segunda, una mujer de unos 22 años, sostenía su costado mientras respiraba con dificultad. Parecía estar luchando contra el dolor físico y el miedo.
La tercera, de unos 30 años, tenía una herida abierta en el muslo, probablemente causada por un cuchillo, y marcas en el cuello que indicaban un intento de estrangulamiento.
Emily sintió cómo la ira comenzaba a burbujear en su interior. No era solo el estado de las mujeres, sino el hecho de que claramente habían sido víctimas de algo atroz.
Emily: (pensando) "¿Quién pudo hacerles esto? ¿Cómo permitimos que esto pase en pleno siglo XXI?"
Emily se dirigió primero a la adolescente. Tomó su mano con delicadeza, intentando transmitir algo de calma.
Emily: "Hola, soy la Dra. Parker. Estoy aquí para ayudarte. ¿Puedes decirme tu nombre?"
La chica sacudió la cabeza rápidamente, apretando los labios como si hablar fuera imposible. Emily notó cómo su cuerpo se tensaba con cada palabra.
Emily: (con voz suave) "Está bien. No tienes que decir nada si no quieres. Vamos a cuidar de ti, ¿de acuerdo?"
Pasó al siguiente paciente, la mujer de 22 años. Esta tenía los ojos llenos de lágrimas y apretaba los dientes para no gritar de dolor.
Emily: "Voy a revisar tu costado, ¿de acuerdo? Necesito saber qué tan grave es."
La mujer asintió, pero cuando Emily tocó su piel, ella retrocedió instintivamente, levantando las manos como si esperara un golpe.
Emily: (con firmeza, pero gentil) "Nadie aquí va a lastimarte. Estás a salvo ahora."
La tercera mujer, aunque más calmada, tenía una mirada perdida. Cuando Emily intentó hablar con ella, solo recibió un susurro.
Paciente: "No sé dónde estoy... ¿es esto real?"
Emily tragó saliva, sintiendo un peso en el pecho. Sabía que estas mujeres no solo necesitaban atención médica, sino también un apoyo emocional que ninguna cantidad de suturas podría proporcionar.
Emily y su equipo comenzaron a atender las heridas más graves.
Adolescente: Tenía una fractura en el brazo izquierdo, además de signos de deshidratación severa y anemia. Emily ordenó un yeso temporal, líquidos intravenosos y una transfusión de sangre.
Joven de 22 años: Presentaba varias costillas fracturadas y un pulmón parcialmente colapsado. Emily decidió llevarla a cirugía de inmediato para colocar un tubo torácico.
Mujer de 30 años: La herida en su muslo estaba infectada, y la pérdida de sangre era significativa. Emily suturó la lesión mientras controlaba cuidadosamente los signos vitales.
Mientras trabajaba, no podía evitar pensar en las historias detrás de estas heridas.
Emily: (pensando) "Estas no son lesiones accidentales. Esto es abuso, violencia sistemática. Estas mujeres han sido tratadas como mercancía."
Mientras suturaba la herida en el muslo de la mujer mayor, Emily intentó iniciar una conversación.
Emily: "Estás haciendo un gran trabajo. Esto va a doler un poco más, pero ya casi terminamos. ¿Puedes decirme cómo te llamas?"
La mujer miró a Emily, sus ojos llenos de lágrimas.
Paciente: "No puedo... si digo algo, ellos me encontrarán. Me matarán."
Emily sintió un escalofrío recorrer su espalda.
Emily: "Nadie te va a encontrar aquí. La policía está afuera, y este hospital es un lugar seguro. Pero necesitamos saber qué pasó para poder ayudarte."
La mujer no respondió, solo apretó los puños mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas.
Más tarde, mientras Emily revisaba los informes en la sala de descanso, Kayla se acercó con una taza de café.
Kayla: "¿Estás bien? Has estado aquí todo el día."
Emily: (suspirando) "No. Estas mujeres... son víctimas de una red de trata. No puedo dejar de pensar en lo que habrán pasado."
Kayla se sentó junto a ella, colocando una mano en su hombro.
Kayla: "Hiciste todo lo que podías. Están aquí porque alguien finalmente hizo algo. Ahora tienen una oportunidad de empezar de nuevo."
Emily apretó los labios, mirando su taza de café como si fuera la cosa más interesante del mundo.
Emily: "¿Pero y si no es suficiente? ¿Y si vuelven a caer en las manos de esos monstruos? Esto no termina aquí, Kayla."
Más tarde esa noche, Emily regresó al área de hospitalización. Encontró a la adolescente dormida, con una expresión más tranquila que antes. La joven de 22 años estaba en observación después de la cirugía, mientras que la mujer de 30 años finalmente aceptó una consulta con psiquiatría.
Emily se quedó un momento observándolas.
Emily: (pensando) "No puedo arreglar todo, pero puedo empezar por aquí. Un paso a la vez."
Nathan apareció detrás de ella, su rostro serio.
Nathan: "La policía quiere hablar contigo. Al parecer, las chicas podrían ser clave para desmantelar una red importante. Quieren saber si puedes ayudarlas a sentirse lo suficientemente seguras para declarar."
Emily asintió, sintiendo nuevamente el peso de la responsabilidad.
Emily: "Claro. Haré lo que pueda."
Esa noche, Emily dejó el hospital agotada, pero con una chispa de esperanza en el corazón. Aunque las cicatrices físicas de esas mujeres sanarían con el tiempo, sabía que las emocionales llevarían mucho más.
Emily: (pensando) "No puedo cambiar su pasado, pero puedo ayudarlas a construir un futuro."