Capítulo 19

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Ocaso.


En la mañana del Domingo las monjas: María, Porfiria y Agustina nos llevaron a la iglesia hacía tiempo que no nos íbamos ya que la mayor de las veces ellas hacen misa en el orfanato eso nos ahorraba la gran caminata de los Domingos pero no hoy. Yo y las demás chicas utilizamos nuestros uniformes por suerte el frío iba acabando por lo que no nos congelaríamos con nuestras polleras.
Salimos a las cinco de la mañana y llegamos a las siete justo a tiempo.
El obispo del pueblo fijó su mirada hacia nosotras al vernos entrar en la puerta de la Iglesia.
Logré escuchar que estaba hablando acerca de la compasión hasta que nuestra llegada hizo que se detuviera, estaba parado en un podio, desde ahí dijo.

-¡Hermanas! Bienvenidas a la casa del señor-Habló como si estuviera cantando una ópera.

Las tres hermanas hicieron una pequeña reverencia.

-Bienvenidas también a las criaturas del Orfanato-Agregó-.Por favor hagan espacio para que entre las niñas-Señaló a algunas chicas que parecían de mi misma edad que estaban en la primera fila. Las chicas nos miraron mal, algunas nos dedicaron una mirada de pena y otras de burlas.
Fuimos hasta el asiento que cedieron no pude evitar sentirme menospreciada, un sentimiento que normalmente aparece cada vez que vengo a la iglesia.

Todas las chicas del orfanato nos sentamos, observamos y escuchamos de primera fila los sermones del obispo. Duró como dos horas, el banco de madera hizo que me doliera el trasero creo que no fui la única y es que vi que toda la gente que estaba sentada tenía expresión de dolor.
Despues de misa volvimos al orfanato pero esta vez acompañadas solo de la monja Porfiria las demás monjas quedaron a celebrar el cumpleaños del obispo.

La pequeña Yazmin de repente se quejó por el dolor de sus piernas de tanto caminar por lo que Porfiria la cargó en su espalda.

-Vi que había una torta, por qué teníamos que venir antes de comer-Escuché a Yazmin preguntar a Porfiria.
Porfiria intentó hablar pero Elizabeth la interrumpió al decir.

-No nos invitaron a comer la torta- Alzó la voz.

-Esa torta era muy pequeña por lo que no nos alcanzaría-Dijo Porfíria con pena-. Les parece si mejor les preparo uno yo-Agregó.

-Sí y bien grande-Ordenó Yazmin con una gran sonrisa.

Todas se rieron por ese comentario. Yo quedé pensando y es que quizás la torta era pequeña pero no los demás postres que el obispo repartió a la gente justo cuando nosotras las del orfanato ya estábamos saliendo.

*** ***

Como cada noche al dormir ingreso a la ciudad de los sueños. Le comenté a Quilian acerca del obispo y su forma de discriminar mientras estábamos sentados en la orilla de la montaña, el lugar más alto en donde se puede ver toda la ciudad.

-No es solamente el obispo-Comenté- Si no también la señora Grisel, ella siempre viene cada año nuevo, reyes o o día de los niños y trae regalos y a la hora de repartir discrimina a las más grandes- Dije con rencor al recordar la vez que no me dio el regalo.

-Y que eran los regalos-Preguntó Quilian.

-Zapatos-Respondí al mirarlo con tristeza.

- Yo tengo unos pares que te puedo prestar-Ofreció.

Le miré mal

-Gracias pero recuerda que nada de aquí podemos llevar al mundo real-Dije. Acomodó su cabello ondulado y mientras aguantó no reirse.

-¿Cómo puedes olvidarte de estas cosas?- Me reí de su pésima memoria.

Luego pensé seriamente "¿Acaso otra vez esta olvidando los recuerdos?"

-Has despertado en el mundo real recientemente?-Dije. El me miró con sospecha.

-Estas creyendo que no me e despertado en el mundo real y por eso me olvidé de estas cosas-Alzó las cejas al mirarme.

Asentí.

-Me despierto cada vez que duermo, igual que tu-Dijo.

Me alivié tras escuchar eso.

Al lado de Quilian estaba un termo con agua, quise agarrarlo pero no lo alcancé luego él se dio cuenta y me la pasó.

-Es hermoso, verdad?-Dijo al mirar en dirección al ocaso. Miré su rostro y encontré su cara cubierta de felicidad.

"Que persona más extraña, es feliz con algo tan simple"

Desvío su mirada del sol y me miró como si estuviera esperando una respuesta. Luego recordé lo que me había preguntado.

-Siiii. Lo es-Respondí con un tono gruñón por su insistencia a que respondiera.

**** ****

Se había oscurecido completamente, solo las luces de los faroles alumbraba el camino a casa. Quilian y yo volvimos lentamente, las calles estaban silenciosas, excepto en una pequeña plaza que había gentes reunidas bailando algún tipo de danza. Observamos de paso y es que teníamos que volver a la casa para dormir y despertar en nuestra realidad. No despertar iría en contra de las reglas y traería como consecuencia olvidar todo.
Estoy agradecida en que pueda venir aquí y es que aunque ya no tenga a Raquel y Yak como padres, este mundo es un lugar perfecto para escapar de mi realidad, aquí nadie sabe que soy huérfana, ni nadie me mira como si fuera un bicho rraro, nadie me discrimina.
Este mundo me da lo que mi mundo real no puede darme.




Autora: Hola🌞
Aquí termina la primera parte, y sin antes que nadie pregunte la novela continuará.
Si llegaste hasta aquí quiero decirte GRACIAS.
Y sin nada más que decir me despido. Hastaluegito!!

Alexa & La Ciudad de los Sueños Donde viven las historias. Descúbrelo ahora