Capítulo 44

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Capítulo 44

 “Las niñas que dejé atrás”

Segundo día sin ir a la ciudad de los sueños.

Brian viajó hasta Río de Janeiro  para la competencia del día de hoy. Se supone que acompañaría a David para ir a ver correr a Brian pero al final acompañé a Grisel al orfanato, y es que hoy ella llevará unas donaciones de ropas a las niñas. No me quejé cuando Grisel pidió que la acompañara y  no es que me muera de ganas de ir al orfanato, solo  quiero ver una vez más a las niñas que dejé  a tras si es que todavía siguen y no han sido adoptadas.

Después de una largo viaje llegamos al pueblo de Ñu Guazú, todavía faltaban minutos para llegar hasta la mansión del orfanato. Yo estaba sentada en el asiento del acompañante, mientras que la chófer era Melisa, Grisel venía en el asiento de atrás mirando por su celular la transmisión en vivo de la carrera de autos. Yo puse mis auriculares y escuché un mix de canciones de una banda de chicos llamados CNCO,  miré a través  del cristal de la ventana del auto el vecindario tan solemne con casas grises y otras oscuras, nada había cambiado, seguía siendo tan silenciosa.

 Finalmente llegamos al portón de hierro ubicado en la entrada de la mansión, un señor viejo encorvado vestido de guardia de seguridad nos abrió el portón, el señor viejo era cara nueva para mi al verlo supuse que era un nuevo trabajador.

Melisa estacionó el auto en frente de la mansión, segundos después mis ojos encontraron  la figura fría de la señorita Ross quien estaba parada en frente de la puerta de la mansión.

Melisa fue la primera en bajarse del auto y luego  fue a abrir la puerta a Grisel. Grisel vestía de traje color miel, y llevaba unos anteojos de sol. Anteriormente me preguntaba a quién quiere impresionar al venir vestida tan elegante al orfanato pero ahora puedo decir que la elegancia es parte de ella.

Me bajé segundos después de que Grisel saludara a Ross. Sentí miradas puestas en mi al instante que salí del auto, luego me di cuenta que algunas niñas me observaban por las ventanas de la mansión. La señora Grisel me agarró del brazo enseguida cuando llegué junto a ella. Su rara acción me sorprendió.

—Alexa también quería venir y como la consiento mucho no podía negarme—Fue lo primero que dijo Grisel tras agarrarme del brazo y actuar tan amigable.

—Alexa. ¿Cómo has estado?—Dijo la señorita Ross con una extraña expresión amable, me pareció ridícula su pregunta y es que ni cuando estuve en el orfanato me preguntaba si estaba bien y ahora quiere hacerse la de amigable.

"Acabo de recordar porqué odio este lugar"

—Sí, lo estoy—Dije con una sonrisa falsa—. Mi madre me consiente tanto así que no puedo quejarme—Agregué y me uní a la falsa actuación de Grisel.

—¿Estas bien?—Me preguntó Grisel al mirarme sorprendida.

"Acaso ella cree que puede ser la única que puede actuar".

—Sí, madre—Respondí.

Grisel achicó los ojos al mirarme, segundos después lo desvió hacia el autobús que llegaba con las cajas de ropas.

—Ya están aquí—Anunció Grisel, y luego cuando el autobús aparcó ordenó a Melisa que fuera a bajar las cajas  y que posteriormente las metiera a la mansión. El chófer abrió la puerta del autobús y pude ver que eran grandes las cajas, iba a ser difícil que Melisa las metiera sola, así que caminé junto a ella para ayudarla pero fui detenida por las palabras de Grisel:

—Hija, acompáñame a dentro.

Voltee hacia ella.

—Madre, ayudaré a Melisa—Dije con una falsa expresión cariñosa hacia ella. Grisel caminó junto a mí, y justo cuando se paró al lado de mí, susurró:

—Para eso pago a Melisa, para que trabaje.

Odié que fuera apática y una jefa abusiva.

—Entonces también quieres ayudar madre—Dije en voz alta para que escuchara Ross y el chófer del autobús.

—Pero qué dices—Dijo con un tono de voz enojada pero a la vez lo pronunció en voz baja. Y es que conociéndola no querrá dañar su buena imagen de madre al hablarme fuerte.

—Recordemos que dijiste que me consientes, pues ahora te pido que ayudes a Melisa—Dije con una sonrisita. Grisel se quitó los anteojos, vi su mirada furiosa pero no dijo ni hizo nada, obvio tiene que actuar

—Ya se lo que intentas hacer—Dijo en voz baja—.Ayudaré a Melisa—Agregó en voz alta, y se dirigió hacia el camión. Melisa la miró sorprendida, mientras que Ross le pidió que esperara porque iba a pedir ayuda a los profesores.

—Señorita Ross no se preocupe—Interferí—.Mi madre es como Hulk; muy fuerte.

Al final yo también me uní a ayudar y es que después de unos minutos Grisel ya estaba completamente cansada, su cara estaba roja, y parecía dolerle las manos por agarrar las cajas.

Como dice el lema La unión hace la fuerza” pudimos terminar en diez minutos de bajar las cajas de ropas. El chófer fue metiendo las cajas a la mansión y gracias a eso nos libramos de esa parte del trabajo. Me sentí cansada causa de la pesadez de las cajas pero a la vez  orgullosa de haber contribuido un granito a que las donaciones de ropas sean  recibidas por el orfanato.  

—Hiciste un buen trabajo—Dije a mi adorable madre al acercarme a ella.
 
Grisel se secaba el cuello con una toalla al lado del auto. Antes mis palabras me dedicó una mirada molesta y cansada.

 Posteriormente caminamos hasta la mansión, casi justo antes de entrar  recibió una llamada. Respondió al decir: "Hola cariño", ahí supe que era David. Segundo después sus ojos brillaron de emoción y dio pequeñas pisadas de alegría.
Algo genial seguro habrá pasado o simplemente se volvió loca.
Continuó hablando pero ya no le presté atención y es que mi mirada lo había dirigido hasta el pequeño jardín en donde solía pasar el rato.  Mis pies me dirigieron hacia la puerta principal de la mansión.  Cuando ingresé miré una vez más la solemne mansión del orfanato. Nunca imaginé que yo saldría de aquí siendo adoptada por Grisel. La vida es una sorpresa.
 

—Alexa—Escuché decir de Grisel detrás de mi. Giré  por mis pies hacia ella.

—¿Dime?

—Brian GANÓ  la carrera—Dijo muy feliz al caminar junto a mi. Sonreí, no se si mi sonrisa fue por la felicidad o por la sorpresa.

Grisel empezó a actuar extraña nuevamente y es que me abrazó enseguida cuando se acercó junto a mi. ¿Era la felicidad que la estaba haciendo actuar así?

—Brian Ganó!—Volvió a repetir feliz.

—Que bueno—Dije, tiesa. Luego me soltó, parecía darse cuenta de lo que había echo, actúo avergonzada al decir:

—Ahora me dirigiré al comedor en donde me están esperando las niñas.
Y avanzó hacia la escalera muy entusiasta.

—Bien—Dije aunque ya no lo escuchó. Me sentí extraña tras su abrazo como si el abrazo fuese cálido y acogedor, quizás lo estoy malinterpretado porque fue inesperado.

*** ***
La visita al orfanato fue breve y en ese breve momento lo pasé sentado en frente de la ventana de la oficina de la señorita Ross. Mientras Grisel tomaba el té y platicaba con Ross. Desde la ventana pude ver a las niñas en el pequeño patio jugar Luz roja, luz verde.  Mientras las vi divertirse y reírse pensé que sería genial si todas ellas pudieran encontrar una buena familia. Un papá y una mamá que las ayude a curar la cicatrices de ser huérfana. Si existiera un hada madrina como en los cuentos de hadas yo le pediría a que cuidara  a todos los niños cuya vida es gris y sin amor.

Si tan solo ellas también pudieran ir a la ciudad de los sueños y tener lo que su mundo real no pude darles.

Alexa & La Ciudad de los Sueños Donde viven las historias. Descúbrelo ahora