Capítulo 25

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Adiós


Ciudad de los sueños

Finalmente había llegado a la casa, estaba parado en frente de la puerta observándome si no tenía algún rasguño o cualquier otra cosa que pudiera delatar lo que había vivido y es que no quería que Quilian se enterara de esto no quería preocuparlo. Me arreglé el cabello y luego abrí la puerta y entré.

—¿Quilian estás en casa?—Alcé la voz. Nadie habló por lo que supuse que no estaba. Luego de unos segundos escuché unos pasos acercarse detrás de mi, giré y lo encontré

—Disculpa yo.... —Me interrumpió al abrazarme. Fue tan de sorpresa que quedé inmóvil sin ninguna reacción,  con sus brazos me presionaron tan fuerte junto a él que  podía  sentir su calido cuerpo y oír el ritmo acelerado de su respiración. Extrañamente quise envolver mis brazos  por su espalda pero justo a tiempo él me soltó.

—Lo siento por abrazarte de repente, yo solo estaba muy preocupado—Dijo al mantener su mirada fija en mi, seguidamente  exhaló aliviado. Mi corazón palpitaba muy fuerte por lo que retrocedí de él, quizás fue porque me tomó por  sorpresa su abrazo.

—Discúlpame a mí por no avisarte que no estaría en la casa—Dije un poco nerviosa y es que no sabía como mentirle.

—¿Entonces estuviste con tu cuidador? —Me miró fijamente mientras que percibí una ligera tensión en su rostro.

—Sí—Respondí. Forcé una  sonrisa.

—Bien—Respondió con expresión fría. Seguidamente  fue hacia la cosina. Le seguí.

—Más tarde iré a ver a Maya y Ema—Comenté. Quilian no me hizo caso, él estaba más concentrado en agarrar la cebolla y empezar a picar. Sentí una distancia que él acaba de crear.

¿Pero por qué?

—Entonces me acompañarás— Pregunté al mirarlo expectante y con deseo de que finalmente reemplace su cara seria y fría a uno más agradable.

—Hoy tengo práctica de natación—Dijo mientras picaba la cebolla muy rápidamente.

—Eso significa que.. —Me interrumpió.

—Ya empecé a practicar, ya estoy en el equipo—Me miró con una pequeña sonrisa al detenerse de picar la cebolla.

—¡Felicitaciones!—Dije feliz por él.


—Pero aún así me siento un poco mal—Expresó.

Alcé mis cejas confundida.

—Siento como si no lo mereciera, es que esta ciudad te da lo que quieres y no es algo que  consigas por tu esfuerzo—Dijo.

—No pienses así porque tienes talento en lo que haces. Te mereces todo lo bueno es por eso que has conseguido ser parte del equipo de natación—Dije convencida intentando sacar esa idea de su cabeza.

—No tiene nada que ver con merecer. Todo es obra de la Ciudad de los Sueños —Aseguró y continuó cortando la cebolla pero esta vez lentamente. Empecé  a enojarme porque él  no creía en que lo mereciera.

—Si tanto deseas merecerlo por tu esfuerzo entonces lucha en tu mundo real para ser nadador—Dije molesta.

—Ya te dije que no puedo.

—Lo sé por razones que nunca me contarás— Exhalé molesta.

—No hace falta— Dijo, mientras buscó el sartén.

—Realmente quisiera saber cómo es tu vida en tu mundo real—Dije. Quilian no me hizo caso solo se concentró en cocinar. Eso me molestó aún más de lo que ya estaba por lo que salí inmediatamente de la cosina y fui a mi habitación mientras me juré a mi misma que algun día  haré que  Quilian me diga toda su historia.

En la tarde fui a la colina en la casa de Maya  y Ema, al llegar toqué la puerta pero nadie habló ni salió. Estuve un largo rrato esperando a que alguien apareciera pero fue en vano.
Me pregunté en donde estarán, o si estarán bien.

No había ni un taxi que pasara por ese lugar por lo que retomé a pie. Casi a punto de llegar a la Ciudad vi a dos niñas a una distancia lejana de mi se me hizo parecida a Maya y Ema venían a mi dirección contraria.
Corrí junto a ellas y cuando más me acercaba pude ver que en realidad eran ellas.

—Ema, Maya—Dije al detenerme en frente de ellas—.¿Se encuentran bien?.

Ambas evitaron mirarme.

—¿Que pasa?—Dije.

No me respondieron.

—Les parece si vamos a comer.. —Me interrumpió Ema.

—¿Por qué eres tan amable con nosotras?—Me miró con ojos enrojecidos—.¿No recuerdas lo que te hice?.

—No querías hacer eso—Dije. Ema lloró, mientras Maya la miró muy triste.

—No se preocupen esa bruja  nunca más les obligará  hacer algo que no quieran—Dije. Ema siguió llorando, no supe como consolarla lo único que se me ocurrió fue inclinarme para  abrazarla. No me alejó cuando la abracé si no lo contrario, puso sus pequeños brazos alrededor de mi cuello apretandome muy fuerte me soltó después de un largo rato cuando seso sus lágrimas.

—Apartir de ahora vivirán conmigo—Dije enseguida cuando me soltó.

Maya y Ema no dijeron nada. Yo estaba segura de tomar esta responsabilidad porque sé que conmigo estarán mejor  en vez de estar en la casa de esa mujer que decía ser su abuela, ahí no tendrían a nadie quien les proteja.

—Hay una señora que quiere adoptarnos—Dijo Maya .

Ema  asintió ante las palabras su hermana.

—Dijo que vendría abuscarnos esta tarde—Agregó con una suave sonrisa.

—¿Quién es la señora?—Dije.

Luego Maya explicó que desde hace unas semanas atrás una señora las a estado ayudando con alimentos y que incluso esa señora las llevó a su casa cuya casa comentaron con fascinación que era grande y bonita.
No supe que decir a todo lo que me decían solo sonreí impresionada y a la vez preocupada porque ¿Quién es la señora? ¿Qué pasa si es una mala persona?
Ema quiso que viera a la señora porque insistía en que era muy bella, así que me pidió que las acompañara hasta la colina en su casa para poder conocer a la señora, ante la propuesta no la rechacé porque necesitaba juzgar por mis propios ojos la clase de señora que quería adoptar a las niñas. Cuando llegamos al lugar ya había un taxi escarabajo al lado de éste pude ver la espalda de un señor se me hizo familiar.

Maya y Ema corrieron junto al señor, éste giró  inmediatamente tras la dirección del ruido que producía las pisadas de las niñas sobre el asfalto. Yo quedé sorprendida e inmóvil porque aquel hombre era Yak.
¿Acaso mis ojos me estan mintiendo?
Luego mi mirada fue por Raquel cuando la vi bajar del auto.

—En realidad estoy viendo a las personas que eran mis padres—Balbuceé.

—Finalmente llegaron—Escuché decir de Yak con una sonrisa al recibir a las niñas.

—¿Ya nos van a llevar?—Dijo Ema emocionada a lo que Yak le respondió que sí.

—Entonces iré por mis cosas—Dijo Ema nuevamente, Raquel la interrumpió al decir..

—No necesitas llevar nada de aquí, las dos no lo necesitan porque les e comprado muchas cosas nuevas.

No se de donde saqué las valentía de acercarme a ellos, aún así temía a que  recordara la vez que creyó que era una ladrona. Raquel notó mi presencia y me miró curiosa.

—Hola—Saludé con una cierta timidez—. Mi nombre es Alexa y consco a la niñas.. —Ema me interrumpió.

—Sí ella es nuestra amiga—Dijo.

Yak y Raquel me miraron con cierta desconfianza. No pude evitar  sentirme herida y es que hace algunos meses atrás era su preciada hija pero ahora solo soy una extraña.

—¿Eras amiga también de esa vieja que decía ser la abuela de las niñas?—Dijo Raquel con expresión disgustada.

Negué inmediatamente con la cabeza, luego Raquel comentó con una expresión más relajada
—Tuvimos mucha suerte que esa señora de la noche a la mañana haya desaparecido si no fuese así seguiría creando problemas para que pudiéra adoptar a las niñas.

—Por cierto la han vuelto a ver—Continuó Yak al preguntar a las niñas

Ambas niñas negaron con la cabeza. Seguidamente Raquel cambió de tema al preguntar a las niñas que les gustaría comer cuando lleguen a su nuevo hogar. Las niñas pensaron detenidamente, mientras yo retrocedí poco a poco para no estorbarlos hasta que..

—No nos acompañarás—Preguntó Yak al mirarme expectante y con amabilidad.

—No, pero gracias—Dije.

—Bien—Sonrió cálidamente.

Miré una última vez a Raquel quien estaba riendo  al escuchar a Ema decir  que le gustaría comer un Sándwich gigante. Me sentí feliz al ver a Raquel siendo feliz, la felicidad en mi corazón opacó el dolor que sentí al perderla como mi mamá.

—Me tengo que ir. Adiós— Dije a Yak, él hizo una seña de despedida con las manos. Me retiré del lugar sin que las demás se dieran cuenta.

En mi “Adiós" no sentí tristeza. Al decirle “Adiós” siento que e soltado el dolor de perderlo a él como papá así como a Raquel como mamá. Al dejarlos ir hace que en mi interior surge una nueva primavera.

Los dejo ir como padres pero los recuerdos siendo su hija los atesoraré por siempre.

Alexa & La Ciudad de los Sueños Donde viven las historias. Descúbrelo ahora