Capítulo 5.

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Rosas

Desperté y estaba en la ciudad de los sueños, en este lugar extraño que existe para personas como yo quienes necesitan un lugar para refugiarse o eso es para mí y es que es una bella forma para dar a entender la razón por la que estoy aquí. Si no fuese así entonces por qué estoy aquí, qué  es lo que me hace especial para venir a la ciudad de los sueños.

Mis ojos se encontraron  con  paredes de color madera, a unos pasos de la cama  estaba un escritorio que contenía libros encima de ella al costado de éste estaba una enorme ventana de cristal, miré la luz del sol que entraba desde ahí mientras que de  mi mente se  apoderó los recuerdos que tenía de este lugar recuerdos que lo sentí como si fueran míos.

—Según mis recuerdos esta es mi habitación en la casa de Yak y Raquel—Asimilé,  me levanté de la cama y caminé hacia la ventana a través  de ahí   vi a Yak quien estaba sentado en un sillón en el jardín leyendo un libro. Me produjo mucha paz verlo y saber que estaba en esta casa que según mis recuerdos este es mi hogar y Yak y Raquel son mi familia.

—¿Alexa te encuentras despierta?—Dijo una voz cálida.

"Mi mamá”

Fui rápidamente a abrir la puerta pero Raquel  fue más rápido y entró antes de que yo lo abriera.

—Estas aquí—Dije con emoción al verla.

—Claro—Dijo con una suave sonrisa.

Me sentí tan  feliz al verla que de repente sentí la necesidad de abrazarla sin pensarlo dos veces lo hice. Raquel colocó  suavemente sus brazos en mi espalda y me dio pequeñas palmaditas en sus manos, experimenté una sensación cálida y acogedor mientras olía su agradable aroma de flores.
 
—Tuviste una pesadilla—Dijo con un tono preocupada.

Asentí levemente.
 
 Si le pudiera decir que soñé que era una huérfana pero eso ni siquiera es un sueño si no mi realidad.

—No te preocupes eso no es verdad, y aunque lo fuera yo estoy aquí—Dijo y me acarició la cabeza suavemente. Tuve ganas de llorar pero me aguanté.

—Queria decirte que en la sala un chico te está esperando—Dijo. La miré sorprendida tras soltarla de la cintura.
Salí de la habitación rápidamente y fui hacia las escaleras, ni siquiera pregunté a Raquel quién era pues  supuse que el chico tendría que ser  Alex.

—Sabía que eras tú—Dije al ver a Alex de costado estaba sentado en el sofá mientras yo bajé el último escalón al oírme dirigió su mirada hacia mí.

—Alexa—Dijo él,  y se levantó del sofá. Me miró tiernamente y a la vez vi en sus ojos pureza e ingenuidad. Me acerqué junto a él con una sonrisa de felicidad.

—Te encuentras bien—Preguntó preocupado, agarró mi mano derecha eso hizo que  sintiera timidez pero a la vez fue tan agradable sentir su cálida mano—Algo te pasó ¿Verdad?—Agregó.
Su pregunta hizo que recordara lo que me ocurrió.

—Alguien me atropelló en mi mundo real—Dije,  seguidamente  me senté en el sofá— Y quizás fallecí —Supuse asustada.

—No estas muerta—Aseguró—La regla N°5 dice que solo las personas vivas pueden venir en la ciudad de los sueños—Agregó al sentarse de lado de mi.

—Entonces puede que solo haya quedado desmayada—Supuse.

—O quizás fue algo más grave—Dijo.

—¿Estaré bien?—Me preocupé al pensar en otras condiciones probables como estar en coma.
—Cada vez que entras en la ciudad de los sueños en algún momento del día o de la noche tienes que despertar en tu realidad y si es así verás que no fue nada grave pero si pasado la media noche y todavía no despiertas en tu realidad…—Se detuvo.

—¿Qué  pasa si no despierto en mi mundo real—Lo miré preocupada.

—Te lo diré si solo sucede—Dijo—Mientras tanto no te preocupes y disfruta este momento—Agregó con una expresión tranquila.
Ya quisiera tener su misma expresión, pero me resulta imposible, no puedo dejar de preocuparme en lo que me pasará si no despierto.

—Quisieras conocer un lugar especial —Dijo al levantarse del sofá.

“¿Lugar especial?”

Salimos de la casa y caminamos por la ruta principal luego entramos por un delgado camino con frondosos árboles de flores amarillas y rojas. Este camino nos llevó hasta un campo sin árboles y sin césped, el campo era de rosas rojas. Sentí un deyavu al ver tan magnífica belleza  y es que antes de conocer a Alex ya había estado aquí, el lugar de las rosas sin espinas. Me pareció impresionante que siguieran intactas sin marchitarse, disfruté de  las rosas rojas más el cielo azul.
 A partir de tan maravillosa vista toda mi preocupación  desapareció.

— Estas rosas sin espinas nunca se marchitarán—Mencionó. Miré a Alex mientras él observaba las rosas.

—¿Te gustan?—Dijo al mirarme curioso.

—Sí—Respondí al mirarlo fijamente.

Sonrió.

—Estoy conectada a ellas—Mencionó.
No entendí.

— Te gusta el color rojo—Preguntó mientras tocaba los pétalos. Caminé junto a él mientras pensé y la verdad es que...

—No es mi color favorito—Respondí.

—Qué  color es tu favorito—Preguntó al mirarme curioso.

—Me gusta el color blanco—Dije— pero eso no significa que me desagrade los otros colores—Mencioné.

—Te gustaría entonces que fueran blancas—Dijo.

Una vez más no entendí.

Quise preguntarle a qué se refería pero las acciones demostraron mi duda y es que el campo de rosas rojas se volvió completamente blancas, pasó de un pestañear. Miré sorprendida, por unos segundos quedé en shock se me irisó la piel.

—Esto es asombroso—Dije fascinada.
Estaba presenciando algo tan maravilloso e irreal. Ya se lo que debió haber sentido Alicia cuando ingresó en el país de las maravillas.

*** ***

Regresé a casa junto con Alex, él por segunda vez  volvió a agarrarme de la mano mientras caminábamos de vuelta.

—Y en donde vives—Pregunté con curiosidad.

—Es un secreto—Respondió él.

—Entonces no me quieres decir—Dije algo desilusionada.

—Con el tiempo lo sabrás—Mencionó con una sonrisa. Cada vez que sonríe quedo paralizada ante su bella sonrisa, él es sinónimo de un ángel  caído del cielo.

—No insistiré en saber—Dije, y es que si él dice que con el tiempo lo sabré entonces así debe ser—. Pero si insistiré en que salgamos o mejor dicho  ahora eres mi novio

Alex me miró fijamente al detener sus pasos no pude entender su expresión eso hizo que tuviera miedo a que no le había gustado lo que dije.

—Entenderé  si no lo quieres—Volví a decir.

Sonrió

—Soy tu cuidador lo que digas para mí esta bien—Respondió.

Sus palabras hicieron que una gran sonrisa se dibujara en mi rostro.
Alex me acompañó hasta el portón de reja de la casa, luego quedé mirándole la espalda mientras se marchaba no podía creer que tenía un novio, no podía creer que había encontrado a mi tipo ideal.
 

Alexa & La Ciudad de los Sueños Donde viven las historias. Descúbrelo ahora