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Severus había considerado seriamente dejar de dar lecciones a Potter, principalmente para distanciarse de un alumno que parecía demasiado interesado en su vida personal. Sin embargo, había prometido seguir con las clases, no por temor a que alguien descubriera sus conexiones familiares, sino porque Potter parecía genuinamente comprometido a aprender.

Además, había que admitir que las habilidades de Potter en clase habían mejorado considerablemente. No estaba siendo un desperdicio de tiempo. Tomando en cuenta también, que aún no habían terminado la poción que Minerva necesitaba antes de las vacaciones de Navidad; su alergia empeoraría si no la tenían a tiempo. Así que, por más que le molestara, no tenía otra opción que dirigirse a su encuentro el viernes por la noche.

Al doblar la esquina del pasillo, allí estaba Potter, esperándolo. Severus sintió el habitual escalofrío al ver esos ojos, tan parecidos a los de Lily. Pero el efecto se arruinaba al estar en el rostro casi idéntico al de James Potter. Por esa razón, a veces le era difícil ocultar su desprecio cuando las similitudes entre padre e hijo se hacían evidentes. Sin embargo, él era un adulto, y no permitiría que sus viejos rencores dominaran su juicio.

"¡Hola, profesor!," saludó Harry con una sonrisa entusiasta, girándose rápidamente para estrechar la mano de Severus.

Severus asintió brevemente, sin ofrecer más que un leve movimiento de cabeza. Mientras caminaban hacia la sala habitual, Severus pensó en cómo no se imaginaba que Potter mostrara tantas ganas de continuar con la poción.

Cuando cruzaron la puerta, la sala apareció tal como la habían dejado en su última sesión. Harry, sin perder tiempo, comenzó a moverse por la habitación, preparando los ingredientes con una rapidez sorprendente. Severus observaba con sus habituales ojos fríos, aunque internamente no podía evitar notar el entusiasmo del muchacho.

Harry corrió hacia la mesa y se dispuso a revisar el caldero. Severus, por su parte, tomó su bitácora, donde solía anotar el progreso de las clases. Se detuvo por un momento al ver la última entrada: un pequeño corazón azul dibujado por Luna al final de la página. No era algo que le molestara, pues, esa  chica tiene dones extraños para hacer sentir tranquila a la gente.

"Aparte de revolver la poción antes de dejarla reposar el resto de la semana..." empezó Harry, mirando a Severus con expectación. "¿Podemos hacer algo más? Los exámenes se acercan, y me gustaría asegurarme de estar bien preparado para su materia."

Severus lo miró de reojo. Como había imaginado, Potter estaba realmente interesado en aprender más. No podía evitar sentir una leve satisfacción ante esa actitud, aunque jamás lo admitiría en voz alta.

"Podemos enfocarnos en repasar el plan de estudios," respondió Severus con su habitual tono monótono. "Aunque, si has hecho los deberes correctamente, no deberías tener problemas en el examen."

Con un movimiento de su varita, Severus hizo aparecer un pergamino donde anotaba las lecciones impartidas y los temas que quedaban pendientes. Mientras Potter observaba el documento, Severus no pudo evitar una ligera sonrisa interna. Potter, a pesar de todo, parecía haber madurado más de lo que él habría esperado. Tal vez, solo tal vez, estos encuentros no eran tan molestos después de todo.

"¿Te has molestado en repasar estos temas?,"preguntó Severus sin quitar la vista del pergamino, aunque su tono era menos mordaz de lo habitual.

"Sí, profesor. Aunque..." Harry vaciló por un segundo. "Hay algunas cosas que me confunden un poco. Sobre todo en lo que respecta a las pociones para curar maldiciones."

Severus lo miró por el rabillo del ojo y asintió lentamente, con una paciencia que rara vez mostraba.

"Las pociones para maldiciones no son sencillas, Potter. Sin embargo, con suficiente práctica podrías manejar lo básico antes de los exámenes. Ven, te lo demostraré."

El Diario |Snirius|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora